Caminar por el desierto. El Pueblo de Dios.- 27 - 07 - 2019 -

 CRECIENDO EN LA FE...(Envió Juan José Costantino)
...
Nuestro plan de vida es la Ley del Señor»
Imaginemos al pueblo de Israel caminando por el desierto. Un pueblo que ha creído en las palabras de Moisés pero que, por fuerza, debía estar desorientado viendo como su caminar se alargaba en el tiempo, sin ver el final de su peregrinaje por un territorio hostil. Los ánimos debían flaquear y Dios les dará unas pautas de vida que les ayudarán a continuar hacia adelante. Pautas que hoy son tan válidas como entonces ¿Acaso nosotros no tenemos muchas veces la sensación de caminar por el desierto? ¿Nuestro mundo actual no parece un campo yermo para el alma?
Los Diez Mandamientos son toda una declaración de cómo debemos ser y como deben ser nuestras relaciones con Dios. No son metáforas, son realidades tangibles que nos ayudan en nuestro día a día y nos marcan el camino de nuestra vida. Igual que los israelitas harán su camino por el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida, nosotros haremos el nuestro antes de llegar a la Casa del Padre. Y nuestra “guía de viajes” son los Diez Mandamientos, ellos son nuestra hoja de ruta. Es bueno meditarlos de vez en cuando, sin prisas, en presencia del Señor… Es bueno, muy bueno, hacer examen de conciencia (de eso se trata en definitiva) para no perder el norte y seguir la senda que nos indica la brújula que Dios ha puesto en nuestras manos.
«Nuestra alma, tierra fecunda»
Si hermosa es la parábola del sembrador más bella aún es la explicación que Cristo nos ofrece de la misma. Nos va desgranando los distintos estados del alma a la hora de recibir la semilla de la Palabra y las consecuencias de los mismos. Pueden parecer cosas obvias y sabidas pero conviene que las repasemos, que las meditemos, para encontrarnos con nosotros mismos.
Debemos ver donde nos encontramos ¿Al borde del camino, en los límites entre el bien y el mal? ¿O por el contrario nuestra alma está llena de piedras (preocupaciones mundanas, afán de destacar, frivolidades que no conducen a nada) que hacen que olvidemos pronto lo escuchado? ¿Vivimos entre las zarzas del dinero, del afán de éxito, de los placeres fáciles? ¿O somos terreno fértil y abonado que dará fruto? Estoy seguro que todos quisiéramos ser este último tipo de terreno pero… ¿Cómo abonar el campo? Muy sencillo: poniéndonos en manos de Dios, entregándole el barro del que estamos hechos para que Él lo moldee.
En algunas ocasiones he insistido en la necesidad de leer las Escrituras de forma asidua, como parte de nuestra rutina diaria, y buscar su significado, llegar a entenderla. Quince minutos al día para nosotros mismos, para abonar nuestra tierra y estar preparados para acoger la Palabra de Dios y dispuestos a dar el fruto que su semilla siembra en el alma. Os animo a ello, este tiempo de verano, en el que las ocupaciones son menores, es un buen momento para comenzar la tarea de preparar y abonar la tierra. Veréis como pronto comenzáis a ver los resultados.
D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Creciendo en la Fe Todos los derechos reservados a Jesucristo
Descargar imágenes
Reflexiones
Posted: 26 Jul 2019 07:17 AM PDT.................................................................................
------------------------------------------------------------
Roberto Ricardo Baigorri, -envió esta reflexión- 27 - 07 - 2019.
Domingo 28VII2019 XVII Ordinario (C)
+ LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 11,1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos."
Él les dijo: "Cuando oréis decid:
"Padre,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
danos cada día nuestro pan del mañana,
perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos
a todo el que nos debe algo,
y no nos dejes caer en la tentación.""
Y les dijo: "Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle."
Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos."
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"
Palabra de Dios.
REAPRENDER LA CONFIANZA – JOSÉ ANTONIO PAGOLA
Lucas y Mateo han recogido en sus respectivos evangelios unas palabras de Jesús que, sin duda, quedaron muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que las haya pronunciado mientras se movía con sus discípulos por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos.
Probablemente, no siempre reciben la respuesta deseada, pero Jesús no se desalienta. Su confianza en el Padre es absoluta. Sus seguidores han de aprender a confiar como él: «Os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá». Jesús sabe lo que está diciendo pues su experiencia es esta: «quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre».
Si algo hemos de reaprender de Jesús en estos tiempos de crisis y desconcierto en su Iglesia es la confianza. No como una actitud ingenua de quienes se tranquilizan esperando tiempos mejores. Menos aún como una postura pasiva e irresponsable, sino como el comportamiento más evangélico y profético de seguir hoy a Jesús, el Cristo. De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.
«Pedir» es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. Así imaginaba Jesús a sus seguidores: como hombres y mujeres pobres, conscientes de su fragilidad e indigencia, sin rastro alguno de orgullo o autosuficiencia. No es una desgracia vivir en una Iglesia pobre, débil y privada de poder. Lo deplorable es pretender seguir hoy a Jesús pidiendo al mundo una protección que solo nos puede venir del Padre.
«Buscar» no es solo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una Iglesia desconcertada ante un futuro incierto. Lo extraño es no movilizarnos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.
«Llamar» es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla en una cultura premoderna. Lo lamentable es que no nos esforcemos más por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual.

(Cfr. Tenemos Ejemplos. Difusión para docentes y alumnos. Prof. Lic. Luis Angel Maggi).

No hay comentarios:

Publicar un comentario