Cuando estudiamos la historia de nuestro país, reconocemos a San Martín, a Güemes y a Belgrano. Cuando estudiamos la historia de otros países, leemos sobre Napoleón, Churchill y Mandela. Aprendemos de sus vidas, de sus familias y de sus hazañas pero poco aprendemos de los equipos que estaban acompañando esos procesos. Pareciera que somos el resultado de líderes individuales. Si leemos sobre liderazgo, seguramente nos encontremos con personas extraordinarias que se destacaron en algún ámbito: desde Steve Jobs a Messi. Aunque la utilicemos poco en nuestro día a día, la idea de liderazgo está íntimamente relacionada con estrellas exitosas y el mundo empresarial.
Lo tenemos internalizado (consciente o inconscientemente): el éxito es esforzarse más, trabajar duro y hacer sacrificios. Siempre solos. Si algo no funciona, somos muy rápidos para encontrar al culpable. Si algo sale como esperamos, celebramos al héroe. Nuestro modelo mental nos dice que los desenlaces, ya sean positivos o negativos, son responsabilidad personal exclusiva. ¿Qué pasaría si pensáramos el liderazgo de otra manera? Si pensáramos el liderazgo como una acción colectiva, personas que trabajan juntas potenciándose a partir de sus diferencias (en vez de inmovilizarse por eso).
Juntarnos, mirarnos, escucharnos. Entender la realidad a través de la mirada de todos, que no es lo mismo que la suma de las partes. Sabemos que nuestro poder en colectivo es mucho más fuerte que el poder individual, y el poder en un colectivo diverso es transformador. No es una respuesta fácil pero sin un diálogo representativo no vamos a poder construir un futuro que sirva para todos. Lo lógica de héroes y bandos rivales nos lleva a finales personalistas y pendulares. En nuestro país tenemos muchos ejemplos de estas lógicas, las vivimos (y las reforzamos) desde pequeños. ¿Qué pasaría, entonces, si en la escuela estudiáramos la historia diferente? Si aprendiéramos que somos el resultado de multitudes y que estamos atravesados por aquellos a los que se ha visibilizado pero también por los que no.
Lionel Messi. Foto: AFP
Sobre todo, ¿qué pasaría si construimos nuestro futuro con menos héroes y más comunidad? No necesitamos estrellas que arreglen nuestros problemas, necesitamos personas que se reconozcan, sanen y se empoderen colectivamente para cambiar la realidad. Necesitamos sentarnos todos (el todos más amplio y diverso posible) para soñar el futuro y reimaginar Argentina.
Por ahora, en la escuela no podemos elegir qué historia aprender pero la democracia nos da la posibilidad de volver a las aulas justamente para eso, para elegir. A veces da la sensación de que las boletas son la versión ilustrada y presente de esa genealogía de héroes del pasado, algunas pocas caras individuales en primer plano.
Para alcanzar el futuro que soñamos, entonces, va a ser necesario dejar atrás la historia pero también el presente de los grandes héroes. Si queremos elegir un protagonista, que sea el liderazgo colectivo, solo así ganaremos todos.
Magdalena Fernández Lemos es Directora Ejecutiva de Enseñá Por Argentina
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