¿Católico y Masón? - 02 - 10 - 2019.-

¿Católico y masón?

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La masonería atrae a muchos católicos, aunque la Iglesia lo prohíba

Al día de hoy la masonería atrae a muchos católicos, desgraciadamente, aunque la Iglesia prohíba que nos volvamos masones. Con todo el respeto que debemos a cada persona, frente a su opción, debemos no obstante, recordarles a los que quieren ser auténticamente católicos, que la afiliación a la masonería está considerada por la Iglesia católica “pecado grave”, ya que las concepciones de Dios y la religión, así como el proceso de iniciación secreta impuesto a los nuevos miembros, no corresponden con las nociones del cristianismo relativas a Dios y a los sacramentos, principalmente.
La Iglesia tiene una posición oficial sobre el asunto, que fue hecha por el pronunciamiento de la Santa Sede el 26/11/1983, con ocasión de la promulgación del actual Código de Derecho Canónico por el Papa Juan Pablo II. Esta es la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que fue firmada por su prefecto, el cardenal Joseph Ratzinger y Fr. Jérome Hamer, su secretario:
Se ha presentado la pregunta de si ha cambiado el juicio de la Iglesia respecto de la masonería, ya que en el nuevo Código de Derecho Canónico no está mencionada expresamente como lo estaba en el Código anterior.
 
Esta Sagrada Congregación puede responder que dicha circunstancia es debida a un criterio de redacción, seguido también en el caso de otras asociaciones que tampoco han sido mencionadas por estar comprendidas en categorías más amplias.
 
Por tanto, no ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto de las asociaciones masónicas, porque sus principios siempre han sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia; en consecuencia, la afiliación a las mismas sigue prohibida por la Iglesia. Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión.
 
No entra en la competencia de las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba, según el sentido de la Declaración de esta Sagrada Congregación del 17 de febrero de 1981 (cf. AAS 73, 1981, págs. 230-241; L’Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 8 de marzo de 1981, pág. 4).
 
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al cardenal Prefecto abajo firmante, ha aprobado esta Declaración, decidida en la reunión ordinaria de esta Sagrada Congregación, y ha mandado que se publique”.Roma, en la sede de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 26 de noviembre de 1983.
 
Es importante notar que la Declaración de la Santa Sede afirma que están en estado de pecado grave, y no pueden acercarse a la sagrada comunión. Esto es muy serio para los católicos. Y es la palabra oficial de la Iglesia sobre la cuestión. El número 386 de la Revista “Pregunte y responderemos”, del autor Estevão Bittencourt, en las páginas 323 a 327, aporta un ilustrativo artículo sobre el asunto. En este artículo Bittencourt, de reconocida seriedad y competencia, teólogo renombrado, afirma:
La masonería profesa la concepción de Dios llamada “deísta”, o sea, la que la razón natural puede alcanzar; admite la religión en la que todos los hombres están de acuerdo, dejando a cada cual sus opiniones particulares. Esta noción de Dios y de religión es vaga y no concuerda con el pensamiento cristiano, que reconoce a Jesucristo y las grandes verdades reveladas por Él.
Además de eso, tanto la masonería regular como la irregular tienen su proceso de iniciación secreta. Proponen el perfeccionamiento ético del hombre a través de la revelación de doctrinas reservadas a pocos y recibidas de los grandes iniciados del pasado entre los cuales algunos masones colocan al propio Jesucristo. Celebran también ritos de índole secreta o esotérica, que se manifiestan y aplican a los miembros novatos en la medida en que progresan en los grados de iniciación. Ahora, un proceso tal de formación contrasta con lo que el cristianismo profesa: éste no conoce verdades ni ritos reservados a pocos, no tiene nada de oculto o esotérico.

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