Rechazar el revisionismo histórico en Argentina en nombre de los Derechos Humanos
“El odio es una tristeza acompañada por la idea de una causa exterior”[1]
El revisionismo es una corriente ideológica que haciendo uso político de la historia, sin aceptar la actitud crítica y racional de esa disciplina, tiene como objetivo instalar una historia oficial, negando, minimizando o contestando, en el caso argentino, los atentados, secuestros, crímenes, delitos, cometidos por las organizaciones terroristas de los 70. El argumento de los revisionistas detentores de un relato es en la práctica la negación como mecanismo de defensa, rechazando aspectos de la realidad que se consideran desagradables, no reconociendo la responsabilidad de hechos ni su existencia. Los medios de acción utilizados son, la propaganda, la manipulación, la desinformación, reemplazando a la Verdad, la Realidad con argumentos inexistentes o superficiales
- Estos defensores de una tautología ideologizada aprovechan la impresión de una verdad para comunicar falsas ideas, sus argumentos son en realidad un sofisma con la finalidad de inducir en error a la sociedad y la comunidad internacional. Pese a esas mentiras, obtuvieron la decisión política de violar los principios constitucionales, convencionales y los derechos humanos de los actores socio-profesionales que en esa época no integraban los grupos terroristas. Es un crimen de Estado, se violan las obligaciones positivas.
En las innumerables acciones que desarrollan las llamadas ONG, militantes de derechos humanos o medios de comunicación como Cels, Madres, Abuelas, Hijos, AEDD, APDH, sitios alternativos, Pagina 12, se puede constatar la utilización del método revisionista, en cuanto buscan invertir roles, responsabilidades, en el sistemático ocultamiento de los hechos históricos, al calificar a los integrantes de las organizaciones terroristas de los 70, como “jóvenes idealistas”, héroes de una resistencia inexistente, pacifistas, humanistas… Otros, avanzan aún más, como el ex montonero Horacio González, quien propuso, de forma cínica e irresponsable, se realice una valoración positiva del terrorismo de los años 70 en Argentina https://www.casppafrance.org/2019/09/el-sr-horacio-gonzalez-y-la-valoracion.html?spref=bl o cuando se decretó por Ley 14910 la historia oficial en la Provincia de Buenos Aires https://www.informadorpublico.com/wp-content/uploads/2018/03/Ley-14910-Pcia-BsAs.pdf. En el mes de marzo 2019, diputado Guillermo Ricardo Castello, presentó un proyecto de derogación de la ley 14910 (Expte D 851/19-20), que lucha contra ese flagelo https://intranet.hcdiputados-ba.gov.ar/proyectos/19-20D851012019-03-2716-57-46.pdf
- “La verdad es lo real, es lo que se constata, lo que se ve, se escucha, lo que podemos medir nosotros mismos después de haberla aprehendida de manera subjetiva y singular. La verdad se encuentra en la realidad. Es el pensamiento empírico que se basa en lo real para producir la verdad” (Michel Onfray, Théorie de la Dictature, Ed. Robert Laffont, 2019). Pero, sobre todo la verdad no es cierta, verdadera, o realidad, porque lo dice o afirme un grupo político, de expertos o un partido.
La historia no se determina por decisión política o legislativa, borrando el pasado, aboliendo la verdad, suprimiendo la historia objetiva completa, impidiendo el conocimiento de eventos pasados a través de la investigación científica, negando el juicio crítico. La verdad histórica (testimonio de lo real) no la impone ni la crea la subjetividad de testimonios o leyes. Son los historiadores que deben confrontar sus investigaciones, oponer tesis, analizar y validar hechos históricos, pero jamás el Estado puede imponer una dictadura de la historia oficial como dogma porque significaría decretar la muerte de la historia real e ignorar hechos, indultar verdaderos culpables o acusar inocentes reales.
Lejos de ser sinónimas, historia y memoria se oponen diametralmente. La memoria divide, pero de manera profunda “la memoria es la vida en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de sus deformaciones sucesivas y vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, tiende a sacralizar los recuerdos... Por el contrario, la historia es “una representación del pasado”, una operación intelectual que analiza, criba, compara y critica. La historia “pertenece a todos y a nadie, y eso le da una vocación universal”. (Pierre Nora[2])
- El filósofo Tzvetan Todorov recuerda que “hay que utilizar la memoria, no para limitarse a su desgracia y dar lecciones de moral, que es la postura más fácil, sino para ir de su propia desgracia a la desgracia de los demás, y no reclamar para sí el estatus exclusivo de ex víctima. Es más meritorio, luchar contra las injusticias presentes, en la cual podemos buscar la causa en el pasado, en lugar de siempre quejándose de su mala suerte al afirmar que es único, incomparable con la desgracia de los demás”[3]
La justicia, es reconocida como un conjunto de valores esenciales que son pilares de la sociedad y el Estado o de normas codificadas aplicadas por los jueces para impartir justicia, proteger los derechos…Las militantes de derechos humanos no pueden ignorar que “la justicia es un ideal de responsabilidad y equidad en la protección y reclamación de los derechos y la prevención y el castigo de las infracciones. La justicia implica tener en cuenta los derechos del acusado, los intereses de las víctimas y el bienestar de la sociedad en su conjunto. La comunidad internacional ha venido colaborando durante más de medio siglo para estructurar en forma colectiva los requisitos sustantivos y procesales de la administración de justicia”[4] .
Los sucesivos gobiernos desde los años 90, por beneficios políticos y con el apoyo de las mal llamadas asociaciones de derechos humanos, impusieron un relato ucrónico en una Argentina donde reina la confusión, la mentira, la venganza judicial, las ventajas políticas. Así, la sociedad súbitamente se encontró con los mensajeros de los derechos humanos que descendiendo de la montaña traían la falsa verdad de lo ocurrido en los 70: en Argentina jurídicamente no hubo crimen de genocidio, no hay negacionismo, jurídicamente no existe el concepto o delito de Terrorismo de Estado que es una definición política e ideológica, el número de 30000 desaparecidos no tiene validación jurídica ni empírica...
El revisionismo busca imponer una verdad política-ideológica, prohíbe la confrontación democrática, histórica, jurídica de hechos existentes, politiza la historia, fomenta el odio, la injusticia, la mentira. Crea un enemigo, busca controlar el pasado para controlar el presente y el futuro donde la moral remplace la historia y la justicia. Ese proyecto viola principios constitucionales, convencionales, el principio de libertad de expresión, de opinión, de pensar libremente sus ideas, censura toda actividad de investigación e interpretación histórica. Es una violación a los derechos humanos. Paris, 30 septiembre 2019. Casppa France.
Prof. Mario Sandoval, Presidente Casppa France www.casppafrance.org, @CasppaF, https://www.facebook.com/casppa01/ Dra. María Elena García, Presidenta DDHHPP www.ddhhpp.org , ddhhyjusticia@gmail.com
[1] Espinosa, (1677) Ética III del Origen y de la Naturaleza de los afectos, proposición 13, in Ética demostrada según el orden geométrico.
[3] Los abusos de la memoria, Tzvetan Todorov. Barcelona, Ed. Paidós, 2000
[4] Consejo de Seguridad. Informe del Secretario General de la ONU, S/2004/616, del 03 agosto 2004..........................................................................................................................................................................................
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