Historias de Malvinas / Himno Nacional Argentino
"En 1982 el Soldado Sergio Vainroj ejecuto El Himno Nacional...
"En 1982 el Soldado Sergio Vainroj ejecuto El Himno Nacional...
Le dije a mi querido compañero Carlos Sabin: ¡¡¡Mirá Sabin un piano!!!... ¡qué ganas de tocar!. "¡Y andá tocá el piano!" Me dijo Sabin. ¡¡¡Tocá el HIMNO NACIONAL!!!
Vos sos loco? le dije. ¡Nos van a matar a todos!.
¡¡¡No seas tonto andá!!! Tocá el HIMNO!. Insistió Sabin. Y Szpin, que estaba ubicado frente a nosotros se unió a Sabin en un: “¡Tocá Vainroj! Tocá el Himno, tocá, ¡¡¡dale!!!”. Las voces de otros compañeros se unieron a las de Sabin y Szpin: "¡¡¡TOCÁ EL HIMNO!!!". Saez me miraba con ojos sorprendidos. Miré mis manos ennegrecidas y duras por el frío intenso, y por un instante pensé: ¿Podrán mis manos tocar?. Me froté las manos tan fuerte como pude y me dije a mí mismo: “Mi música no sale de mis manos, sino de mi espíritu, y mi espíritu no tiene por qué estar abatido, porque perdimos esta batalla y no la guerra. Tocaré por todos los compañeros que quedaron en la isla y por
todos nosotros!”. Así nomás me levanté, fui hacia el soldado inglés que estaba cerca del piano y le dije en el escaso inglés que sabía: "ái pléi de piano" a lo que me contestó con un gesto afirmativo de su cabeza y un “Oh, yes” y me abrió la tapa del piano. Me senté en una banqueta, hice algunas pequeñas escalas como para probar si el piano estaba en condiciones y comencé a ejecutar los primeros acordes del “Himno Nacional Argentino”.
Todavía antes de la entrada vocal: “Oíd, mortales...” se escuchó la voz de un oficial argentino que obviamente también había sido reducido a prisionero: ¡¡¡Soldados!!! ¡¡¡Todos de pié!!!, ¿¿¿¡¡¡No escuchan el Himno Nacional!!!???.Yo no lo vi porque estaba tocando el piano, pero me pareció ser la voz del Capitán Lopez. ¡Imagínense a más de cien personas parándose en un sólo y enérgico movimiento! Esto alertó a la guardia inglesa. Inmediatamente el mismo soldado inglés que me había permitido tocar el piano, me agarró fuertemente del brazo mientras tocaba y me empujó junto con el resto de la tropa, que ya estaban otra vez sentados en el piso por orden y amenaza de los ingleses.
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