Tucumán,"La Fiesta de los Patriotas".(-1816-2016-) - 15 - 01- 2020.-

La fiesta de los patriotas.Secretaria de Estado de Comunicación Pública

La fiesta de los patriotas
El día 9 de julio de 1816 en San Miguel de Tucumán, luego de que los congresales presentes declararan unánimemente la Independencia de las Provincias Unidas en el Sud, no hubo fiesta, pero todos se prepararon para las celebraciones del día siguiente.
Los actos empezaron a eso de las nueve de la mañana con una misa celebrada por el sacerdote Castro Barros, congresal en representación de la provincia de La Rioja. Asistieron todos los diputados, el gobernador Bernabé Aráoz y el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón.
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Era miércoles, pero por el clima festivo de los vecinos que esperaban en la plaza parecía domingo. Unos con ponchos y botas, otros con galeras y chaquetas, escuchaban a los cantores que interpretaban cielitos y zambas que tenían como tema principal la Independencia, aunque se mezclaban también en su repertorio canciones populares.
Después de la misa los congresales tenían que seguir trabajando ya que quedaban varios asuntos por resolver. No obstante, se hicieron tiempo para compartir con la gente y volvieron a sus tareas. Pero tuvieron que hacerlo en la casa del gobernador Aráoz, porque el salón principal de la Casa de la Declaración de la Independencia estaba siendo preparado y adornado para el baile de la noche.
En la casa del gobernador, tras una breve sesión, nombraron a Martín Pueyrredón Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y designaron a Manuel Belgrano general en Jefe del Ejército del Alto Perú, en reemplazo de José Rondeau, muy desprestigiado tras la derrota de Sipe-Sipe.
El Director Supremo partió esa misma tarde para Córdoba donde lo esperaba el general José de San Martín para tratar un tema secreto. El contenido de las conversaciones, que duraron dos días y trascendieron después, giraron alrededor de la estrategia continental del libertador, que consistía en cruzar los Andes, conseguir la Independencia de Chile y, desde ahí, por mar tomar Lima, el corazón del poder político y militar del imperio español en América.
El patriota nacido en Yapeyú, y educado militarmente en España, había preparado este plan durante años, teniendo muy en cuenta un manuscrito de 47 páginas que había sido elaborado por el general inglés Thomas Maitland en 1800, que recomendaba exactamente el mismo itinerario militar que él años después realizaría en su campaña libertadora.
La ciudad de Tucumán estaba llena de flores, guirnaldas y banderas. Por la noche se armaron varias peñas y bailes de festejo. Se había esperado mucho para declarar la Independencia y la gente quería expresar su alegría.
En la hoy Casa Histórica el baile se armó en el salón principal. Allí estaba la orquesta y algunos paisanos guitarreros. Se bailaba minué, pero también zamba. Entre los que bailaban, se destacaba el general Belgrano, que no se separó en toda la noche de la agraciada Dolores Helguera, la fututa madre de su hija.
En un momento de la fiesta se decidió elegir a la reina de la fiesta. Se armó un jurado y salió electa Lucía Aráoz a la que llamaron desde entonces “la rubia de la Patria”. Lucía, que entonces tenía once años, era hija de Diego Aráoz un primo del gobernador Bernabé Aráoz.
La poderosa familia Aráoz con fuerte presencia en la historia política de la provincia participó activamente en las luchas por la independencia. Uno de sus integrantes el sacerdote Pedro Miguel Aráoz, hermano de Bernabé, fue representante de la provincia en el Congreso que declaró la Independencia. En 1812 ambos hermanos integraron la comisión de vecinos que entrevistó, primero a Balcarce y luego a Manuel Belgrano, para convencerlo de que se estacionara con el Ejército del Norte en Tucumán y librara combate contra los realistas. Consecuentemente, los dos Aráoz participaron junto a su sobrino Gregorio Aráoz de Lamadrid, y otros miembros de su familia en la Batalla de Tucumán
Tras el baile el gobernador BernabéAráoz pensó que la fiesta había sido para unos pocos y que no estaba nada mal armar uno bien grande para todo el pueblo de la ciudad. La fecha fijada fue el 25 de julio. Primero hubo un desfile militar y varios discursos, entre los que se destacó el de Belgrano, que conmovió mucho a la concurrencia. Allí, el general exaltó los valores de la libertad, rindió homenaje a los caídos en la lucha por la Independencia y presentó en público su idea de una monarquía constitucional en Sudamérica que estuviese gobernada por un príncipe inca.
La idea de Belgrano, que suponía un reconocimiento a la presencia insoslayable de los pueblos originarios en la geografía de la nación que nacía (todavía con límites imprecisos), era acompañada con distintos grados de firmeza por varios patriotas, entre otros, San Martín y Güemes. Si bien esa posición no se impuso en el Congreso Nacional realizado en Tucumán dentro de él tenía sus defensores. Uno de ellos fue el sacerdote y congresal tucumano Juan José Thames. Para el sacerdote proclamar un rey inca significaba “la restitución, al poseedor y dueño, de lo que se despojó por violencia”.

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