Jorge Oviedo enHistoria de la Confederacion Argentina Rosas, e historia rioplatense.
ENERO 21- 2020.
LOS ARGENTINOS NO SOMOS CONSCIENTES DEL ENORME SIGNIFICADO DE LAS MISIONES JESUITICAS
La aventura humana de los hombres de la Compañía de Jesús en Sudamérica, en tiempos coloniales, fue tal vez el único caso de una utopía hecha realidad, aunque sea una contradicción de términos. Así lo expusieron varios especialistas en el Seminario internacional “Misiones jesuíticas. Nueva miradas”
La utopía tiene lugar. Llega para dejar de serlo. Una experiencia misionera que pronto alcanzaría la categoría de utopía que tuvo lugar, aunque suene contradictorio. Esta utopía viene de las Leyes de Indias. Los jesuitas no inventaron nada. Creyeron que era posible aplicar la ley”, dijo el jesuita Bartolomeu Meliá, antropólogo y lingüista radicado en Paraguay desde la década del 50.El historiador Ernesto Maeder, de la Universidad del Nordeste (Resistencia, Chaco), dijo que para desarrollar lo que fue “un fenómeno civilizatorio de primera magnitud”, los jesuitas se ampararon en las propias Leyes de Indias, “que eran buenas”, pero no se cumplían. “Los jesuitas se encuentran con la brutalidad del sistema de encomienda y el incumplimiento de las leyes”, dijo
De ese encuentro, nacerán las reducciones. “La reducción era la aplicación concreta de las Leyes de Indias -explica Meliá-; se reunía a los indígenas para civilizarlos, evangelizarlos y darles una economía de subsistencia que contrariaba los intereses esclavistas del Brasil
afectaba las relaciones de explotación que los encomenderos españoles mantenían con los indios”.
Será el propio éxito de la experiencia una de las causas de su ruina: despertaron demasiado recelo, incluso en el seno del clero secular. El crecimiento de las reducciones fue muy rápido, geográficamente ocuparon un espacio enorme y demográficamente llegaron a tener más población que la de las ciudades de la región sumadas. Crearon pueblos prósperos, que se autoabastecían, tan organizados que apenas uno o dos miembros de la Compañía alcanzaban para administrar cada uno de ellos, de alrededor de 4 mil habitantes. El florecimiento cultural fue otra de las notas destacadas de esta experiencia: los jesuitas enseñaron el arte de la imaginería a los aborígenes, desarrollaron una arquitectura admirable, pero también dieron forma escrita al guaraní, y crearon las primeras imprentas en la colonia, al punto que se imprimían libros en las misiones antes que en Buenos Aires
La aventura humana de los hombres de la Compañía de Jesús en Sudamérica, en tiempos coloniales, fue tal vez el único caso de una utopía hecha realidad, aunque sea una contradicción de términos. Así lo expusieron varios especialistas en el Seminario internacional “Misiones jesuíticas. Nueva miradas”
La utopía tiene lugar. Llega para dejar de serlo. Una experiencia misionera que pronto alcanzaría la categoría de utopía que tuvo lugar, aunque suene contradictorio. Esta utopía viene de las Leyes de Indias. Los jesuitas no inventaron nada. Creyeron que era posible aplicar la ley”, dijo el jesuita Bartolomeu Meliá, antropólogo y lingüista radicado en Paraguay desde la década del 50.El historiador Ernesto Maeder, de la Universidad del Nordeste (Resistencia, Chaco), dijo que para desarrollar lo que fue “un fenómeno civilizatorio de primera magnitud”, los jesuitas se ampararon en las propias Leyes de Indias, “que eran buenas”, pero no se cumplían. “Los jesuitas se encuentran con la brutalidad del sistema de encomienda y el incumplimiento de las leyes”, dijo
De ese encuentro, nacerán las reducciones. “La reducción era la aplicación concreta de las Leyes de Indias -explica Meliá-; se reunía a los indígenas para civilizarlos, evangelizarlos y darles una economía de subsistencia que contrariaba los intereses esclavistas del Brasil

Será el propio éxito de la experiencia una de las causas de su ruina: despertaron demasiado recelo, incluso en el seno del clero secular. El crecimiento de las reducciones fue muy rápido, geográficamente ocuparon un espacio enorme y demográficamente llegaron a tener más población que la de las ciudades de la región sumadas. Crearon pueblos prósperos, que se autoabastecían, tan organizados que apenas uno o dos miembros de la Compañía alcanzaban para administrar cada uno de ellos, de alrededor de 4 mil habitantes. El florecimiento cultural fue otra de las notas destacadas de esta experiencia: los jesuitas enseñaron el arte de la imaginería a los aborígenes, desarrollaron una arquitectura admirable, pero también dieron forma escrita al guaraní, y crearon las primeras imprentas en la colonia, al punto que se imprimían libros en las misiones antes que en Buenos Aires
TEXTO ESCRITO POR CLAUDIA PEYRO
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