El Padre Ambrosio Bonfanti
Publicado en Huellas (Año 7 Nº 9, Pág. 3), Revista de la Biblioteca Popular Prof. Dionisio Chaca.
1.- Datos Biográficos.
El Padre Bonfanti (centro) en la foto, y otros sacerdotes salesianos
El Padre Bonfanti, era sancarlino, (región mendocina), por su propia decisión, aunque había nacido en Olginati, Milán, Italia, el 6 de diciembre de 1885. A la edad de 9 años llegó a Argentina con sus padres y al año siguiente ingresó como alumno al Colegio San Francisco de Sales en Buenos Aires.
Como clérigo tuvo destacada actuación en el Oratorio San Francisco de Sales de Buenos Aires. Había sido compañero de estudios de Ceferino Namuncurá, y tenía predilección por hacer conocer su vida y sus virtudes
A los 25 años, en 1910, fue ordenado sacerdote. Recibió su formación de los primeros salesianos enviados por Don Bosco a la Argentina, perteneció por lo tanto, a la primera generación de salesianos de nuestro país.
2.- Grupo Fundador del Colegio "Zerdá" de Salta.
El 18 de Abril de 1911, formó parte del reducido grupo que fundó la Obra Salesiana en Salta. Precedía la comitiva el Padre Inspector José Vespignani, quien los escoltó hasta Salta, tras un largo viaje en tren desde Buenos Aires. El Obispo de Salta, monseñor Matías Linares y dos miembros de la Curia Eclesiástica los recibieron en la Estación del Ferrocarril. Al día siguiente se instalaron en la residencia salesiana con el primer Director Padre Luis Correa Llanos.
El funcionamiento de la Escuela Primaria comenzó con tres grados, Primero a cargo del Coadjutor José Klein, Segundo al cuidado del clérigo Abel Pecci, Tercero y Cuarto en una sola aula a cargo del Padre Ambrosio Bonfanti. Los alumnos inscriptos eran 80, el Oratorio Festivo “Miguel Rúa” triplicaba la cantidad y crecía diariamente.
Presentes en la inauguración, estuvieron el Obispo Monseñor Matías Linares, los señores Angel Zerdá y Abel Zerdá quien era Presidente del Consejo de Educación, Baldomero Quijano, Inspector Nacional de Escuelas, miembros del clero y padres de los niños. En 1929 llegaron las Hermanas de María Auxiliadora”. (Memorias del Colegio Salesiano Angel Zerdá. Salta.).
El 18 de Abril de 1911, formó parte del reducido grupo que fundó la Obra Salesiana en Salta. Precedía la comitiva el Padre Inspector José Vespignani, quien los escoltó hasta Salta, tras un largo viaje en tren desde Buenos Aires. El Obispo de Salta, monseñor Matías Linares y dos miembros de la Curia Eclesiástica los recibieron en la Estación del Ferrocarril. Al día siguiente se instalaron en la residencia salesiana con el primer Director Padre Luis Correa Llanos.
El funcionamiento de la Escuela Primaria comenzó con tres grados, Primero a cargo del Coadjutor José Klein, Segundo al cuidado del clérigo Abel Pecci, Tercero y Cuarto en una sola aula a cargo del Padre Ambrosio Bonfanti. Los alumnos inscriptos eran 80, el Oratorio Festivo “Miguel Rúa” triplicaba la cantidad y crecía diariamente.
Presentes en la inauguración, estuvieron el Obispo Monseñor Matías Linares, los señores Angel Zerdá y Abel Zerdá quien era Presidente del Consejo de Educación, Baldomero Quijano, Inspector Nacional de Escuelas, miembros del clero y padres de los niños. En 1929 llegaron las Hermanas de María Auxiliadora”. (Memorias del Colegio Salesiano Angel Zerdá. Salta.).
3.-Su traslado a Mendoza. Organizó la Escuela Primaria y Secundaria.
Cuando un hombre dedica su vida, decidido a ayudar a los otros, sin mezquindades ni egoísmos además de perfeccionar su bondad, sabiduría, inteligencia y otras virtudes espirituales logra asimismo, que cada vez más, la luz de su interioridad ilumine el mundo circundante.
“El Reverendo Padre Ambrosio Bonfanti, era uno de esos escasos seres, que hacen de la solidaridad, y del altruismo, su objetivo de vida. Con honestidad y modestia, pero con determinación y perseverancia, se ponía hombro con hombro, con toda persona que necesitara ayuda o que quisiera lograr mejoras para nuestro pueblo”.
“Así lo vimos, durante 32 años, recorriendo las calles de Eugenio Bustos, (Mendoza), con su andar pausado, el ponchito sobre los hombros, el cabello blanco y bajo el brazo, varios ejemplares del "Boletín Salesiano" o del "Esquiú" para repartir. No desatendía sus responsabilidades pastorales, sin embargo se hacía tiempo diariamente para visitar a los vecinos, siempre se lo veía sonriente, ocurrente, dispuesto a dialogar, a dar consejos, a alentar a los enfermos”-comentan ex alumnos mendocinos-.
“Estuvo en todas las lides que el progreso impuso a nuestra pequeña sociedad, para crecer y mejorar. Siempre participaba. No escatimó ningún esfuerzo, tiempo, ni palabras, para hablar con polííticos, personas influyentes y todo aquél que podía ser útil a los proyectos comunes. Era uno más junto a los vecinos reclamando mejoras para los colegios, luz, asfalto, agua corriente y potable, gas, bancos, oficinas de servicios públicos, el hospital, el Colegio de las Hermanas del Huerto y numerosos emprendimientos e iniciativas. (Recuerdos de sus Ex alumnos jefes de áreas comunitarias.)
4.- El Templo a María Auxiliadora en Eugenio Bustos.
Su mayor anhelo fue erigir una nueva iglesia. Solía realizar cenas con los padres de familia, donde conseguía aportes para el futuro templo de sus sueños. Nadie se resistía a sus pedidos.
En su escaso tiempo libre, escribía muchísimas cartas con motivo de cumpleaños, aniversarios o acontecimientos familiares de sus amigos y conocidos, de quienes guardaba largas listas con las direcciones y fechas memorables. (Numerosas esquelas de puño y letra, exhiben sus amigos y ex alumnos)
Falleció el 30 de marzo de 1977, a los 91 años, donde él decidió vivir y morir: en Eugenio Bustos, “su patria chica, tierra a la que brindó más de 32 años de sacerdocio, de amistad y de intensa acción comunitaria”.
5.- Recuerdo y Homenaje.
Su pueblo lo recuerda y lo venera; hoy una calle y varios negocios llevan su nombre. Sin embargo, creemos que el mejor homenaje que él hubiera deseado sería que muchos ex alumnos, continuaran sus Huellas. “El recuerdo ejemplar del Padre Ambrosio Bonfanti, nos debe estimular a ser más altruistas, a dejar de lado la codicia, la avaricia y el egoísmo”.
La solidaridad es el mejor método de autorrealización y crecimiento interior que existe; la ayuda en forma activa y práctica a otras personas, pone en juego las mejores cualidades que uno posee; potencia nuestra experiencia de vida, crecemos interiormente y se hace posible alcanzar la verdadera felicidad”.
6.- Bibliografía.
- Agradecimiento a la Sra. Lidia Demarcbi , al Colegio Don Bosco, a Rafael Roggio y sus testimonios.
- (Fuente: Revista Huellas 1998 - año 4 - Nº 7 y Huella Año 7 - Nº 9, Pág. 3, Publicación de la Biblioteca Popular Prof Dionisio Chaca).
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