El homenaje de Ricardo Rojas a Manuel Belgrano.
LA PRENSA.-
200º ANIVERSARIO
- Por Roberto L. Elissalde *
El autor reproduce la semblanza que hizo Rojas del prócer en la Universidad de Buenos Aires,
una de las páginas que merecen rescatarse en el día en que se cumplen dos siglos de su muerte.
Hace un siglo el país entero recordaba a Manuel Belgrano y la Universidad de
Buenos Aires en solemne ceremonia invitó disertar a Ricardo Rojas. El orador,
aunque nacido en Tucumán en 1882, ciudad en la que se veneraba la memoria del
vencedor de los realistas en el Campo de las Carreras, y los abuelos de su madre
habían militado bajo su mando. Muy niño fue a Santiago del Estero, donde su
padre, don Absalón, fue gobernador, y siguiendo esa veneración y respeto a los
grandes hombres no dejaba de recordarse a una vieja familia, los Islas, de la que
provenía la madre del general, como tampoco aquella escuela que había dotado
con el premio de los 40.000 pesos.
una de las páginas que merecen rescatarse en el día en que se cumplen dos siglos de su muerte.
Hace un siglo el país entero recordaba a Manuel Belgrano y la Universidad de
Buenos Aires en solemne ceremonia invitó disertar a Ricardo Rojas. El orador,
aunque nacido en Tucumán en 1882, ciudad en la que se veneraba la memoria del
vencedor de los realistas en el Campo de las Carreras, y los abuelos de su madre
habían militado bajo su mando. Muy niño fue a Santiago del Estero, donde su
padre, don Absalón, fue gobernador, y siguiendo esa veneración y respeto a los
grandes hombres no dejaba de recordarse a una vieja familia, los Islas, de la que
provenía la madre del general, como tampoco aquella escuela que había dotado
con el premio de los 40.000 pesos.
Rojas admiró a Belgrano y sin duda su vida muchas veces se asemejó en su afán por la cultura y la educación, a tal extremo que el 29 de julio, el día de su fallecimiento, se ha instituido como el Día de la Cultura en nuestro país.
Belgrano en la bonaerense General Belgrano
No le faltaron a Rojas los sinsabores propios de la política, afiliado al partido radical en horas difíciles sufrió el confinamiento. A pesar de haber escrito el famoso "Santo de la espada", quedó sin duda una deuda: que no haya trazado en una biografía la de Manuel Belgrano. No son pocas las veces que lo cita en su magnífica "Historia de la Literatura Argentina" pero destaca que “durante los años de la Revolución, encontramos numerosos documentos redactados en lenguas americanas. Los primeros manifiestos de la Junta, en 1810, circularon en aymara, en quichua y en guaraní, tanto como en castellano”. A la vez recuerda “algunas proclamas y comunicaciones de Belgrano cuando su expedición al Paraguay (1810) fueron escritas en guaraní, y una colección de ellas (cinco manuscritos autógrafos) se conservan en el Museo Mitre”. Rojas fue un cultor de la tradición nacional y sin duda este aspecto de Belgrano le fue ampliamente grato al espíritu de sus trabajos.
Tomás de Rocamora, leal subordinado del general Belgrano
Quizás en esa ceremonia del 18 de junio de 1920 la semblanza que hizo Rojas del prócer en la Universidad es una de las páginas que merecen rescatarse en el día en que se cumplen dos siglos de su muerte.
“Yo amé a los extranjeros que a mi patria llegaban en naves del mar, porque uno de ellos fue mi padre; yo inventé la bandera, para que los hijos de los inmigrantes, como yo, pudieran también amarla; yo amé a los indios, porque ellos eran el primer boceto de la humanidad en nuestro suelo, y ellos me pagaron aquel amor, secundándome en las hazañas; yo amé al artesano y al labriego, y por su liberación trabajé desde los días del Consulado; yo respeté a los maestros y fundé escuelas, porque supe que la ignorancia es el antro de toda fatalidad en la historia; yo amé a mis adversarios y abracé a Tristán vencido, frente a mi tropa vencedora; yo recogí los muertos de mis batallas en una tumba común, y sobre sus restos puse una cruz de amor en Castañares, confundiendo en un solo manto de la santa tierra a los combatientes de la víspera; yo no odié a España, donde me eduqué, sino a sus instituciones injustas, y quise superarlas por un ideal de justicia; yo perdoné a los gobiernos que me degradaron y a las muchedumbres que me desconocieron; yo entré en la lucha sin rencores y cumplí mi deber con resignación, y mi agonía fue serena porque nunca ambicioné poderes, ni premios, ni honores; yo comprendí desde temprano, que los hombres somos juguetes de una voluntad invisible y que servimos mejor al destino supremo de la vida, poniendo nuestra carne a quemar, no en el tizón del incendio de mezquinas pasiones, sino en la antorcha de fiesta de más permanentes ideales. La Patria fue para mí una forma perfecta de esa religión de amor en los suaves colores de mi bandera…Si hay allí abajo, todavía, gentes que siembran odios, diles, aunque me aclamen, que ellos me han olvidado…".
Belgrano, verdadero patrono de las comunicaciones
* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación
Respuestas..-Hector Bencivengo
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