Bautismo de Jesús. 11-01-2019.

Domingo del Bautismo del Señor – 13 de enero 2018.
Evangelio:
“Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.Lucas 3, 15-16. 21-22.:
Lc . 3, 15 al 23-
Freud hizo famosa la “asociación libre”: descifrar el significado de cosas que nos suceden y que, como enigma, algo nos quieren decir. En la antigüedad griega ya existía la afición por los propios enigmas: la pitonisa en éxtasis escuchaba al Dios Apolo que daba por su boca una respuesta a descifrar sobre el futuro del visitante. El pueblo judío, en la prometida venida de Dios y los signos que la hacían inminente, ardía de expectativa por ese enigma. Por eso Juan, con su bautismo (que no se confunde con las “abluciones” higiénicas en agua, costumbre judía para “lavar los pecados”) comienza a descifrar para siempre el sentido de la muerte y de la vida en el poder de Dios Padre. El verdadero Dios que viene él mismo en el único paso diferente a todos lo demás: el bautismo del Espíritu dado por su Hijo ya entre nosotros, y ahí con Juan.
La inmersión en las aguas del Jordán es el hundimiento simbólico de la persona toda. El de todo su ser en la asfixia de muerte que parece el único destino humano. De inmediato, al emerger de ella, respira y obra la liberación. Un nuevo ser emergerá, eterno él mismo. Pero el bautismo de Juan sólo es anuncio del bautismo real dado por el que venía y estaba ahí mismo. Cuya muerte da vida a todo el que se hunde en el bautismo del Espíritu.
Ningún cerebro humano es capaz de inventar semejante locura: morir para salvar. El eje de tal maravilla está en la explosión de la epifanía, manifestación propalada por Dios Padre: ¡que ese es el Hijo; que Dios ama a su Hijo; y a los hijos de su Hijo, hasta el extremo: el Amor verdadero donde no triunfa la muerte. Sus palabras no son enigmas, sino claras y accesibles para cualquiera: Jesús el Cristo es su Hijo venido para salvarnos a partir del bautismo.
Por eso “Epifanía” es proclamación de una nueva creación divina sobre la vieja humanidad. Análogo al soplar primigenio sobre las aguas para crear el mundo y luego a la persona humana. Creación ahora de un nuevo ser, ya por filiación divina, por su Hijo y con él a quienes abren su corazón al Amor genuino y extremo del Padre.  jhd. (Dr. José Humberto Donati).

-Cfr. Catequización cristiana. Reenvío y colaboración. Prof. Luis Angel Maggi.
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Evangelio según San Juan 3,22-30.
Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba.
Juan seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar.
Juan no había sido encarcelado todavía. 
Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación.
Fueron a buscar a Juan y le dijeron: "Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a él".
Juan respondió: "Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo.
Ustedes mismos son testigos de que he dicho: 'Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de él'.
En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es ahora perfecto.
Es necesario que él crezca y que yo disminuya.

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