Padre Alejandro Stefenelli. Misionero Salesiano.
Sueños imposibles, hechos realidad.
Sueños imposibles, hechos realidad.
El Alto Valle del Río Negro, sorprende por la cantidad de poblaciones que se concentran en esa estrecha y fértil franja de tierra que bordea el curso del Río Negro.
Las poblaciones llevan allí los apellidos de generales y coroneles, de la llamada “Conquista del Desierto”, entremezclados con los de aquellos "pioneros del riego", ese milagro de la ingeniería hidráulica y el esfuerzo humano que hace apenas un siglo, transformó el paisaje y la economía del lugar.
Entre ese rosario de nombres no podía faltar el de un Misionero Salesiano, el Padre Alejandro Stefenelli, el hombre que Don Bosco envió a la Patagonia con una esmerada preparación y con todo el entusiasmo de sus 24 años de edad.
De Trento al Oratorio
Alejandro Stefenelli, nació en Fondo Val di Non, Trento, norte de Italia en 1864; frecuentó el Colegio donde se inclinó por las Ciencias Exactas.
El Doctor Enrique, su papá, había muerto demasiado joven, 49 años, a consecuencia de una pulmonía por trasladarse en esquíes para atender a un paciente en medio de una tormenta de nieve. La mamá, Catalina, no resistió la viudez con ocho hijos a cargo (y otros cuatro muertos tempranamente) y siguió a su esposo tres meses después, a los 42 años.
El tío Guido, prestigioso sacerdote , director espiritual del seminario de Trento, consiguió un permiso especial del Papa para hacerse cargo de sus ocho sobrinos, Alejandro tenía sólo 11 años.
“¿Ahora empiezan a venir también deTrento?”, comentó Don Bosco esa tarde cuando le presentaron a un pibe de apenas15 años, 1879, venido de esa región alpina bajo el dominio del imperio austríaco.
Hacía tiempo que Alejandro había escuchado hablar de Don Bosco. Aún recordaba los comentarios de su padre sobre ese cura de Turín, al que conocía por los diarios.
Un día en que fue a conversar con su párroco, éste, que era cooperador salesiano, le habló nuevamente de Don Bosco y le propuso que fuera a vivir y a estudiar a su casa grande de Turín. La idea lo entusiasmó, pero el tío Guido se opuso. "Esa casa y ese cura no tienen el nivel que un De Stefenelli se merece. Lo que pagan ahí por mes es menos de lo que se paga en una fonda de Trento por una comida”, comentó enojado el tío tutor.
Pero Alejandro y el párroco supieron insistir hasta conseguir el permiso para llegar a Turín, aunque fuera “a prueba y con el dinero en el bolsillo para el viaje de regreso”.
Para Alejandro, venido de otro ambiente, le resultó difícil soportar “la poco atrayente dieta, la mesa sin manteles y los rústicos utensilios de latón y de madera” del Oratorio. Incluso el clima de Turín, por momentos sofocante, le trajo serios problemas en la piel y pulmonares. Una nueva conversación con Don Bosco junto a un grupo de aspirantes a salesianos, “comprendí el valor de esos vasos y platos de lata; ya las comidas condimentadas tan rústicamente en ese internado, no me causaron repugnancia”.
“En mi mente de jovencito de 15 años se encontraban y se oponían varias tendencias–recordaría ya anciano el padre Stefenelli–.
"No todas me atraían con la misma fuerza, pero todas arrebataban mi fantasía, que luchaba por descubrir el futuro de mi vida. Mi ambición era siempre estudiar ingeniería; pero a menudo gozaba viéndome misionero en países lejanos, en regiones inexploradas, predicando y al mismo tiempo, curando enfermos y construyendo casas, hospitales e iglesias para convertir y civilizar a los pueblos bárbaros”.
“Cuando cnversé varias veces con Don Bosco ya no tuve ninguna duda sobre mi porvenir; yo fui un entusiasta ayudante de este sacerdote que cuidaba a los niños más humildes”.
A principio de 1881, convencido de mi vocación religiosa, con 17 años, Don Bosco me invitó a tomar el santo hábito clerical, que él mismo me impuso, según las costumbres de la época y comencé de inmediato el Noviciado. “Desde ese día feliz, fui todo y para siempre de Don Bosco” y continué con los estudios religiosos para lograr el sacerdocio, al mismo tiempo asistía a clases de Ingeniería y Metereología".
Don Bosco tenía pensado un lugar para su apostolado, lo envió a las Misiones de la Argentina. Stefenelli obediente, llegó a la Patagonia en 1885, con 24 años de edad, donde comenzó su tarea apostólica con los otros salesianos, ocupándose también en una gigantesca obra tendiente a mejorar la producción de la región.
De Europa al observatorio de la Patagonia
En el Oratorio de Turín eran los años de la euforia de las misiones en la Patagonia. Don Bosco le escribió en ese tiempo a monseñor Juan Cagliero, jefe de los misioneros en la Argentina: “El ambiente hierve en deseos de ir a la Patagonia, y hay abogados, escribanos, párrocos, profesores, que quieren hacerse salesianos para esto”. Y en otra carta: “Hay unos doscientos que piden ir a la Patagonia. Toda Italia y la Europa política y religiosa hablan de nuestros proyectos sobre la Patagonia. ¡Dios lo quiere!”
Entre las numerosas y variadas propuestas de ese tiempo, le llegó a Don Bosco la de fundar con sus misioneros una Red de Observatorios Meteorológicos en la Patagonia. Don Bosco mandó entonces al clérigo Stefenelli a estudiar meteorología en Moncalieri. Cuando llegó la hora de partir a América con la expedición misionera de 1885, Alejandro Stefenelli –que ya había renunciado al “de” que le daba más prestigio a su apellido señorial– tendrá que hacerse más baúles para llevar sus libros de física, química, arquitectura y los instrumentos para el observatorio.
Finalmente, Stefenelli llegó al muelle de Carmen de Patagones, sobre el Río Negro y comenzó inmediatamente “en forma más que primitiva, casi salvaje” las observaciones meteorológicas en ese recinto que fue el Primer Observatorio permanente de la Patagonia, donde inició también la instrucción de los aficionados que continuaron su obra.
Mientras tanto, con los demás misioneros, empezó a recorrer incansablemente la zona. En enero de 1888, cuando Don Bosco agonizaba en Turín, él recorría a caballo las márgenes del Río Colorado. Después acompañó al Padre Pestarino al poblado Fuerte General Roca, que entonces era un “pueblo guarnición” de apenas 1.000 habitantes. La travesía en barco remontando el Río Negro desde Patagones demoró seis días.
Al año siguiente, 1889, de nuevo en Patagones, con pocos días de diferencia, Alejandro fue ordenado subdiácono, diácono y sacerdote, de manos de Monseñor Cagliero. La plaza del pueblo lució embanderada de fiesta por el acontecimiento. Era la primera ordenación sacerdotal en la Patagonia.
El nuevo sacerdote se ofreció a Cagliero para quedarse como Capellán del Fuerte General Roca. “Yo no te lo mando –le respondió contento el obispo en piamontés–,pero si te quedás, ¡sos un valiente!”.
En 1889, Stefenelli con su capacidad, esfuerzo e iniciativa, puso en funcionamiento un Centro Misionero y en 1990 inició la construcción del Colegio San Miguel, ambos en General Roca, donde había anteriormente una escuela (la única del Estado, pero estaba cerrada). Diseñó un dique móvil y nuevos sistemas de riego, 1890, e instaló con enorme esfuerzo la primera bomba de agua del Valle
En esta población creó un dispensario, ofició de médico y farmacéutico, ayudó a instalarse a las primeras Hijas de María Auxiliadora, en lugar adecuado, abrió la Escuela de Agricultura Experimental, 1898, para ofrecer educación a los niños huérfanos, nativos e inmigrantes, hijos de peones, preparando los futuros agrotécnicos, en arboricultura, apicultura, plantación de frutales y viñedos, producción de vinos, y cultivos intensivos de pasturas para el ganado, con regadíos y acequias mediante las ruedas elevadoras.
Extenuantes fueron sus esfuerzos, hasta llegar a obtener sus metas; consiguió numerosas contribuciones de Cooperadores, cuando dirigió la construcción e inauguración de la primera iglesia de María Auxiliadora, que al año, la vió derrumbada por la terrible inundación de 1899, que arrasó el pueblo y dejó en pie solo la nueva Escuela Colegio Salesiano San Miguel, que había construido. Entonces hablando con los pobladores abatidos repetía: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó", (Libro de Job), "es una prueba debemos seguir adelante"
Incansable con su fuerza de voluntad, se dispuso a ofrecer asesoramiento, por pedido del Presidente Julio Argentino Roca al ingeniero italiano César Cipolletti, contratado para buscar una solución definitiva al problema del riego y de las inundaciones en el Alto Valle.
El presidió la Comisión para el riego, insistió incansablemente por sus obras ante las autoridades y ante el Congreso de la Nación, que al fin consiguió en esos años una ayuda del Gobierno Nacional de 27.000 pesos, para pagar a los italianos contratados que le ayudaban en la ardua tarea productiva y de canalización.
Después de la gran inundación, 1899, se reconstruyó el pueblo de General Roca, en una parte más alta y segura, a cinco kilómetros al Oeste de la anterior. La población recibió el socorro de carpas, alimentos y la ayuda de traslado, del Regimiento Militar.
La Cooperativa de Riego, que presidía, en 1907 retomó los estudios hidrográficos en el Alto Valle con el fin de paliar las inundaciones y fomentar los riegos en la zona, solución que llegó en parte en 1921.
La Cooperativa de Riego, que presidía, en 1907 retomó los estudios hidrográficos en el Alto Valle con el fin de paliar las inundaciones y fomentar los riegos en la zona, solución que llegó en parte en 1921.
El Padre Alejandro Stefenelli, que nunca perdió el acento italiano, apostó entonces a quedarse en el poblado “Roca viejo", como lo nombraban los pobladores.
La Superioridad en 1914, luego de 30 años fecundos de apostolado misionero, trasladó a Italia al Padre Stefenelli, con sus 55 años, quien volvió a Trento, su tierra natal; allí mejoró su salud, vivió 40 años más y falleció en 1952 a los 88.
La Superioridad en 1914, luego de 30 años fecundos de apostolado misionero, trasladó a Italia al Padre Stefenelli, con sus 55 años, quien volvió a Trento, su tierra natal; allí mejoró su salud, vivió 40 años más y falleció en 1952 a los 88.
El recuerdo de su acción fundadora, de su prudente gestión, de su vocación de ingeniero organizador de vitales obras en la Patagonia, es indeleble en el imaginario popular; tanto que desde 1933 no solo la Estación del ferrocarril que se llamó "General Roca" y "Los Perales", fue bautizada definitivamente: Padre Alejandro Stefenelli; sino que la Estación Metereológica, Casas de Retiros, ONGs, Canales de Riego, Hospedajes, hoteles, poblaciones, rutas, calles de pueblos, Menciones Especiales a los alumnos y una Fundación, llevan su nombre como insignia.
Este Sacerdote Misionero Salesiano en la Patagonia, ha levantado muchas veces la Bandera Argentina, como lo hizo Manuel Belgrano, con la enseña patria celeste y blanca, fundada en la educación, el trabajo y el respeto a los pobladores, para que tengan todos una vida digna.
El tiempo que transcurrió su vida en la Patagonia, este italiano alpino, llevó incorporado el sello de su familia, enfrentó a las dificultades, derrotó a la adversidad con el trabajo entregado a sus hermanos, como lo había hecho su padre con los enfermos, como lo hacía su madre con sus ocho hermanos,- era misionero-, vivió en silencio, murió lejos y pobre, con seguridad pensando en la Patagonia.
Está enterrado en un humilde nicho, en la localidad de Trento, con el letrero que dice: "Aquí yace Alejandro Stefenelli, misionero salesiano en la Patagonia Argentina".
¡¡Imploremos al Señor para que surjan Santos Sociales, como Alejandro Stefenelli!!
Este Sacerdote Misionero Salesiano en la Patagonia, ha levantado muchas veces la Bandera Argentina, como lo hizo Manuel Belgrano, con la enseña patria celeste y blanca, fundada en la educación, el trabajo y el respeto a los pobladores, para que tengan todos una vida digna.
El tiempo que transcurrió su vida en la Patagonia, este italiano alpino, llevó incorporado el sello de su familia, enfrentó a las dificultades, derrotó a la adversidad con el trabajo entregado a sus hermanos, como lo había hecho su padre con los enfermos, como lo hacía su madre con sus ocho hermanos,- era misionero-, vivió en silencio, murió lejos y pobre, con seguridad pensando en la Patagonia.
Está enterrado en un humilde nicho, en la localidad de Trento, con el letrero que dice: "Aquí yace Alejandro Stefenelli, misionero salesiano en la Patagonia Argentina".
¡¡Imploremos al Señor para que surjan Santos Sociales, como Alejandro Stefenelli!!
Diccionario bibliográfico, Italo Argentino.Asociación Dante Alighieri. Autores. Patricelli y Miatello. Buenos Aires.
Memorias Bibliográfícas del Padre Cayetano Bruno. SDB y del Padre Raúl Entraigas. SDB.
Boletín Salesiano de la Argentina.
Hola, Mi nombre es Adriana, soy estudiante de la carrera Guía Universitario de Turismo, en estos días me toca hacer un guiado por la ciudad de General Roca y me pareció muy interesante y útil esta publicación. Gracias!
ResponderEliminarQuería saber,si tiene alguna información sobre la comunidad salesiana en general y en particular en General Roca!Ya que la que encontré es demasiado pobre. Por favor! muchas gracias.
Dejo mi mail por cualquier cosa: adryanna_nqn@hotmail.com
Adriana. C