Un negro al servicio de la Patria. Regimiento de castas. -1°-03-2020.

CULTURA.

- Por Roberto L. Elissalde *

Batallón, un negro al servicio de la Patria

Al cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento del general José de San Martín, el autor pone el foco aquí en un personaje injustamente olvidado. Y en él, a todos los anónimos que sirvieron en el 
Ejército en el siglo XIX.
A fines del siglo XVIII llegó al puerto de Buenos Aires un barco con su carga de negros procedente de África, entre los que se encontraba uno que habría de pasar a la historia con el nombre de Batallón. Quizás ese apodo provino de su participación en distintas acciones que comenzaron en las invasiones británicas de 1806 y 1807 y finalizaron en la batalla de Pavón, en 1861. Más de medio siglo sirviendo bajo una misma bandera. Sucede que en esos años no hubo una sola unidad del Ejército que no contara con gente de color o afrodescendientes. Junto con los gauchos, fueron esos carne de cañón de nuestras guerras, como decía Octavio R. Amadeo.
De los aproximadamente 5.000 efectivos con que contaba el Ejército de los Andes, alrededor del 40 por ciento era gente de color. El mismo José de San Martín tuvo trato muy cercano con algunos de ellos y, valiéndose de su prestigio, alguna vez les dijo que si los realistas vencían ellos serían de nuevo esclavos, con lo que los incentivó para que lucharan aún con más brío y valor. Dicho sea de paso, un mulato, José Gil de Castro, lo retrató a él y a muchos de los oficiales de la campana libertadora y era uno de los mejores en su oficio, muy solicitado por las sociedades peruana y chilena.

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Cuando San Martín marchó a Buenos Aires desde Santiago de Chile, después de la batalla de Chacabuco, en marzo de 1812, al pasar por el lugar donde estaban enterrados muchos libertos que integraban el 8 de infantería, exclamó: “¡Pobres negros!”
Los negros llegaron a tener avanzada edad. Marcos de Estrada recuerda a Cayetano Pelliza, que llegó a los 115 años: Matías Rosas murió en el hospital de Dolores a los 121; Mariana Artigas en Montevideo a los 130; y María Demetria Escalada de Soler, esclava de San Martín que lo acompañó a Chile, terminó sus días a los 120 años.

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Batallón fue dado de baja del Ejército cuando contaba 90 años. Tenía los cabellos blancos y su cuerpo lucía muchas cicatrices, como condecoraciones de batallas y encuentros memorables.
Recordaba con especial aprecio al general Las Heras. Acostumbraba a decir a quien quisiera escucharlo: “¡Ah que hombres, que jefes eran esos! Cuando el general Juan Gregorio de Las Heras mandaba calar las bayonetas al grito de '¡A la carga! ¡Viva la Patria!' teníamos que seguirlo nomás. Qué tiempos, como peleábamos. Pobre mi general, tan bueno que era, quien sabe si vivirá”, mientras algunas lágrimas asomaban a su rostro.

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Las Heras había quedado en Santiago, donde murió el 6 de febrero de 1866. Sus restos fueron repatriados en octubre de 1906 a Buenos Aires y descansan en la Catedral Metropolitana junto a los del Libertador. Seguramente Batallón, que no se perdía ninguna celebración patria y con su viejo uniforme se presentaba en las paradas militares con altiva dignidad, cuadrándose ante la bandera y entonando el himno, buscaba a su viejo general.
Pero lo cierto es que no le fueron reconocidos sus méritos y lo cubrió el olvido y la ingratitud en sus últimos años. Sin embargo nadie le escuchó verter una palabra dura para nadie.

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Un hombre de corazón generoso, Juan N. Fernández, reconocido hacendado y propietario de numerosas extensiones de tierra en la zona de Quequén, en la provincia de Buenos Aires, y de una afamada cabaña en Chascomús, y uno de los promotores de la Sociedad Rural Argentina, en un gesto solidario, que de por sí honra su fecunda existencia, lo llevó junto a él a su estancia Manantiales, hoy de Iriarte, cuya foto ilustra esta nota. Desde ese momento Batallón se convirtió en la sombra de su protector, al extremo de que si alguien le preguntaba su nombre respondía: Juan Fernández.
Algunas veces acompañando a don Juan, o sólo al trote, marchaba a la cercana Chascomús, donde visitaba la capilla de los negros construida en 1862 y de paso les narraba a los paisanos de los boliches las anécdotas de una larga existencia sirviendo a la Patria. No hemos encontrado una foto de Batallón pero nos permitimos presentar una foto de época de un anciano oficial de la guerra de la Independencia, el general Eustoquio Frías, a quien un viejo negro -seguramente su fiel asistente- le entrega un sobre con altiva dignidad.

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El pasado 25 de febrero se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento del general San Martín. Estas líneas recordando a Batallón deben ser consideradas como un modesto tributo a la memoria de ambos.
* Historiador. Académico de Número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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