os logrado independizarnos. Una catástrofe multidimensional (sanitaria,política, social y económica) se ha abatido sobre la Argentina.Casi nunca estuvimos tan desconsolados y abatidos ¿Ese malestar derivará en construcción colectiva o volverá como un bumerang destructivo sobre nosotros? Es necesario investir un futuro... ¿hay futuro? Sólo hay tristeza, angustia y pánico. Sobre las ruinas habrá que trabajar en la reconstrucción de los niveles de vida pero sobre todo de los proyectos de vida.
Para un argentino hoy su casa es un bunker. Y lo mismo la oficina o el consultorio. Nada de esa calma chicha que prometía el “fin de la historia”. Seductoras, cantan las sirenas Oleaje embravecido. ¿Ningún mástil para este Ulises? Mástiles. Ejes.Como cualquier práctica, el psicoanálisis tiene una inserción social. ¿Cuál es su papel en los hospitales, las obras sociales, las prepagas? Y ¿qué pasa en nuestros consultorios? Cada vez son más los que se interrogan, los que no se alinean detrás de cualquier sirena. Los que no se callan y tienen algo que decir y modifican el encuadre y el estilo interpretativo, porque en sus navegaciones suelen estar lejos de los puertos donde se enloquecen las brújulas y las bitácoras dogmáticas. En los puertos, claro, se dan a teorizar, a dar cuenta de la altamar y las tormentas. Viajes por el sufrimiento en todas sus latitudes, para los que no siempre hay mapas. La tarea en esos bordes no es solo recuperar lo existente sino producir lo que nunca estuvo.
“Desde tres lados amenaza el sufrimiento”, dice Freud en 1930; “desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma: desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros seres humanos. Al padecer que viene de esta fuente los sentimos tal vez más doloroso que a cualquier otro”. Y no se trata para los psicoanalistas de mechar algunas frases de Freud con algunos sentimientos humanitarios.. Pero el psicoanalista tiene bastante que decir sobre la diferencia entre dejar caer la tradición y destruir reparos identificatorios. Los “siempre se hizo así”, “siempre se pensó así”, pero el “siempre sentí así” es algo más que la nostalgia por el pasado. El analista está atento a los recursos con que cada sujeto se apuntala en los vínculos, en los logros y en su historia. Al perderse anclaje cultural vivimos en un mundo inestable, hecho de trayectorias inciertas.
Gracias al pensamiento complejo, los encuentros,traumas,duelos, vínculos van tomando otro lugar, en la teoría y en la clínica.. Los vínculos actuales no son simplemente la realización de una virtualidad. Pensarlos como mera réplica del pasado nos conduce... a una robótica. Encontrar al objeto es reencontrarlo”. (Freud, 1905) Hay que desentrañar esta afirmación, de lo contrario sería enigmática o dogmática. Ni nos bañamos siempre en el mismo río, ni el que se baña, Heráclito, es siempre el mismo. Tanta nostalgia reduce al deseo, en términos de Deleuze, a una ideología de la carencia, siendo que el deseo es producción.
Hay categorías para pensar el advenimiento de lo nuevo y evitar otros dilemas falsos: orden y desorden, sistema y acontecimiento, permanencia y cambio, ser y devenir.. Un psicoanálisis no solipsista pensará la relación realidad psíquica-realidad. El solipsismo es una doctrina que niega la existencia del mundo externo. Es una radicalización del subjetivismo en el que todo lo existente se reduce a la representación.
¿Cómo no tener la realidad en cuenta cuando está a punto de arrasarnos? “Fin de la historia”, “Fin de las ideologías” son los slogans del fatalismo economicista propiciados por la restauración neoconservadora. A esta propuesta le respondieron (¿o le hicieron el juego?) los “nuevos filósofos” y el “pensamiento débil” del postmodernismo, que no solo se encerraron en sus acrobacias retóricas, sino que para colmo formularon una denuncia nihilista de la ciencia. ¿Cómo no desalentarnos y revitalizar el “utopismo razonado”? Este se opone tanto al voluntarismo sin respaldo teórico como al “fatalismo de banquero” que no puede pensar un mundo diferente a sus intereses. El “utopismo razonado” debe restablecer proyectos adecuados a los procesos que se intentan transformar. No se trata que los psicoanalistas se limiten a “remendar la vajilla que rompen los economistas”(Bourdieu) sino que asumamos protagonismo en estos debates cruciales.Como dije al comienzo:para eso estamos.
Para un argentino hoy su casa es un bunker. Y lo mismo la oficina o el consultorio. Nada de esa calma chicha que prometía el “fin de la historia”. Seductoras, cantan las sirenas Oleaje embravecido. ¿Ningún mástil para este Ulises? Mástiles. Ejes.Como cualquier práctica, el psicoanálisis tiene una inserción social. ¿Cuál es su papel en los hospitales, las obras sociales, las prepagas? Y ¿qué pasa en nuestros consultorios? Cada vez son más los que se interrogan, los que no se alinean detrás de cualquier sirena. Los que no se callan y tienen algo que decir y modifican el encuadre y el estilo interpretativo, porque en sus navegaciones suelen estar lejos de los puertos donde se enloquecen las brújulas y las bitácoras dogmáticas. En los puertos, claro, se dan a teorizar, a dar cuenta de la altamar y las tormentas. Viajes por el sufrimiento en todas sus latitudes, para los que no siempre hay mapas. La tarea en esos bordes no es solo recuperar lo existente sino producir lo que nunca estuvo.
“Desde tres lados amenaza el sufrimiento”, dice Freud en 1930; “desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma: desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros seres humanos. Al padecer que viene de esta fuente los sentimos tal vez más doloroso que a cualquier otro”. Y no se trata para los psicoanalistas de mechar algunas frases de Freud con algunos sentimientos humanitarios.. Pero el psicoanalista tiene bastante que decir sobre la diferencia entre dejar caer la tradición y destruir reparos identificatorios. Los “siempre se hizo así”, “siempre se pensó así”, pero el “siempre sentí así” es algo más que la nostalgia por el pasado. El analista está atento a los recursos con que cada sujeto se apuntala en los vínculos, en los logros y en su historia. Al perderse anclaje cultural vivimos en un mundo inestable, hecho de trayectorias inciertas.
Gracias al pensamiento complejo, los encuentros,traumas,duelos, vínculos van tomando otro lugar, en la teoría y en la clínica.. Los vínculos actuales no son simplemente la realización de una virtualidad. Pensarlos como mera réplica del pasado nos conduce... a una robótica. Encontrar al objeto es reencontrarlo”. (Freud, 1905) Hay que desentrañar esta afirmación, de lo contrario sería enigmática o dogmática. Ni nos bañamos siempre en el mismo río, ni el que se baña, Heráclito, es siempre el mismo. Tanta nostalgia reduce al deseo, en términos de Deleuze, a una ideología de la carencia, siendo que el deseo es producción.
Hay categorías para pensar el advenimiento de lo nuevo y evitar otros dilemas falsos: orden y desorden, sistema y acontecimiento, permanencia y cambio, ser y devenir.. Un psicoanálisis no solipsista pensará la relación realidad psíquica-realidad. El solipsismo es una doctrina que niega la existencia del mundo externo. Es una radicalización del subjetivismo en el que todo lo existente se reduce a la representación.
¿Cómo no tener la realidad en cuenta cuando está a punto de arrasarnos? “Fin de la historia”, “Fin de las ideologías” son los slogans del fatalismo economicista propiciados por la restauración neoconservadora. A esta propuesta le respondieron (¿o le hicieron el juego?) los “nuevos filósofos” y el “pensamiento débil” del postmodernismo, que no solo se encerraron en sus acrobacias retóricas, sino que para colmo formularon una denuncia nihilista de la ciencia. ¿Cómo no desalentarnos y revitalizar el “utopismo razonado”? Este se opone tanto al voluntarismo sin respaldo teórico como al “fatalismo de banquero” que no puede pensar un mundo diferente a sus intereses. El “utopismo razonado” debe restablecer proyectos adecuados a los procesos que se intentan transformar. No se trata que los psicoanalistas se limiten a “remendar la vajilla que rompen los economistas”(Bourdieu) sino que asumamos protagonismo en estos debates cruciales.Como dije al comienzo:para eso estamos.
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