Discurso religioso en democracia. José Donati. - 05 - 07- 2019 -

Señor director: Diario La Nación, 05- 07 - 2019 -

     Discurso Religioso en democracia
     Aunque generosa, la razonable modesta ración de palabras que cuadran a esta Sección de "La Nación", impiden considerar en toda su dimensión la enjundiosa nota del Dr. Guillermo Jensen "El discurso religioso en democracia" (5/7/19). Con quien no hay sino que concordar por la lamentable visión negativa de los intelectuales al respecto.
     Mas, si se me permite, hay una perspectiva previa a considerar: la raíz del problema es religioso, no político.
Cuestión que, llevada al terreno del "discurso" político, no sólo se envilece en un mar de confusiones, sino que se auto fagocita. Pues presupone no ya un prejuicio intelectual político; sino un prejuicio religioso en guerra religiosa en curso en los últimos siglos.
      Así, a la fe en el "Estado, el Pueblo o la Raza" que se invoca por cierto como origen de los totalitarismos, falta agregar la fe en la misma democracia. Dogma abstracto de los seudo filósofos, herramienta noble pero de doble filo y sibilina manipulación. Idolatrías todas producto de una religión originaria: la de la razón y la ciencia acuñadas en el iluminismo y la modernidad. Al punto que su hijo alado predilecto, el "progresismo", es ideal común, tanto de los totalitarios como de los democratizadores.
       Y su prejuicio intelectual, en tanto religioso, supone llevar la religión a la política agonal, a la lucha por imponerse. Con lo cual la política misma es religión y, por otro, hay una religión excluida per se. La que por esencia no se impone, menos aún edonatin el discurso, el relato o la ideología. Ya sabemos de cuál se trata. 
       En ese ámbito el discurso político, entonces, se vuelve también autofagia y confusión. Confunde el amor personal supremo de la historia de la salvación en curso, la cercanía y presencia real de Dios entre los hombres, con el mero amor social general a los pobres. Algo bueno en sí, pero vicario de aquél de cercanía, en el mejor de los casos. En soledad, generalidad discursiva y omisión es rebelión, desesperación, no revelación. 
        Y esta última palabra es precisamente la que repugna a la social democracia y por eso no hay discurso ni diálogo posible. Porque se tilda de fundamentalismo lo que es fundamento, y de arcaico tradicionalismo lo que es amor personal.
       José Humberto Donati - DNI 6136319 - donatijh@gmail.com
        

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