El Papa alerta a religiosos y laicos del "cansancio de la esperanza" en una Iglesia "herida"
ROMA, 26- Enero- -2019 (EUROPA PRESS)
El Papa ha alertado del "cansancio de la esperanza" en una Iglesia "herida" por el "pecado" de la falta de escucha a los fieles, si bien ha reivindicado "la parte más auténtica" de los carismas que están presentes en el catolicismo.
"El cansancio de la esperanza nace al constatar una Iglesia herida por su pecado y que tantas veces no ha sabido escuchar tantos gritos en el que se escondía el grito del Maestro: Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", ha señalado.
Francisco ha hecho estas consideraciones en la misa que ha presidido en la Catedral Basílica Santa María La Antigua de la capital panameña a la que han asistido sacerdotes, consagrados y movimientos laicales.
Ante ellos, Francisco ha advertido que de un tiempo a esta parte "no son pocas las veces que parece haberse instalado en nuestras comunidades una sutil especie de fatiga". El pontífice se ha referido así a lo que ha definido como una de las "peores herejías posibles" hoy en día y que ha individuado como el "pensar que el Señor no tiene nada que decir ni aportar en este nuevo mundo que se está gestando".
Se trata de la segunda vez que un pontífice visita la Catedral de Panamá. San Juan Pablo II estuvo allí el 5 de marzo de 1983, para reunirse con ancianos, enfermos, autoridades eclesiásticas y fieles de la Iglesia católica panameña.
El obispo de Roma, que ha aprovechado su homilía para hacer un análisis sobre la identidad y los desafíos de la vida religiosa, ha manifestado que "la tentación del cansancio de la esperanza surge "cuando -- como en el evangelio -- el Sol cae como plomo y vuelve fastidiosas las horas, y lo hace con una intensidad tal que no deja avanzar ni mirar hacia adelante". Y ha agregado: "Nace de cara al futuro cuando la realidad 'cachetea' y pone en duda las fuerzas, recursos y viabilidad de la misión en este mundo tan cambiante y cuestionador".
El Papa ha intentado determinar las causas de esa fatiga que ha atribuido a las órdenes religiosas y organizaciones laicas como "las posibles largas horas de trabajo que dejan poco tiempo para comer, descansar y estar en familia, hasta "tóxicas" condiciones laborales y afectivas que llevan al agotamiento y agrietan el corazón"; así como "la simple y cotidiana entrega" o "el peso rutinario de quien no encuentra el gusto, el reconocimiento o el sustento necesario para hacer frente al día a día".
Pero lo que ha dejado claro es que el cansancio o la fatiga en los sacerdotes, monjas y miembros de movimientos laicales "nace de mirar para adelante y no saber cómo reaccionar ante la intensidad y perplejidad de los cambios que como sociedad atraviesa".
El Papa ha constatado que estos cambios, por un lado, "ponen en duda, en muchos casos, la viabilidad misma de la vida religiosa en el mundo de hoy" y, por otro, pueden "llevar a inmovilizar toda opción y opinión y, lo que supo ser significativo e importante en otros tiempos parece ya no tener lugar".
Así ha alertado a los hombres y mujeres del clero, pero también a los laicos del peligro de acostumbrarse a vivir "con una esperanza cansada frente al futuro incierto y desconocido" que deja espacio a que se instale un "gris pragmatismo en el corazón" de las comunidades católicas. Y ha continuado: "Todo aparentemente parecería proceder con normalidad, pero en realidad la fe se desgasta y se degenera".
Frente a esta actitud de desilusión con la realidad, el Papa ha invitado a los fieles a "animarse a dejarse purificar y rescatar la parte más auténtica de los carismas fundantes -- que no solo se reducen a la vida religiosa sino a la Iglesia toda -- y ver de qué forma se pueden expresar hoy". "Se trata no solo de mirar con agradecimiento el pasado sino de ir en búsqueda de las raíces de su inspiración y dejar que resuenen nuevamente con fuerza entre nosotros", ha agregado.
Por ello ha llamado a los consagrados y los laicos a responder a la vida "con la pasión de estar empeñados con la historia, inmersos en las cosas".
"La esperanza cansada será sanada y gozará de esa particular fatiga del corazón cuando no tema volver al lugar del primer amor y logre encontrar, en las periferias y desafíos que hoy se nos presentan, el mismo canto, la misma mirada que suscitó el canto y la mirada de nuestros mayores. Así evitaremos el riesgo de partir desde nosotros mismos y abandonaremos la cansadora autocompasión para encontrar los ojos con los que Cristo hoy nos sigue buscando, llamando e invitando a la misión".
Durante la celebración el Papa ha ungido el altar con el Santo Crisma, el óleo oloroso que se consagra el Jueves Santo y que se usa para el bautismo, la ordenación sacerdotal, episcopal y la confirmación. Así ha llevado a cabo la consagración de la catedral Santa María La Antigua que fue restaurada recientemente y la dedicación del altar.
Cfr, Catequesis. Colaboración y reflexión a los catrequistas. Prof. Lic. Luis Angel Maggi.
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