Guillermo Marcó. - Clarín. - 09 - 10 - 2019.
"Peregrinar es un gesto enraizado profundamente en los orígenes de lo religioso. Frecuentemente se asocia las expresiones de fe con el estar quieto, inmóvil, sea rezando o participando de alguna celebración. En cambio, peregrinar pone a la persona religiosa en movimiento. Se sale de un santuario para llegar a otro. El pueblo judío peregrinaba para las grandes fiestas al templo de Jerusalén. El Islam tiene como uno de sus cinco pilares peregrinar a La Meca al menos una vez en la vida, si la salud y su situación económica se lo permiten.
El pueblo cristiano peregrinaba antiguamente a Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. Y lo sigue haciendo actualmente con las facilidades que permite la modernidad. En el caso del camino de Santiago, una tradición secular que mantiene una vigencia increíble, es incluso una experiencia que realizan personas de todos los credos y hasta sin fe.
En el caminar se experimenta la vida. Se sale con entusiasmo entre cantos y con la frescura del “todo por delante” como dice el Salmo 121: “Que alegría cuando me dijeron: ´Vamos a la casa del Señor´, ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén…”. Los kilómetros recorridos van sumando cansancio, comienzan a flaquear las fuerzas y aparece la tentación de dejar: ¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Vale la pena? En general, la gente camina con un propósito, una intención o algo que quiere agradecer… Eso es, en general, lo que sostiene para seguir en el camino.
Cuando uno peregrina camina con otros; en el cansancio se experimenta la necesidad del “otro” que nos saca de la autosuficiencia, que podríamos sintetizar en la expresión: “Yo llego solo”. Es que al experimentar que necesitamos de los otros valoramos la compañía de quien nos alienta y hasta llegado el caso, literalmente, nos carga para que podamos llegar.
El pueblo cristiano peregrinaba antiguamente a Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. Y lo sigue haciendo actualmente con las facilidades que permite la modernidad. En el caso del camino de Santiago, una tradición secular que mantiene una vigencia increíble, es incluso una experiencia que realizan personas de todos los credos y hasta sin fe.
En la peregrinación juvenil a Lujan -este año se cumplió la edición número 45- hay muchísimos que no participan caminando, pero se organizan para que los demás puedan llegar. De hecho, hay más de 60 puestos sanitarios con voluntarios que brindan asistencia gratuita al borde del camino. También hay miles de grupos de apoyo de las diferentes parroquias que prestan un servicio previendo las paradas de su comunidad, trasladándose anticipadamente para que cuando lleguen tengan donde recostarse, algo para beber y comer, baños señalizados, alquilando los micros para el regreso y, por sobre todo, dando una palabra de aliento.
Una peregrina de nuestro grupo -la Pastoral Universitaria de la ciudad de Buenos Aires- escribía el pasado fin de semana: “Otro peregrino que me llevo casi todo el último tramo siempre me repetía: ´Dale que María nos espera´. Nunca lo sentí tan cierto. Si bien entrar a la basílica y verla ahí, cómo nos esperaba con los brazos abiertos, fue increíble, María también nos esperaba en los brazos de cada uno de ustedes, los del micro de apoyo; eran su reflejo más grande dedicado al servicio. ¡Así que muchas gracias por eso también!”.
María es una mujer con poder. Ella convoca cada año a cerca de 1.200.000 personas para algo arduo: caminar más de 60 Km hasta su santuario. Y que constituye un desfile incesante de gente, la mayoría jóvenes que van a una peregrinación organizada por la Iglesia Católica, que llega a la basílica a rezar, confesarse y participar de la misa. Allí el dolor por semejante caminata se vuelve redentor de nuestras debilidades y pecados. La gente se siente escuchada por la Virgen y se va con paz en medio de tanto conflicto que trae la vida.
Este año se rezó por la unidad de los argentinos. “Madre, ayúdanos a unirnos como pueblo”, fue el lema que, como siempre, surgió de la consulta a muchos fieles en los meses previos a la marcha. Los que caminan pertenecen a todas las clases sociales, a los mas diversos espacios políticos y variados equipos de futbol. Sin embargo, caminan unidos ya que la fe es superadora de las divisiones de todo tipo que se dan en la vida. Al menos por un rato las diferencias quedan de lado para elevar juntos una oración pidiendo por nuestro presente y nuestro futuro a la patrona de todos los argentinos
(Cfr. Tenemos Ejemplos. Difusión para docentes y alumnos. Prof. Lic. Luis Angel Maggi).
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