Trabajo y no caridad para las damas.
Manuel Belgrano fue el octavo hijo de los dieciséis que tuvieron sus padres, con tres hermanas mayores María Josefa, María Josefa Juana, María Josefa Anastasia, y otras cuatro menores María del Rosario, Juana María Nepomucena, María Ana Estanislada y Juana Francisca Josefa. Su madre doña María Josefa había recibido instrucción y sabía leer y escribir como lo aprenderían sus hijas, cosa no frecuente en la época.
Conocía Belgrano perfectamente las necesidades educativas de la mujer desde su propio hogar, su bisabuelo materno don Juan Alonso González de Aragón, muerto dos años antes de su nacimiento en 1768. Había fundado la Hermandad de la Santa Caridad, a poco de enviudar se había ordenado sacerfote y a su muerte su hijo el Pbro. Juan González de Islas continuó la obra. Abel Cháneton no sin razón afirma del primero que fue "la más alta figura en los fastos de la asistencia social en Buenos Aires". A su iniciativa se creó en 1755 el Colegio de Huérfanas, que como todas sus creaciones pudo subsistir "nunca faltó la ayuda de los vecinos para la manutención diaria".
ESCUELAS GRATUITAS
El 15 de junio de 1796 Belgrano leyó su primera Memoria en la que dedicó este párrafo a la educación de la mujer: "Deben poner escuelas gratuitas para las niñas donde se les enseñase la Doctrina Cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc. y principalmente inspirarles el amor al trabajo para separarlas de la ociosidad tan perjudicial más en las mujeres que en los hombres. Entonces, las jóvenes aplicadas usando de sus habilidades, en sus casas, o puestos a servir no vagarán ociosas, ayudarán a sus padres, o los descargarían del cuidado de su sustento; lejos de ser onerosas en sus casas la multitud de hijos haría felices las familias".
En aquellos tiempos era necesaria una dote para casarse, por lo que sostuvo más adelante: "Con el trabajo de sus manos se irían formando peculio para encontrar pretendientes a su consorcio; criadas de esta forma, serían madres de una familia útil y aplicada; ocupadas en trabajo que les sería lucroso tendrían retiro, rubor y honestidad".
El cuidado de estos establecimientos se los confiaba a hombres y mujeres "que por hubiesen mostrado su habilidad" y una conducta irreprochable, pero lo importante es la posibilidad de colocar al frente del mismo a una mujer. En esa misma Memoria sugirió "el establecimiento de escuelas de hilazas de lana para igualmente desterrar la ociosidad y remediar la indigencia de la juventud de ambos sexos. (...) Con él se daría ocupación a las gentes pobres, y especialmente a los niños, y aún a aquellas que no pudiesen abandonar sus casas se les podrían franquear la lana y utensilios para su hilado".
Tanto interesó el tema que así como su padre había sido un sostén del Colegio de Huérfanas, él instituyó a través del Consulado diciendo: "Jamás me cansaré de recomendar la escuela y el premio; nada se puede conseguir sin estos".
En la Memoria de 1797, propuso la explotación del cultivo del lino y del cáñamo, y aclarando que ambos materiales, antes de ponerlos en el telar, pasaban "por una porción de operaciones, ya propias del labrador como son la siembra, siega, remojo, conocimiento a beneficio del sol, seca, ponerlo a fuerza de maza en fibras, ya propias de las mujeres de éstos y otras gentes".
En tiempos en que se habla de las industrias familiares, Belgrano como en tantos otros aspectos es un adelantado a su época, cuando pretende dar trabajo y no caridad, porque lo primero eleva la moral de las personas.
Escribió esto: "Ved aquí un recurso para que trabajen tantos infelices y especialmente el sexo femenino, sexo en este país, desgraciado, y expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las enfermedades que de ella se originan, expuesta a la prostitución de donde resultan tantos males a la sociedad, tanto por servir de impedimento al matrimonio como por los funestos efectos con que castiga la naturaleza este vicio: expuesto a tener que andar mendigando de puerta en puerta un pedazo de pan para su sustento".
Una década más tarde Pierre Gicquel afirmó que en Montevideo: "Hubo 59 niños blancos expuestos durante mis 13 meses de estadía sin que se conociera una señorita encinta. Sobre este artículo las mujeres de este país se guardan bien el secreto".
MISERABLE SITUACION
Sin duda los efectos de los que se preocupaba Belgrano los hacía notar en esa Memoria: "Los males que sufre este miserable sexo por falta de trabajo. Testigo soy de los empeños y el afán con que muchas familias buscan en que emplearse y nada prueba más la multitud de ellas que los precios tan cómodos en que hacen sus costuras, única ocupación que les queda y que como es notorio está tan decaída". Volvía a insistir más adelante "el lino y el cáñamo, como ya he dicho, tiene operaciones varias, y muchas de ellas pueden ejecutarlas las mujeres, y en efecto la ejecutan en los países en que se cultivan estos ramos, y se fabrican sus materias".
Sin duda los efectos de los que se preocupaba Belgrano los hacía notar en esa Memoria: "Los males que sufre este miserable sexo por falta de trabajo. Testigo soy de los empeños y el afán con que muchas familias buscan en que emplearse y nada prueba más la multitud de ellas que los precios tan cómodos en que hacen sus costuras, única ocupación que les queda y que como es notorio está tan decaída". Volvía a insistir más adelante "el lino y el cáñamo, como ya he dicho, tiene operaciones varias, y muchas de ellas pueden ejecutarlas las mujeres, y en efecto la ejecutan en los países en que se cultivan estos ramos, y se fabrican sus materias".
Por si no fuera suficiente lo dicho en la misma Memoria, y como nota al pie de página, agrega: "Parecerá una paradoja esta proposición, a los que deslumbrados con la general abundancia de este País no se detienen a observar la desgraciada constitución del sexo débil. Yo suplico al lector que esté poseído de la idea contraria, examine por menor cuáles son los medios que tiene aquí la mujer para subsistir, qué ramas de industria hay a que se pueda aplicar, y le proporcionen ventajas, y de qué modo puede reportar utilidad de su trabajo: estoy seguro que a pocos pasos que dé en esta aspereza, el horror le retraerá, y no podrá menos que lastimarse conmigo de la miserable situación del sexo privilegiado, confesando que es el que más se debe atender por la necesidad en que se ve sumergido, y porque de su bienestar que debe resultar de su aplicación, nacerá, sin duda, la reforma de las costumbres y se difundirá al resto de la sociedad".
En la Memoria del 1798 informó "los premios que destinó para las niñas huérfanas del Colegio de esta capital; uno a la de 16 años para arriba, que obtuviese el segundo lugar en el hilado de una libra de algodón, igual, delgado y pastoso; y otro a la niña de 16 para abajo, que tuviese el primer lugar en esta misma operación, para contribuir a la aplicación y amor al trabajo de unas niñas que con el tiempo pueden llegar a ser útiles al Estado".
Según constancias el premio consistió en setenta pesos en metálico que en el año 1798 en que recibieron la distinción las alumnas María de Jesús y Eugenia López cuyas "hilazas quedarán archivadas para que haya constancia del útil trabajo de estas niñas".
La prédica de Belgrano por la mujer sería permanente. En julio de 1810 en el Correo de Comercio escribía: "El bello sexo no tiene más escuela pública en esta capital que la que se llama de S. Miguel, y corresponde al Colegio de huérfanas, de que es maestra una de ellas: todas las demás que hay, subsisten a merced de lo que pagan las niñas a las maestras que se dedican a enseñar, sin que nadie averigüe quiénes son, y qué es lo que saben".
No va a faltar oportunidad para seguir tratando este tema, pero sin duda en las vísperas del Día de la Mujer, puede afirmarse sin duda alguna que Belgrano fue un pionero en reafirmar sus derechos a la educación y al trabajo en su tiempo.
El Prócer fue también un pionero en reafirmar los derechos de las mujeres a la educación.
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