"Trabajo sin pan es explotación, pero pan sin trabajo es humillación"
Así lo remarcó ayer el arzobispo de Rosario, Eduardo Eliseo Martín, en el marco de las celebraciones por el día de San Cayetano.
Rosario.- Jueves- 08 de Agosto de 2019
El inquietante estado de necesidades que atraviesa el pueblo se reflejó claramente ayer en la procesión desde la parroquia San Cayetano hacia la plaza Libertad, donde se desarrolló una multitudinaria misa para recordar al santo patrono del pan y el trabajo. Liderada por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, se realizó una ceremonia emotiva que reflejó con crudeza situaciones de angustias, de intentos y resignaciones, y de descarnados pedidos apoyados en la fe.
"Trabajo sin pan es explotación, pero pan sin trabajo es humillación", remarcó el arzobispo en una jornada repleta de actividades religiosas en veneración a San Cayetano.
"Como muchas veces ocurre, el trabajo sin pan, que el hombre trabaje y que no se le den las condiciones para una vida digna, es explotación, una injusticia. Pero por otro lado, obtener el pan sin el trabajo es humillación, eso también se da entre nosotros en la cultura de la dádiva, de someter a otras personas desde el poder para ayudarlos, pero sin valorarlos en su capacidad de trabajar", resaltó monseñor Martín.
Y sintetizó: "Ninguna de las dos cosas corresponden a la dignidad de la persona humana".
En sus intervenciones, pidió varias veces que se le conceda al "sufrido pueblo argentino", que "todas las personas puedan acceder a un trabajo digno y cada uno pueda ganarse el pan con el sudor de su frente. Todo para la gloria de Dios y para construir una sociedad mejor".
La plaza Libertad, durante toda la jornada de ayer adquirió una fisonomía distinta. Ya desde la mañana se instalaron algunos puestos fijos, y después del mediodía se comenzó a llenar de vendedores ambulantes. La mayoría vendía espigas con estampita, 3 a 30 pesos. Otros ofrecían imanes, almanaques, rosarios, llaveros, velas y flores. Toda la simbología apuntaba a elementos alusivos a San Cayetano.
En la parroquia San Cayetano, a pocas cuadras, durante todo el día hubo misas a templo lleno. La concurrencia de los fieles fue contundente, desde las cinco de la mañana hasta las 22. Expusieron una conmovedora muestra de fe, en un escenario social muy complejo.
Para ayudar al arzobispo acudieron 27 sacerdotes de otras parroquias y de localidades vecinas. Más de 100 colaboradores también acompañaron la celebración. Así, poco a poco, la plaza se fue poblando con un palpable tinte familiar. Aunque vale recalcar que la primera fila estuvo integrada mayoritariamente por mujeres mayores, con pañuelos en sus manos y muchas historias de frustraciones en sus mochilas de vida.
Viva San Cayetano
A las 15.20 comenzó a llegar la columna de la procesión, con carteles, levantando las típicas espigas y gritando: "Viva San Cayetano". Esa manifestación se extendió más de una cuadra y media. Y esas cientos de personas se desplegaron en toda la plaza, mirando al escenario principal, montado en el centro de ese espacio.
Así se dio el arribo de la figura de San Cayetano, que fue trasladada por colaboradores de la parroquia y custodiada por cadetes de la Escuela de Policía.
Diez minutos después arrancó la misa encabezada por monseñor Eduardo Eliseo Martín, secundado por el párroco de San Cayetano, Marcelo Franchini.
A las 15.40 tomó la palabra el arzobispo y en primera instancia destacó que este año cumple 100 años el templo de San Cayetano. "Muchas generaciones de rosarinos acudieron a ese lugar, y la figura de San Cayetano sigue vigente, como amigo de Jesús y como modelo vigente que le pide al señor por los que más necesitan", señaló Martín.
"Todo este tiempo el pueblo siguió demostrando su fe. Pasa el tiempo y el pueblo de Dios se sigue reuniendo. Por eso, necesitamos estar enraizados en Dios, porque las cosas verdaderas son las únicas que duran. Y como dijo el Papa Francisco: «El árbol vive de lo que tiene debajo de la tierra, de sus raíces»", subrayó.
En ese sentido, advirtió que "el que se olvida de Dios, se olvida de sus hermanos. Y el que se olvida de sus hermanos, no está en Dios. Eso nos enseñó San Cayetano: un hombre de Dios que dejó su fortuna, un estudioso que entregó su vida a Dios y se dedicó a hacer el bien al prójimo".
En el tramo más impactante de su alocución, el arzobispo puso el acento en tres mandamientos: no robar, no matar y no mentir. "Hay que respetar la vida en cualquiera de sus instancias, porque a partir de ahí nacen todos los derechos humanos. Necesitamos volver a Dios para que en nuestra patria se respete la vida, que es sagrada", apuntó Martín.
Y continuó: "No hay que robar, debemos respetar los bienes de los demás. Y este mandamiento también está dirigido a los ladrones de guante blanco, que tienen conciencia negra".
"Y no mentir, es esencial para las relaciones. La mentira destruye los lazos de cualquier sociedad", se encargó de enfatizar.
Al finalizar ese tramo, se refirió unos minutos a las próximas elecciones primarias. "Los católicos debemos utilizar el criterio de la fe para que nos ilumine en ese momento. La Iglesia no tiene un partido, ni tampoco está representada por ninguna agrupación. La Iglesia no va a decir a quién votar. Por eso, hay que pensar bien cuál es la propuesta que más se acerca a lo que nos indica el evangelio", puntualizó Martín.
De esa manera, con ese tono de esperanza ante la pesadumbre y la claudicación, se desarrolló una masiva misa que estuvo especialmente dedicada a los que no tienen trabajo, un mal angustiante que multiplicó los pedidos al santo del pan y del trabajo.
A las 16.30 finalizó la misa y nuevamente se formó la columna para regresar a la parroquia.
caminata. El arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martín, lideró la procesión hasta la plaza Libertad.
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