El espanto, la vergüenza y la bandera".(Dr. José Donati).
"No nos une el amor, sino el espanto" dice Borges en su poema "Buenos Aires", predicable hoy a Rosario, Cuna de la Bandera. Pero no hay unidad en el espanto. Menos aún en la desvergüenza y el ridículo de los políticos y gobernantes de cualquier careta y jerarquía que supimos antes y ahora conseguir.
Espanto de ver un supuesto homenaje a la bandera, en su día, de 7 minutos en el único monumento nacional a una bandera del mundo. Convertido luego en un comedero social como festival indiferente.
Y al mismo tiempo la reiteración de un discurso presidencial de campaña política, sin honrar como es debido a la bandera. En un acto bochornoso en frialdad e improvisación, para eludir el lugar apropiado, el histórico de la creación.
Todos, del primero al último de los responsables y participantes, carecen de vergüenza y dignidad sean del signo que sean. Porque nunca se han postrado ante la bandera para jurarla con amor desde el corazón.
Son extraños a la patria los adversarios de una grieta que no existe entre ellos, salvo por quedarse con el poder. Sí en cambio el desencuentro es real entre ese precioso y modesto niño que en el acto del club rosarino dijo (entrometido a las cámaras de TV) que esa era "la más hermosa bandera del mundo", y los imbéciles que en la calle gritaban su inacabable odio y despecho mutuo de pros y contras; incapaces de ver la realidad que les salta a los ojos: nuestra decadencia interminable.
Belgrano fue para la Patria ejemplo inmarcesible de amor, abnegación, modestia, entrega y pasión hasta el muerte en esta tierra; hoy desdichada por cosas como esta.
En esta ciudad de Mariano Grandoli, sabemos que la bandera es lo último que se pierde. Y, en su caso, con ella la va vergüenza de lo indigno. La bandera no se deja manchar, como permiten e impulsan algunos gobernantes santafecinos, por colores ideológicos en muchas escuelas.
Hay que "Ritornare al segno" -expresión antigua- volver a la bandera. Volver debajo del cielo común cuando la patria en la guerra peligraba. Reunirse en la identidad genuina de lo que se es, no en la mentira que se compra por engaño ideológico o de lo que se imposta por conveniencia o picardía.
Es gravísimo lo sucedido en Rosario hoy 20 de junio de 2019.
Fue un día de agravios al suelo dichoso del nacimiento del símbolo patrio, inspirado en los colores del manto sagrado de la Santísima Virgen. El día decae en un crepúsculo mortecino y fatal. Nada cambiará si ese dichoso niño entrometido de la TV, como es previsible, cae en el engaño del "desengaño" común y vulgar de los argentinos.
José Humberto Donati
DNI 6.136.319
Miembro del Instituto Belgraniano de Rosario.
Imagen: Rosario, zona Monumento 9 am
Espanto de ver un supuesto homenaje a la bandera, en su día, de 7 minutos en el único monumento nacional a una bandera del mundo. Convertido luego en un comedero social como festival indiferente.
Y al mismo tiempo la reiteración de un discurso presidencial de campaña política, sin honrar como es debido a la bandera. En un acto bochornoso en frialdad e improvisación, para eludir el lugar apropiado, el histórico de la creación.
Todos, del primero al último de los responsables y participantes, carecen de vergüenza y dignidad sean del signo que sean. Porque nunca se han postrado ante la bandera para jurarla con amor desde el corazón.
Son extraños a la patria los adversarios de una grieta que no existe entre ellos, salvo por quedarse con el poder. Sí en cambio el desencuentro es real entre ese precioso y modesto niño que en el acto del club rosarino dijo (entrometido a las cámaras de TV) que esa era "la más hermosa bandera del mundo", y los imbéciles que en la calle gritaban su inacabable odio y despecho mutuo de pros y contras; incapaces de ver la realidad que les salta a los ojos: nuestra decadencia interminable.
Belgrano fue para la Patria ejemplo inmarcesible de amor, abnegación, modestia, entrega y pasión hasta el muerte en esta tierra; hoy desdichada por cosas como esta.
En esta ciudad de Mariano Grandoli, sabemos que la bandera es lo último que se pierde. Y, en su caso, con ella la va vergüenza de lo indigno. La bandera no se deja manchar, como permiten e impulsan algunos gobernantes santafecinos, por colores ideológicos en muchas escuelas.
Hay que "Ritornare al segno" -expresión antigua- volver a la bandera. Volver debajo del cielo común cuando la patria en la guerra peligraba. Reunirse en la identidad genuina de lo que se es, no en la mentira que se compra por engaño ideológico o de lo que se imposta por conveniencia o picardía.
Es gravísimo lo sucedido en Rosario hoy 20 de junio de 2019.
Fue un día de agravios al suelo dichoso del nacimiento del símbolo patrio, inspirado en los colores del manto sagrado de la Santísima Virgen. El día decae en un crepúsculo mortecino y fatal. Nada cambiará si ese dichoso niño entrometido de la TV, como es previsible, cae en el engaño del "desengaño" común y vulgar de los argentinos.
José Humberto Donati
DNI 6.136.319
Miembro del Instituto Belgraniano de Rosario.
Imagen: Rosario, zona Monumento 9 am
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