La Calesita. Tango de la nostalgia. -31 - 08 -2025-

La calesita Letra: Cátulo Castillo Música: Mariano Mores. Llora la calesita de la esquinita sombría, y hace sangrar las cosas que fueron rosas un día. Mozos de punta y hacha y una muchacha que me quería. Tango varón y entero más orillero que el alma mía. Sigue llorando el tango y en la esquinita palpita con su dolor de fango la calesita... Carancanfún... vuelvo a bailar y al recordar una sentada soy el ranún que en la parada de tu enagua almidonada te grito: ¡Carancanfún! Y el taconear y la "lustrada" sobre el pantalón cuando a tu lado, tirado, tuve mi corazón. Grita la calesita su larga cuita maleva... Cita que por la acera de Balvanera nos lleva. Vamos de nuevo, amiga, para que siga con vos bailando, vamos que en su rutina la vieja esquina me está llamando... Vamos, que nos espera con tu pollera marchita esta canción que rueda la calesita...

La casita de mis viejos. Tango para reflexionar. 31-08-2025

La casita de mis viejos Letra: Enrique Cadícamo Música: Juan Carlos Cobián Admin Canción hace 9 años, 10 meses Comentarios Barrio tranquilo de mi ayer, como un triste atardecer, a tu esquina vuelvo viejo... Vuelvo más viejo, la vida me ha cambiado... en mi cabeza un poco de plata me ha dejado. Yo fui viajero del dolor y en mi andar de soñador comprendí mi mal de vida, y cada beso lo borré con una copa, las mujeres siempre son las que matan la ilusión. (en un juego de ilusión repartí mi corazón.) Vuelvo vencido a la casita de mis viejos, cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria, mis veinte abriles me llevaron lejos… locuras juveniles, la falta de consejo. Hay en la casa un hondo y cruel silencio huraño, y al golpear, como un extraño, me recibe el viejo criado… Habré cambiado totalmente, que el anciano por la voz tan sólo me reconoció. Pobre viejita la encontré enfermita; yo le hablé y me miró con unos ojos… Con esos ojos nublados por el llanto como diciéndome porqué tardaste tanto… Ya nunca más he de partir y a tu lado he de sentir el calor de un gran cariño… Sólo una madre nos perdona en esta vida, es la única verdad, es mentira lo demás.

Cambalache. Tango irónico. - 31- 08 - 2025.

Historia La canción fue originalmente compuesta durante la Década Infame a la que denuncia en sus letras. A partir de 1943 en el marco de una campaña iniciada por el gobierno militar que obligó a suprimir el lenguaje lunfardo, como así también cualquier referencia a la embriaguez o expresiones que en forma arbitraria eran consideradas inmorales o negativas para el idioma o para el país, incluyó al tango Cambalache dentro de los censurados para su difusión radiofónica.[2]​ Las restricciones continuaron al asumir el gobierno constitucional el general Perón y en 1949 directivos de Sadaic le solicitaron al administrador de Correos y Telecomunicaciones en una entrevista que se las anularan, pero sin resultado. Obtuvieron entonces una audiencia con Perón, que se realizó el 25 de marzo de 1949, y el presidente, que afirmó que ignoraba la existencia de esas directivas, las dejó sin efecto.[2]​ Si bien la canción tuvo un origen y un contexto en su creación, su letra denunciando los males de su sociedad la transforman en un tema universal y aplicable a cualquier país del mundo; además que al representar a la sociedad humana de siempre será un tema vigente en cualquier época. En la letra se menciona junto a los próceres San Martín y Napoleón a algunos personajes reales y otros ficticios: Stavisky fue un financista y estafador que se suicidó en 1934, don Bosco fue un sacerdote, educador y escritor italiano del siglo XIX que fundó la Congregación Salesiana, don Chicho era el apodo de Juan Galiffi, fue un conocido mafioso de Argentina y Carnera alude al boxeador italiano consagrado campeón mundial el 29 de junio de 1933. Sobre "la Mignon" o "la mignon" hay varias hipótesis: para algunos se trata de la voz francesa “mignonne” entendida como querida o amante, para otros se refiere a un personaje de Goethe, una niña raptada que es obligada a cantar, bailar y divertir, que aparece en Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister así como en una ópera de Ambroise Thomas (1866).[3]​ La siguiente versión de "Cambalache" es la más popular, pero no la única, hay muchas según la época. Así en la grabación que hizo el cantante Julio Sosa con la orquesta de Armando Pontier en 1955 reemplazó la expresión "el que vive de los otros" por "el que vive de las minas" y en lugar de "Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín" cantó "Mezclaos con Toscanini van Scarface y la Mignon, don Bosco y Napoleón, Carnera y San Martín".[1]​ Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé. Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao... Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. ¡Pero qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón! Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín. Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón. Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil. ¡Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley. Enrique Santos Discépolo

Tener fe hoy te convierte en bicho raro.-30- 08-2025-

Sebastián Porrini: "Tener fe, hoy te pone en el lugar del bicho raro". La Capital.28 de agosto 2O25 Sebastián Porrini Profesor, escritor y divulgador cultural, Sebastián Porrini regresó a Rosario para dictar un seminario sobre "Las mil y una noches" en la Fundación Italia. En diálogo con Tomás Trapé para el ciclo In Situ, abordó temas profundos y variados: desde los clásicos literarios hasta la educación, pasando por la fe, la tradición, el rol de la comunidad y los desafíos que plantea la modernidad. Con su estilo apasionado se animó a poner en discusión certezas asumidas y a reivindicar valores que, para muchos, parecen pasados de moda. Desde el inicio de la charla, Porrini se mostró cómodo en su doble rol de académico y provocador. Consultado sobre qué convierte a una obra en un clásico, respondió sin vueltas: “Un clásico es aquello que no se puede reescribir y a lo que siempre hay que volver. Es insoslayable. Lo que hace el tiempo, claro, pero también lo que hace el lector que reconoce su perfección, incluso si no coincide ideológicamente”. Hablando de "Las mil y una noches", obra que motivó su seminario, explicó que se trata de un texto “inabarcable, con problemas de traducción, larguísimo, pero cuya influencia es incuestionable”. En su opinión, la legitimidad de los clásicos a veces se impone más por inercia cultural que por lectura real: “Todos citan el Fausto o la Divina Comedia, pero pocos los han leído completos. Incluso muchos intelectuales, ante el peso simbólico que tienen estos libros, recurren a resúmenes. Pasa también con Borges: lo nombran, lo elogian, pero no siempre lo leen”. Uno de los momentos más intensos de la entrevista fue cuando se refirió a los llamados “poetas malditos”. Para Porrini, esa categoría encierra una paradoja: “Son malditos porque son profundamente sagrados. Se ubicaron en la vereda opuesta de una Iglesia que bendecía a una burguesía decadente, y eligieron definirse desde el rechazo. Si el Dios de estos es el Dios bueno, ellos se van con el otro”. La religión atraviesa gran parte del pensamiento de Porrini. Pero lejos de proponer una visión dogmática o excluyente, defendió una espiritualidad abierta: “Volví a la fe gracias a la lectura de Guénon, un autor musulmán. Me enseñó a respetar todas las tradiciones. Soy católico, sí, pero no puedo negar que en las Upanishads o en el budismo hay sabiduría”. Y agregó con firmeza: “Tener fe, hoy te pone en el lugar del bicho raro. Es más cómodo tener una ideología aceptada que sostener una creencia en este mundo descreído”. También habló de educación, una de sus pasiones. Fue tajante al decir que “enseñar es un arte, no una técnica”, y criticó con dureza los modelos educativos actuales. “La educación debería ser más personalizada. Hay chicos que están estudiando sociología sin saber lo que es la Marina, y les sacaron lógica, que es lo que ordena el pensamiento. Es un delirio. Se reemplazó la gramática por materias que flotan en el aire”, lamentó. Sobre el rol del docente, fue categórico: “El maestro no puede ser condescendiente. Tiene que decir cosas incómodas. No puede alentar a un adolescente a tomar decisiones definitivas sin comprender sus consecuencias. La pedagogía del ‘sé lo que quieras’ es peligrosa”. Otro eje central fue la idea de comunidad. Porrini alertó sobre el individualismo extremo que —según él— domina la sociedad actual. “Hoy convivimos, pero no somos comunidad. No sabemos quién vive al lado. Somos átomos sueltos. Y así no hay héroes. El héroe surge cuando hay comunidad, cuando hay un nosotros del que formar parte”. Para ilustrar su punto, citó el caso de Suecia: “Es un país donde la gente muere sola, y nadie lo nota durante años. En Etiopía, en cambio, nadie muere sin compañía. Eso dice mucho”. El concepto de libertad también fue discutido en profundidad. “La libertad como se vende hoy es una trampa. Es la libertad del consumo, de estar solo. Pero los grandes místicos dicen que uno es verdaderamente libre cuando se somete a algo superior”, explicó. Y completó con una imagen potente: “Para ser libre como escritor, me impongo las mayores restricciones. Eso me obliga a ser creativo. Lo mismo pasa con la vida”. En el tramo final, Porrini habló de esperanza. La encontró en los jóvenes que se acercan a la fe, al pensamiento crítico, a la búsqueda de sentido. “No es demagogia. Veo chicos que leen a Evola, a Guénon, a Michel Henry. Jóvenes que hace 10 años no estaban interesados en nada de eso. Algo está pasando. Intuyen que la libertad como consumo los deja vacíos”. A su estilo, cerró con una provocación más: “Hoy se puede hablar de todo, menos de Dios. Pero es una necesidad humana ineludible. Hay un mundo que quiere convertirnos en chips dentro de un sistema. Yo prefiero morirme antes que dejar de ser persona”.

Dr. Julio Isidro Maiztegui. - 26 - 08 - 2025

El 25 de agosto de 1931. Nace JULIO ISIDRO MAIZTEGUI. Talentoso médico argentino creador de la vacuna contra el Mal de los Rastrojos o Fiebre Hemorrágica Argentina. Publicó más de doscientos trabajos de investigación, varios de los cuales fueron objetos de diferentes distinciones. En 1964 obtuvo el título de Master en Salud Pública de la Universidad de Harvard. La Universidad Nacional de Ciencias Médicas de Rosario lo distinguió con el título de "Honoris Causa", fue miembro de la Academia de Ciencias Médicas de Córdoba. Consultor del Comité de Expertos en Enfermedades Virales de la Organización Mundial de la Salud, ciudadano Honorario de Pergamino y Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. (F. 1993). Una calle lleva su nombre: (E-O) Rondeau alt. 4300 (rotonda de Rondeau y Pintor Musto). ... 25 de agosto de 1915. Nace OSCAR ENRIQUE MONGSFELD. Arquitecto rosarino de extensa actividad en nuestra ciudad. Fue jefe de planificación y urbanismo (1950-1956), y más tarde (1963), inventor y títular de la Subsecretaría de Obras Públicas de la Municipalidad de Rosario y Miembro de la Sociedad Central de Arquitectos entre otros cargos. (F. 1984). Una avenida lleva su nombre: (E-O) Alberdi/Avellaneda alt. 100. ... 25 de agosto de 1604. Nace LUIS JOSÉ de TEJEDA. Poeta argentino. Se lo considera cronológicamente el primer poeta argentino. Autor entre otras obras de: "Crónicas líricas", y "El peregrino en Babilonia". Fue también alférez, procurador, regidor, alcalde, y militar. (F. 1680). Una calle lleva su nombre: (N-S) Homero Manzi alt. 2400. ... CATAMARCA. Provincia argentina situada en el noroeste del país. Superficie: 102.602 km². Su capital es San Fernando del Valle de Catamarca, aunque sólo se la denomina Catamarca. Las provincias que la rodean son: Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y La Rioja, limita al oeste con Chile. Población: 396.865 hab. (2015). El 25 de agosto de 1821 se declaró la autonomía de la provincia disolviéndose la República de Tucumán, y siendo electo como primer gobernador Nicolás Avellaneda y Tula. Una calle lleva su nombre: (E-O) Ov. Lagos alt. 300. ... República Oriental del URUGUAY. Estado de América del Sur. Al norte y noreste limita con Brasil, al oeste con la provincia argentina de Entre Ríos de la cual la separa el río Uruguay y por el sur las costas del Río de la Plata, el cual la separa de la provincia de Buenos Aires, al este limita con el Océano Atlántico. Superficie: 186.926 km². Capital: Montevideo. Independencia declarada (del Imperio del Brasil): 25 de agosto de 1825. Una calle lleva su nombre: (E-O) San Martín alt. 3300, hacia el oeste. ... 25 de agosto de 1648. Fallece SAN JOSÉ DE CALASANZ. Sacerdote y pedagogo español. Fundó en Roma en el año 1597, la primera escuela popular y gratuita del mundo, adelantándose 200 años a la organización de la escuela pública por parte de los estados modernos. (N. 1556). Una avenida lleva su nombre: (E-O) Bv. Wilde alt. 800. (calle Mendoza hacia el oeste). Fuentes: Wikipedia. Rosario y sus calles. Silvia Greco.

Maximiliano Kolbe, la Masonería y el Sionismo. 14 - 08 - 2025.

Maximiliano Kolbe: la Masonería y la Judería Sionista al descubierto Por El Español Digital 16/O8/2O21 Maximiliano Kolbe fue clérigo franciscano conventual polaco, hoy declarado mártir, al morir (el 14 de Agosto de 1941, hace ahora 80 años) en un campo de concentración alemán (había sido recluido acusado de actividades subversivas y de ayudar a judíos) al ofrecerse voluntario para sustituir a uno de elegidos para ser “diezmado” tras la fuga de un prisionero. Pero lo que pocos saben, y menos dicen, es que Kolbe fue un gran propagador de la devoción al Inmaculado Corazón de María y un acérrimo combatiente contra el modernismo, el sionismo y otros peligros que acechaban a la Iglesia en el siglo XX… y que siguen acechándola ahora. Naturalmente, su lucha no iba encaminada a abatir al enemigo, sino a llamarle a la conversión en pro de su eterna salvación. Recogemos a continuación algunos retazos de su extensa producción literaria. En un artículo suyo titulado «¡Pobrecillos!», escribía: «El hombre ha sido redimido. Cristo ha fundado su Iglesia sobre la roca. Una parte del pueblo hebreo reconoció en Él al Mesías; los otros, sobre todo los fariseos soberbios, no quisieron reconocerlo, persiguieron a sus seguidores y dieron curso a un gran número de leyes que obligaban a los hebreos a perseguir a los cristianos. Estas leyes, junto a narraciones y a apéndices, hacia el año 500, formaron un libro sagrado, el «Talmud«. En este libro, los cristianos son llamados: idólatras, peores que los turcos, homicidas, libertinos impuros, estiércol, animales de forma humana, peores que los animales, hijos del diablo, etc. Los sacerdotes son llamados adivinos y cabezas peladas (…) a la Iglesia se la llama casa de estulticia y suciedad. Las imágenes sagradas, las medallas, los rosarios, son llamados ídolos. En el «Talmud», los domingos y las fiestas son considerados días de perdición. En este libro se enseña, entre otras cosas, que a un hebreo le está permitido engañar y robar a un cristiano, pues todos los bienes de los cristianos – está escrito – «son como el desierto: el primero que los toma se hace dueño». Esta obra que recoge doce volúmenes y que respira odio contra Cristo y los cristianos, es considerada por estos fariseos un libro sagrado, más importante que la Sagrada Escritura». Con ocasión del Congreso Internacional de la Masonería, celebrado en Bucarest en 1926, el Padre Kolbe, escribió un artículo: «Estos señores (es decir, los masones) creen que son ellos quienes han de gobernar: escuchemos, entonces lo que escriben los «Protocolos de los Sabios de Sión«, documento que el Padre Kolbe llamaba: «el verdadero libro fundamental de la Masonería». Escribió también el Santo: «El protocolo número 11 afirma: «Crearemos y pondremos en vigencia las leyes y los gobiernos (…) y, en el momento oportuno, (…) bajo la forma de una revuelta nacional, (…) Es necesario que las poblaciones, desconcertadas por la revuelta, puestas todavía bajo la influencia del terror y de la incertidumbre, comprendan que somos de tal modo intocables, de tal modo llenos de poder que en ningún caso tendremos en cuenta sus opiniones y sus deseos sino, antes bien, que estamos en grado de aplastar sus manifestaciones en cualquier momento y en cualquier lugar (…) Entonces, por temor, cerrarán los ojos y permanecerán a la espera de las consecuencias (…) ¿Con qué objeto hemos ideado e impuesto a los masones toda esta política, sin darles a ellos la posibilidad de examinar el contenido? Esto ha servido de fundamento para nuestra organización masónica secreta (…) cuya existencia ni siquiera sospechan estas bestias engatusadas por nosotros en las logias masónicas«. En este punto, el Padre Kolbe se dirigió a los masones diciendo: «¿Habéis oído, señores masones? Los que os han organizado y secretamente os dirigen, los hebreos, os consideran bestias, reclutadas en las logias masónicas para fines que vosotros ni siquiera sospecháis (…) Pero ¿sabéis, señores masones, qué es lo que os espera el día en que os venga a la mente comenzar a pensar por vosotros solos? He aquí, escuchad el mismo protocolo: «La muerte es inevitable conclusión de toda vida (…) Ajusticiaremos a los masones de tal manera que ninguno (…) podrá sospechar, ni siquiera las mismas víctimas: morirán todos en el momento que sea necesario, aparentemente a causa de enfermedades comunes (…)». Y continúa el Santo: «Señores masones, vosotros que, recientemente, durante el Congreso de Bucarest, os habéis alegrado del hecho de que la Masonería se está fortaleciendo por doquier, reflexionad y decid sinceramente: ¿no es mejor servir al Creador en la paz interior (…), antes que obedecer las órdenes de quien os odia?». San Maximiliano se dirige, finalmente, a los Jefes Ocultos de la Masonería con estas palabras: «Ya vosotros, pequeño escuadrón de hebreos, «Sabios de Sión», que habéis provocado ya conscientemente tantas desgracias y todavía seguís preparando otras, a vosotros me dirijo con la pregunta: ¿qué ventaja obtenéis? (…) Gran cúmulo de oro, de placeres, de diversiones, de poder: nada de todo esto vuelve feliz al hombre. Y si aun esto diera la felicidad, ¿cuánto podría durar? tal vez una decena de años, quizás veinte (…) Y vosotros, jefes hebreos, que os habéis dejado seducir por Satanás, el enemigo de la humanidad, ¿no sería mejor si también vosotros os volviereis sinceramente a Dios?«. En otro artículo de 1926, el Padre Kolbe, citando siempre los «Protocolos de los Sabios de Sión», escribía: «Ellos dicen de sí mismos: «¿Quién o qué cosa está en grado de asestar una fuerza invisible? Nuestra fuerza es, precisamente, de esta clase. La Masonería externa sólo sirve para esconder sus objetivos, pero el plano de acción de esta fuerza será siempre desconocido para la gente«. Pero el Santo subrayaba con sutil ironía: «Nosotros somos un ejército, cuyo «Comandante» os conoce uno a uno, ha observado y observa cada una de sus acciones escucha cada una de sus palabras, más aún… ni siquiera uno de vuestros pensamientos escapa a su atención. Decid vosotros mismos: en tales condiciones, ¿se puede hablar de secreto en los planes, de clandestinidad y de invisibilidad?» Y aquí el Padre Kolbe revela el nombre del «Comandante» de su ejército: «es la Inmaculada, el refugio de los pecadores, pero también la debeladora de la serpiente infernal. ¡Ella aplastará su cabeza!». Artículo aparecido en la revista «Cabildo» de Buenos Aires, en septiembre de 2009, cogido de la página «Catapulta» que dirige Augusto Padilla, tomado a su vez del número 125 de la revista italiana «Chiesa Viva». La traducción al español es de D. Mario Caponnetto. Maximiliano Kolbe: la Masonería y la Judería Sionista al descubierto - El Español Digital "La verdad sin complejos" xn--elespaoldigital-3qb.com Maximiliano Kolbe: la Masonería y la Judería Sionista al descubierto - El Español Digital "La verdad sin complejos"

La higiene en la Epoca Colonial. - 09 - 08 - 2025

Una mirada al pasado: Así era la higiene en la América colonial A menudo damos por sentado nuestro acceso a buenas cañerías y a una amplia selección de productos de limpieza, sin saber que no existían en la época colonial. La ausencia de estas herramientas de higiene hizo que América se convirtiera en un país muy sucio, como comentó un viajero inglés: “mugriento, rozando lo bestial”. Hoy nos trasladaremos a la época colonial para conocer su visión de la higiene personal. Un barreño de agua y un paño húmedo Como la fontanería no existía en la época colonial, no se esperaba que los colonos se dieran baños de cuerpo entero. Los únicos que recibían tal lujo eran los niños, y no se les daba para limpiarlos, sino para endurecerlos. Un barreño de agua y un paño húmedo En cuanto a los adultos, solían bañarse limpiándose la suciedad de la piel desnuda con un paño mojado en un cubo de agua. Es parecido a cómo se limpian las manchas de una estantería. Sanitarios Este hecho puede resultar obvio, pero durante la época colonial, las casas tenían retretes cerca y orinales en el interior para excretar. Desgraciadamente, estas cámaras se vaciaban arrojando su contenido por la ventana cada vez que estaban llenas. Outhouses Lamentablemente, estos desechos humanos acababan en arroyos, lagos y ríos, lo que provocaba la contaminación del agua potable y la propagación de enfermedades. La falta de un sistema de eliminación eficaz provocó la muerte de muchos colonos. Herramienta de limpieza de oídos y dientes Hace poco, unos arqueólogos descubrieron un punzón de plata del siglo XVII que probablemente se utilizaba para limpiar la oreja, las uñas, los dientes y muchas otras partes del cuerpo. Herramienta de limpieza de oídos y dientes Podría pensar que esta herramienta sólo tiene una parte útil; sin embargo, viene con varias puntas para diversas tareas. El extremo primario es una herramienta de recogida, mientras que otras secciones más pequeñas se pueden utilizar para limpiar varias partes del cuerpo como las uñas y los dientes. Pelucas empolvadas Las fotos y pinturas de la época colonial suelen mostrar a los hombres de la clase alta con pelucas blancas. Pues bien, la historia revela que estos tocados tienen toda una historia. Pelucas en polvo La infestación por piojos era un problema común en la época colonial, y la mejor solución era raparse el pelo y cubrir la calvicie con una peluca de piel de animal. Sin embargo, estas pelucas también atraían a los piojos y otros insectos debido a la pomada y los productos utilizados para tratarlas. Era una guerra literal contra los insectos. Jabón para la vajilla y la colada A diferencia de hoy, los jabones de baño eran un lujo que sólo poseían los colonos ricos. El único detergente disponible para los plebeyos era la sopa de lejía, hecha con una mezcla de grasa animal, ceniza y lejía. Jabón para la vajilla y la colada Desgraciadamente, este jabón era demasiado áspero para el baño habitual y demasiado caro para desperdiciarlo, de modo que sólo la vajilla y la ropa más sucia – ropa interior, pañales y delantales – reunían las condiciones para ser lavados. Esta actitud no debería sorprender, ya que los coloniales no se preocupaban mucho por la higiene. El afeitado era exclusivo de los hombres A la mayoría de los hombres no les interesaba recortarse el vello de ninguna parte del cuerpo hasta finales del siglo XVIII. En esa época, los barberos eran principalmente hombres de color que solo prestaban sus servicios a personas de su mismo sexo. El afeitado era exclusivo de los hombres En cuanto a las mujeres, no hay pruebas que revelen que se afeitaran. La posibilidad de que las mujeres se afeiten solas es escasa, ya que corren el riesgo de sufrir un baño de sangre si el procedimiento se realiza incorrectamente. Los colonos se quejaban de las “alimañas” Al visitar Jamestown, el capitán John Smith se sintió decepcionado al instante con el entorno porque estaba infestado de lo que él describe como “criaturas ruidosas”, en su mayoría moscas, mosquitos, piojos y cucarachas. Los colonos se quejaban de las “alimañas” Los colonos también lucharon contra los piojos y las pulgas, ya que eran un descubrimiento diario en las prendas de vestir. Algunos misioneros, como George Henry Loskiel, se quejaron de un enorme insecto apodado localmente “ceniza viva” porque su picadura escuece como un carbón caliente. La disentería era común Como ya he mencionado, no existía un saneamiento adecuado y las letrinas solían estar cerca de las fuentes de agua. Por lo tanto, las enfermedades eran la norma en todas las colonias. Niños y adultos contraían regularmente enfermedades como el cólera, la disentería y la fiebre tifoidea. La disentería era común Este problema fue tan importante que hizo su aparición en uno de los momentos más importantes de la historia; casi dos tercios del ejército de George Washington perecieron de tifus, disentería, gripe y otras enfermedades infecciosas. Olor corporal femenino Como ya se ha dicho, las opiniones sobre la higiene no estaban desinformadas durante la época colonial, por lo que la gente se aseaba como le daba la gana. No obstante, los médicos aconsejaban a las mujeres que se lavaran con regularidad para evitar enfermedades que pudieran afectar a sus órganos reproductores. Olor corporal femenino Por desgracia, la sociedad no compartía las mismas opiniones con los médicos que muchos -incluido el padre fundador Thomas Jefferson, que animaba a las mujeres (especialmente a su hija) a defenderse de los hombres siendo ofensivas hasta la nariz. Familias bañadas en la misma bañera Aunque bañarse no era una rutina diaria durante la época colonial, los colonos se tomaban algún tiempo dentro de la semana o el mes para lavarse a fondo. Este proceso requería que los colonos sacaran agua del pozo, la calentaran con fuego y la transfirieran a una bañera portátil hecha de madera. Familias bañadas en la misma bañera Una vez hecho esto, la familia se bañaba por turnos en la misma bañera. Este método no lo utilizaban todos los estadounidenses, pero era una práctica muy común. Todos tomaron el mismo número de baños La higiene personal no era muy importante en la época colonial, por lo que la gente -independientemente de su estatus social- se bañaba el mismo número de veces al año. Sin embargo, los ricos vestían túnicas más amplias y tenían fragancias que contribuían a enmascarar el olor corporal que pudieran poseer. Todos tomaron el mismo número de baños Por otro lado, los pobres no podían permitirse múltiples prendas y fragancias, lo que hacía que olieran menos agradablemente que los individuos de la clase alta. Sin embargo, esto no era un problema, ya que no se esperaba que nadie oliera a rosa. Ropa de aseo En el siglo XVIII, la mayoría de las mujeres llevaban vestidos enormes con muchos aros o polisones. Este atuendo era difícil de quitar, por lo que desvestirse para ir al baño no era una opción. Ropa de aseo Afortunadamente, sus bragas tenían una abertura en la entrepierna que les permitía asomarse a la letrina y bajar en lugar de desvestirse por completo. Obviamente, las mujeres tenían que tener cuidado al ejecutar este procedimiento para evitar ensuciar todo. Lavado una vez al mes Por influencia religiosa, el cabello de una mujer se consideraba su “gloria suprema”, por lo que cuanto más largo y sano pareciera, mejor. Un lavado al mes Sin embargo, su método para mantener el cabello sano consistía en lavarlo sólo una vez al mes, o dos si se tenía el pelo muy graso. Esta rutina se utilizaba para preservar la grasa natural del cabello, ya que los detergentes a menudo dejaban el pelo y el cuero cabelludo secos. Esta sequedad se debía a que el detergente se fabricaba con una sustancia agresiva llamada “lejía”. La gente prefería enmascarar su olor corporal Como bañarse no era un componente popular de la época colonial, la gente consideró métodos alternativos para seguir con su día sin oler fatal. La gente prefería enmascarar su olor corporal Para las mujeres de prestigio, la mejor opción era comprar colonia o perfume; mientras que las menos pudientes optaban por polvos perfumados baratos, que también absorbían la humedad. Para los hombres, la solución más común era el ron de laurel; un olor único resultado de combinar especias y perfume con ron. Sin cepillos de dientes El cepillo de dientes es un invento que se produjo a mediados del siglo XVIII, y antes de esa época, la gente se limpiaba los dientes utilizando todo tipo de métodos. Sin cepillos de dientes Algunos incluían enjuagarse bien la boca con agua para eliminar las partículas de comida y la saliva, frotarse los dientes con un paño húmedo o pasar un palillo de hierbas por los dientes para limpiar la suciedad y conseguir un aliento razonablemente fresco. Aunque estos métodos bastaban para limpiar los dientes, no eran tan eficaces como el cepillo de dientes actual.Agua fatal Durante la época colonial, era una creencia común que exponer la piel a un exceso de agua podía ser fatal porque el agua se filtraría en la piel y ahogaría al individuo desde dentro. Por esta razón, la gente se sumergía brevemente en el agua o llevaba ropa durante el proceso. Agua fatal Afortunadamente, esta ridícula creencia terminó a mediados del siglo XVIII, cuando la Ilustración reveló los beneficios para la salud de exponer la piel desnuda al agua y a la luz del sol, creando así una nueva perspectiva sobre el tema de la higiene. Las casas de baños no eran principalmente para bañarse A mediados del siglo XVIII, las casas de baños ya formaban parte de la vida cotidiana de los ciudadanos; sin embargo, no se crearon para bañarse. En su lugar, eran un tipo de cura medicinal y una forma creativa de que los individuos adinerados se relajaran durante un día tedioso. Las casas de baños no eran principalmente para bañarse De hecho, el gobernador real de la Colonia de Virginia utilizaba a menudo las cámaras de baño para refrescarse en los días calurosos durante la década de 1770. La mayoría de estas cámaras de baño eran similares a las que utilizaban los romanos hace unos siglos. ¿La ropa interior limpia el cuerpo? Entre las muchas creencias sobre higiene de la época colonial, predominaba la idea de que la ropa interior era el agente que limpiaba el cuerpo. Varios plebeyos y personas adineradas tenían en alta estima su ropa interior, pensando que absorbía las impurezas de su cuerpo. ¿La ropa interior limpia el cuerpo? Por esta razón, la gente mostraba una pequeña parte de su ropa interior de lino para que los demás pudieran ver su pureza moral. El concepto de que la rectitud moral se medía por el atuendo también puede verse en los clérigos que vestían de blanco. Ropa de cama limpia Podemos admitir que la época colonial no era tan dichosa como parecía en la película de animación de Disney, Pocahontas, pero la cosa se pone aún más rara más abajo en esta lista. Ropa de cama limpia Durante el siglo XVII, los puritanos pensaban que la pulcritud de la ropa de cama estaba directamente relacionada con la limpieza del cuerpo. De hecho, la mayoría consideraba que irse a la cama sin quitarse la ropa era antihigiénico e inmoral. En otras palabras, había que dormir desnudo para tener sábanas limpias. La salud bucodental de los nativos Mientras que los europeos que llegaron tenían una higiene bucal deficiente, los nativos mantenían sus dientes sanos mediante diversos métodos. Entre ellos, frotarse los dientes con carbón vegetal, masticar hierbas mentoladas para tener un aliento fresco, cepillarse con un palo de mascar y muchos más. La salud bucodental de los indígenas Además de su mala salud bucodental, los europeos llevaban una dieta increíblemente perjudicial para sus dientes. Uno de los principales culpables era el consumo irresponsable de azúcar en el té. La higiene personal de los nativos americanos Los nativos americanos sabían que bañar todo el cuerpo es una forma eficaz de mantenerse sanos y protegerse de las enfermedades. Por ello, se lavaban abiertamente en arroyos y ríos y utilizaban hojas y otros métodos rudimentarios para limpiarse. La higiene personal de los nativos americanos Además, no estaban de acuerdo con los coloniales en cuanto a los métodos de higiene, especialmente el pañuelo. Lo consideraban un accesorio repugnante, ya que la idea de llevar los mocos encima les resultaba inquietante. Las enfermedades europeas aniquilaron a los nativos La historia sugiere que las enfermedades europeas fueron responsables de la muerte del 90% de los nativos que vivían en la costa de Nueva Inglaterra. Estas enfermedades se multiplicaron debido a los malos hábitos de baño de los colonos. Las enfermedades europeas acabaron con los nativos Por desgracia, la enfermedad siguió matando a millones de nativos americanos durante décadas después de 1620, cuando llegaron los peregrinos. Este hecho histórico es una prueba de lo que la falta de higiene y las malas condiciones sanitarias pueden hacer si se producen a gran escala. El agua apenas se asociaba con la limpieza Aunque parezca mentira, se dice que Luis XIV sólo se bañó tres veces en toda su vida. Este hecho no es ninguna sorpresa, puesto que ya hemos comprobado que bañarse no era una práctica habitual en el siglo XVII. El agua apenas se asociaba con la limpieza La gente se lavaba a menudo las manos, la cara y los pies, pero rara vez se sumergía en el agua. De hecho, existía la creencia de que desnudarse por completo y sumergirse en el agua era insalubre e inmodesto. Persuadir a los colonos para que laven Los coloniales no producían un olor agradable debido a su escasa higiene personal. Este olor era tan repulsivo para los nativos americanos que intentaron persuadirles para que se lavaran con frecuencia. Obviamente, este esfuerzo no dio ningún resultado. Persuadir a los Coloniales para que laven Este hecho se recoge en una biografía de 1965 escrita por un peregrino del Mayflower recién llegado a Plymouth. Si los colonizadores hubieran escuchado a los nativos americanos, se habrían ahorrado las continuas dolencias y muertes. La sífilis era una enfermedad prevalente Durante el siglo XIV, los españoles llegaron a las costas del nuevo mundo e inconscientemente trajeron también la sífilis. La enfermedad no tardó en extenderse por todo el campamento debido a su falta de higiene personal. Pero la cosa no acabó ahí. La sífilis era una enfermedad prevalente La enfermedad evolucionó hasta convertirse en una epidemia, y como los médicos no podían hacer mucho en aquella época, siguió siendo la 4ª causa de muerte hasta la Segunda Guerra Mundial. Los nativos americanos tenían dientes más sanos Como los nativos americanos tenían excelentes rutinas de cuidado bucal, tenían dientes mejores y más sanos que los europeos, cuyos dientes estaban manchados y corroídos. Los nativos americanos tenían dientes más sanos Sus dientes eran tan sanos que podían cambiarse por dinero a los colonos ricos -como George Washington- que necesitaban una nueva dentadura postiza. Hablando de Washington, los rumores sobre su dentadura de madera son falsos; sus dientes eran de oro, metal y otros materiales no orgánicos. Las malas condiciones dieron lugar a avances médicos Las malas condiciones dieron lugar a avances médicos Debido a la creciente propagación de enfermedades, los médicos tuvieron que inventar métodos más rápidos y eficaces para curar a los pacientes. Además, los cirujanos se volvieron más eficientes -debido a la guerra-, ya que no había escasez de pacientes para probar y perfeccionar nuevos métodos. Los bebés no se bañaban por limpieza Los hospitales modernos consideran obligatorio bañar a los recién nacidos para mantenerlos limpios y evitar la posible proliferación de bacterias. Sin embargo, las cosas eran ligeramente distintas para las madres de la época colonial. Los bebés no se bañaban por limpieza Aunque las madres de la época colonial bañaban a sus hijos con regularidad, su objetivo no era limpiarlos, sino “endurecerlos” contra futuras enfermedades y otras dolencias. En otras palabras, pensaban que bañar a sus hijos funcionaba como una vacuna o una forma de inmunización. Las mujeres no podían afeitarse Como ya se ha mencionado, el afeitado en la época colonial era tarea de los barberos profesionales, que también eran hombres de color, y nadie se atrevía a afeitarse por miedo a sufrir un baño de sangre. Este desafortunado hecho hacía que el afeitado -para las mujeres- fuera casi imposible, lo que hacía que se recortaran el pelo arrancándoselo. Las mujeres no podían afeitarse También utilizaban cremas depilatorias hechas de piedra caliza y arsénico para eliminar el vello de los lugares no deseados. Mientras que algunas mujeres se limitaban a dejar que el vello creciera continuamente, lo que no suponía un problema ya que siempre iban completamente vestidas. La cura de la calvicie Al igual que hoy, los hombres de la época colonial buscaban muchas formas de salvar sus cabezas que se iban quedando calvas poco a poco. Un método habitual consistía en frotarse la cabeza con una mezcla de caca de pollo y potasio para estimular el crecimiento del cabello. ¡Qué desesperación! La cura de la calvicie Un método era tremendamente ineficaz, como demuestran las calvas de muchos hombres a lo largo de la historia, como William Shakespeare. Uno no puede dejar de preguntarse cuánto tiempo pasó antes de que se dieran cuenta de su ineficacia. Extraños remedios para la tos Antes del continuo flujo de pacientes que provocó el desarrollo de la medicina, los médicos intentaban curar la tos con un brebaje que contenía una libra de azúcar y una libra de caracoles activos. No baba de caracol, sino caracoles vivos que respiraban. Extraños remedios para la tos Creían que la baba recubriría las paredes de la garganta y, por tanto, curaría la tos por completo. Pero al igual que el remedio anterior con caca de pollo y potasio, este extraño método tampoco era eficaz. Estiércol de cocodrilo como anticonceptivo Entre los muchos métodos anticonceptivos míticos, los excrementos de cocodrilo ocupan un lugar destacado en la lista. Consistía en que las mujeres fértiles moldeaban el excremento del reptil y se lo introducían en el bebedero para evitar embarazos no deseados. El estiércol de cocodrilo como anticonceptivo Este irrisorio método era una práctica habitual entre las mujeres jóvenes y las madres casadas que buscaban formas de impedir la fecundación. Afortunadamente, la medicina entró en escena y abrió los ojos de la gente, haciendo que el procedimiento se volviera gradualmente irrelevante. Compresas higiénicas improvisadas Es innegable que las mujeres son una creación especial y necesitan recibir cuidados extraordinarios cada mes. Por desgracia, como los productos sanitarios son un invento moderno, las mujeres de la época colonial tenían que fabricar sus tampones y compresas con materiales de su entorno inmediato. Toallas higiénicas improvisadas Los métodos incluían absorber la secreción con un paño doblado o arrancar musgo del suelo del bosque para que actuara como una compresa sanitaria artificial. Obviamente, esta práctica no daba buenos resultados, ya que provocaba infecciones y la proliferación de bacterias. Belleza enfermiza Durante el siglo XVIII, el principal componente que la sociedad utilizaba para medir la belleza de una mujer era la palidez de su piel. No es un criterio extraño, ya que aún prevalece en lugares como Corea. Belleza enfermiza Sin embargo, el problema de esta norma era que llevaba a las mujeres a comprar y aplicarse polvo de tiza para que su rostro pareciera más blanco, mientras que otras llegaban incluso a ingerir tiza, que sí las hacía palidecer, pero sólo porque estaban enfermas. Los dientes podridos eran símbolo de riqueza Dado que el azúcar era un lujo al alcance de los individuos de la clase alta, éstos sufrían las consecuencias de tener los dientes podridos por el azúcar. Hay que tener en cuenta que esta putrefacción también era el resultado del exceso de infusiones y de una higiene bucal deficiente. Los dientes podridos eran símbolo de riqueza Aunque se trataba de una afección bucal poco saludable, se consideraba un símbolo de riqueza, ya que muchos también fingían tener la enfermedad para parecer ricos. Para ello, se teñían los dientes de marrón o se los lavaban continuamente con sopa de lejía. Control de natalidad sin base científica Desde el uso del olor corporal como mecanismo de defensa contra los hombres hasta la inserción de excrementos de cocodrilo como método anticonceptivo, podemos concluir que la época colonial no fue una época feliz para las mujeres. Uno de sus anticonceptivos poco científicos consistía en un brebaje hecho con ingredientes dudosos. Control de natalidad sin base científica Esta mezcla incluye un té canadiense elaborado a partir de los genitales de castores macho. Nadie conoce la ciencia que hay detrás de este brebaje, pero todos estamos de acuerdo en que nos revuelve el estómago. Mala Higiene = Pecado Mientras los médicos discrepaban sobre la higiene personal, la religión intervino para ofrecer su ideología al respecto. Afirmaba que la suciedad estaba directamente relacionada con el pecado y el demonio. Mala Higiene = Pecado Esta opinión parece sacada de la Biblia, donde los israelitas debían lavarse antes de comparecer ante el Todopoderoso. Desgraciadamente, esta afirmación tuvo algunas implicaciones morales, lo que hizo que la gente limitara su asociación con individuos que se bañaban con menos frecuencia. Los sucios soldados de George Washington Durante la Guerra de la Independencia, George Washington sabía que la higiene personal era esencial para evitar la propagación de enfermedades, por lo que ordenó a sus hombres que se lavaran con regularidad. Sin embargo, estas órdenes caían en saco roto, ya que los soldados las ignoraban porque era una molestia obedecerlas. Los sucios soldados de George Washington Afortunadamente, George Washington pudo mantener la limpieza del campamento con la ayuda de las “seguidoras del campamento”, mujeres que ayudaban a los soldados a cocinar, limpiar y prestar otros servicios esenciales. Cualquiera podría arrancarse un diente Como en la época colonial no había dentistas estadounidenses, para curar un dolor de muelas había que acudir a un adulto cualificado, como el herrero, el barbero, el boticario o el cirujano. Cualquiera podría arrancarse un diente La herramienta única que utilizaban estos individuos para extraer los dientes consistía en remedios naturales como el alcohol, los higos y el opio para adormecer el diente dolorido o extraerlo. Obviamente, estos procedimientos eran peligrosos y a menudo provocaban que los dientes se infectaran durante varios meses, incluso años. George Washington compró dientes No es de extrañar que George Washington aparezca varias veces en esta lista, ya que fue una figura importante durante la época colonial. Puede que resulte imposible de imaginar, pero según el libro de contabilidad de George Washington, pagó seis libras y dos chelines a “Negros por nueve dientes a cuenta del Dr. Lemoin”. George Washington compró dientes Aunque este acto pueda parecer horripilante y repugnante, era una práctica común entre la gente pobre, que cambiaba sus dientes sanos por dinero. La historia cuenta que Washington tuvo problemas con sus dientes durante toda su vida. Deja un comentario

PAPA FRANCISCO ¿qué hiciste?. Reflexión.- 1° - 08 -25-

¿PERO QUÉ LÍO HICISTE FRANCISCO? por Teresa Calvo Maceira. ¿Pero qué hiciste Francisco? Te has marchado sin darte cuenta del lío que armaste, de lo que iniciaste, del fuego que provocaste. Sí, porque en mi vida de fe todo estaba relativamente bien antes de que llegaras. Antes de que hace poco más de 12 años te pusieras esa túnica blanca y tomaras por nombre ese nombre que ahora resuena por todos lados: “Francisco, el Papa de los marginados”. ¿Qué hiciste Francisco? Me pediste que saliera de ese cristianismo cómodo, blandengue, tibio. De ese que se deja solo para los domingos en el templo, del que se conforma con colgarse un crucifijo o un rosario, del que se queda en rezos pero no se convierte en vida. ¿Qué hiciste Francisco? No solo a mí, sino a miles de personas que ahora nos cuestionamos si de verdad estábamos viviendo nuestra fe católica o solo estábamos lavando nuestras conciencias. Porque con lo que hiciste Francisco, me quitaste la paz, la tranquilidad de un alma adormecida por la comodidad, y me pediste que volteara a ver el mundo, no mi burbuja, sino el mundo real. ¿Qué hiciste Francisco? No solo abrazaste a los enfermos, sino que los miraste a los ojos, no tuviste temor de tocarlos, de amarlos, de meterte en sus vidas. Y con ello, no solo les diste alivio, sino que les devolviste su dignidad. Comiste con los indigentes, los invitaste a tu mesa, los hiciste sentir en casa. Y con ello me pediste que yo haga lo mismo. Que no basta con dar unas monedas sino soy capaz de darles una sonrisa, una palabra, una caricia. ¿Qué hiciste Francisco? Fuiste a las prisiones, a los refugios de migrantes a lavarles los pies, no les preguntaste cuál era su delito o su religión. No te importó si eran musulmanes, hindúes o no creyentes. Para ti todos eran hijos de Dios y reflejo de su hijo Jesucristo. Ahora tengo que detenerme en los cruceros y semáforos de mi ciudad. Buscar a esos hermanos, abrirles la ventana del coche y de mi corazón. Ayudarles a comer algo, pero, sobre todo, brindarles la oportunidad de que se sientan acogidos, de que se sepan mis hermanos. ¿Qué hiciste Francisco? Les besaste los pies a líderes de África que eran enemigos entre sí para suplicarles que se perdonaran y vivieran en paz. Aún después de tu funeral lograste el milagro de que los poderosos del mundo se sentaran en la Basílica de San Pedro a dialogar para terminar la locura de la guerra. Y entonces ¿cómo puedo ser capaz de guardar orgullo o rencor en mi corazón hacia mis enemigos? ¿cómo puedo no dar el primer paso ante aquellos con quienes estoy distanciado? ¿Por qué me obligas a rendir mi orgullo, a bajar mi soberbia y a pedir perdón? ¿Qué hiciste Francisco? Escribiste un libro que se llamaba “El nombre de Dios es Misericordia”. Y yo que creía que se llamaba “Justicia”. Y por eso mismo, no tuviste temor de reunirte con aquellos que son diferentes, que son señalados por el “escándalo” de sus vidas y condenados por “su pecado”. Les abriste la puerta de la Iglesia y de tu corazón a esos “pecadores públicos”. ¡Gays, lesbianas, transexuales y prostitutos! ¿En qué estabas pensando Francisco? O mejor dicho ¿en Quién estabas pensando? Me recordaste que la única diferencia entre ellos y yo es que a ellos se les nota su pecado, y yo escondo los míos para sentirme bueno, para creerme digno, para disfrazarme de aquellos a los que Jesús les sentenció: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. ¿Qué hiciste Francisco? Permitiste que los niños jugaran e hicieran escándalos en tus audiencias. Los mirabas divertido mientras los demás se incomodaban y reían nerviosos. ¿Te das cuenta Francisco? ¿Ahora cómo puedo mirar con desaprobación a los padres que llevan a sus niños a las celebraciones y no los pueden controlar? ¿Cómo puedo negar con la cabeza cuando vea un pequeño tirado en el piso de la Iglesia jugando en el templo? ¡Qué escándalo Francisco! ¡Qué escándalo! ¿Qué hiciste Francisco? Mientras los artistas, deportistas, influencers y demás famosos, exhibían sus lujos, su belleza, sus cuerpos y eran capaces de hacer lo que sea por tener miles de seguidores o llenar estadios, tú, en tu silla de ruedas, reuniste a 7 millones de personas en Filipinas y a 1.5 millones de jóvenes en Lisboa solo para pedirles que no te siguieran a ti, sino que alzaran su mirada hacia el único que merece la honra, el poder y la gloria. Al único que vale la pena seguir. A Aquel que te eligió como su vicario. ¿Qué hiciste Francisco? Trabajaste hasta los 88 años y, literalmente, hasta el último día de tu vida. No seguiste el consejo de los médicos que te pidieron descansar, tomar vacaciones, cuidar tu salud y tu vida. No sabían que tu misión era precisamente lo contrario. Entregarte, desgastarte, ofrecer hasta el último aliento de tu vida al igual que tu Maestro. Me has enseñado que en el servicio al Señor no existen jubilaciones, ni planes de pensiones, y que la única recompensa es el privilegio de sabernos pobres trabajadores de su Reino ¿Qué hiciste Francisco? GRACIAS 👍 POR TANTO ❤️