Inmigrantes. De Barcelona a Buenos Aires.- 17-04-2021.-

INMIGRANTES DE BARCELONA A BUENOS AIRES.-1929- PARA RECORDAR Y REVALORIZAR... lo auténticamente nuestro.María Fernanda Mandolini. Con el objeto de poner en valor a un escritor -Hugo Wast, Gustavo Martínez Zuviría- cuyas producciones trascendieron su tiempo y fueron hasta premonitorias es que comparto con Ustedes uno de los relatos que más me gustan: “La oración en alta mar” pág. 167 del libro Naves, Oro, Sueños. Dictio Bs. As. 1980. -“Ningún escritor hispanoamericano ha alcanzado la fama y la difusión del Dr. Don Gustavo Martínez Zuviría, HUGO WAST en el mundo de las letras. De poderosa fecundidad, sus múltiples novelas han sido traducidas a muchos idiomas: no solo el inglés, francés, alemán, italiano y portugués, sino a lenguas más peregrinas y remotas: húngaro, checo, esloveno, ruso, noruego, polaco… Tiene el don de contar y describir con amenísima soltura en un estilo simple y directo que no busca adornos y con un ritmo dinámico que arrastra al lector…” Alfonso Junco. En la revista Ábside, México, tomo XXVI. Acá va el relato completo de: “LA ORACIÓN EN ALTAMAR” - "Salimos de Barcelona el 5 de noviembre en el Reina victoria Eugenia, que, a pesar de no ser un barco de construcción reciente, posee todas las comodidades que pueda apetecer el más refinado turista. - Agregase la característica cordialidad que hace en extremo simpático todo ambiente español. En los primeros puertos de escala, Almería y Cádiz, el buque embarcó muchos emigrantes para América, en su mayor parte para la argentina. Eran alrededor de 900 españoles que una vez más repetían la secular aventura de sus antepasados, yendo en busca de las indias. - Todos los pasajeros arribados a las bordas presenciaban el espectáculo, que en Almería fue particularmente emocionante, por el número de los que llegaban y la forma de embarcarse. Era un día invernal, de viento frío y mar agitado. Unos tras otros fueron atracando al costado del buque hasta seis lanchones atestados de gente. Los hombres jóvenes y solos eran los primeros en lanzarse a la escala y trepar al Reina Victoria Eugenia con paso alegre, como si ya sintieran el contacto de la América soñada. Pero los viejos, un abuelo encorvado, una abuela tímida y asustada, ¿Qué sentirían esos pobres corazones al arrancarse a suelo dela patria? - ¿Qué presentimientos se agitaban debajo de aquéllas frentes pálidas y ceñudas? Arrastrados como hojas secas por el viento de aquella aventura, ni siquiera podían tener la seguridad de que detrás de los mares el trabajo de sus hijos sería más fecundo que en los viñedos de Andalucía, en los arrozales de Valencia o en las severas llanuras de Castilla. Un marinero los ayudaba a poner el pie tembloroso en el primer peldaño de la escala, y ellos luego ascendían trabajosamente, llevando consigo su humilde equipaje, un lío de ropas, una valija, una cesta. A veces sus brazos de abuelo tenían fuerza y ternura bastantes para encargarse de un niño, y contemplaba con ojitos azorados aquélla escena incomprensible para él. - ¡Cuántos y cuántos se habían visto volver, después de muchos años de ausencia, a su mismo pueblo, tal vez a su propia familia, más pobres de lo que fueron, vencidos, enfermos, alguno de ellos moribundos, maldiciendo de las indias que no supieron conquistar! Más para ellos, los viejos, la cuestión es simple y práctica, no los arrastra la ambición, sino el cariño, pues se van detrás de los hijos, que parten deslumbrados por el fulgor de una estrella en que ellos no creen. - He tenido la curiosidad de visitar los camarotes, el comedor y las dependencias de tercera. No puede negarse que en los últimos veinte años el alojamiento de la inmigración ha ganado en comodidad y sobre todo en higiene. Seguramente muchos de estos humildes pasajeros no tienen en sus casas nada mejor ni más limpio. Pero así y todo es estrecho, en los días de calor, cuando el buque penetra en los trópicos, serán muy pocos los que resistirán la temperatura sofocante de aquéllos camarotes, que deben compartir con otros y dónde las angustias del mareo se aumentan horrorosamente. - Por fortuna tienen a su disposición dos amplias cubiertas, a proa y a popa, barridas por la pura brisa del mar y donde es una delicia pasear o dormir, en los días tibios o cálidos, que son los más de la travesía. - Allí en las dos cubiertas, bajo un inmenso toldo de lona que el viento sacude, han puesto sus sillas tijera, sus bultos de mano, sus enceres del momento. Allí duermen, o juegan a las cartas, o bailan al son de un organito que unos marineros tocan sin descanso, después de la cena. Para los que no sufren del mareo, aquélla vida al aire libre, en medio del océano, es una larga fiesta que nunca olvidaran. - En Barcelona, entre los pasajeros de tercera, embarcáronse dos jóvenes mallorquines de Pollensa recién casados. - Él vivía en Rosario de Santa Fe y había ido a su pueblo para casarse con la novia que allí quedara esperándolo. Los padres de ella no querían dejarlos partir. ¿Por qué no radicarse en el pueblo? ¡Era tan jóvenes ambos! Ella apenas tenía veinte años… - Pero partieron hacia las indias que él ya conocía, y en las que ella tenía puesto el corazón desde años atrás. - Pasamos Cádiz y las Canarias y cruzamos la línea entre fiestas y danzas. ¡Qué alegres jotas bailaba al aire libre, al son del piano o del organito en la cubierta de popa! - Al día siguiente se difundió por todo el barco la noticia de que, al bajar la escalera del comedor, una joven se había resbalado, golpeándose en la cabeza malamente. Era la recién casada. Se dijo que estaba grave, pero nadie lo creyó. ¿Cómo? ¡Una breve escalera no más alta de tres metros! Preguntamos al médico, el Dr. Alfonso González Brioso, y nos dijo que no había recobrado el conocimiento, y que tenía un derrame cerebral. - A la mañana siguiente supimos que en la madrugada había muerto. - La noticia enlutó los corazones de todos. Cesaron las fiestas y las músicas. Pensábamos en los pobres padres que en Pollensa aguardaban noticias de su hija; en el bravo muchacho que había cruzado los mares para ir a cumplir su palabra de novio. - Obedeciendo a las terminantes prescripciones de abordo, debían echar el cadáver al mar. Una impresión de horror nos oprimió al saberlo. - Yo vi a la pobrecita muerta, las facciones afinadas por el dolor, tendida en la estrecha litera de la enfermería, con la cabeza vendada. Me imaginé el cuadro siniestro de esa noche, noche de plenilunio radiante y serena. - A altas horas, cuando todos durmiesen, y sólo velase el oficial de cuarto y algunos marineros ¡ay! y aquél muchacho desesperado-, detendrían las máquinas del costado de estribor, para que la hélice no destrozara el cadáver, y ceñido en una lona y sólidamente amarrado a una reja de hierro para que se hundiera pronto, lo arrojarían al mar. Dicen que todos los cadáveres, al caer en el agua de pie, se dan vuelta y presentan la cara al buque. Los marineros aseguran que en esa forma se despiden de sus compañeros de a bordo… - Ese día nadie habló más que del trágico destino de la joven mallorquina, y nació entre los pasajeros la idea de levantar una suscripción para costear el embalsamamiento del cadáver, a fin de que fuera sepultado en tierra cristiana. -Algunos pasajeros se entrevistaron con las autoridades del buque y se supo entonces que el capitán, movido por igual generoso sentimiento, había dispuesto que se conservara el cadáver hasta Río de Janeiro, donde lo enterrarían. - Los dos médicos de a bordo, Doctores González Brioso y Geraldi de la Torre se encargaron de realizar las operaciones indispensables para ello, y la noticia alivio nuestra pesada amargura. - Al otro día por la mañana, sobre el puente de popa, se instaló el altar de los domingos, y el Capellán Señor Fossas Xuelá celebró una Misa de difuntos, ayudado por dos marineros. - ¿Quién de los centenares de personas que asistieron no tenían lágrimas en los ojos? La brisa del océano aleteaba en la inmensa lona del toldo y sacudía la pálida llamita de los cirios. - ¡Qué dogma consolador y misterioso, en el catolicismo, ese de la Comunión de los Santos! Todos los corazones purificados por el arrepentimiento eran un solo vaso de plegarias que se iba llenando en favor dela humilde criatura que apenas conocíamos y que ya dormía en espantosa quietud su primer día de eternidad. - Dos días después la dejamos en Río de Janeiro. Volvieron a sonar las músicas, nuevas alegrías desvanecieron aquella tristeza. - ¡El hombre es así! Es su miseria y a la vez su fuerza, porque si su frágil espíritu hubiera de estar siempre tendido por el propio o por el ajeno dolor, no tardaría en quebrarse como un arco de cristal. - A bordo del reina Victoria Eugenia, Noviembre de 1929. ............................................................ EL INMIGRANTE PARECE UN LOBO ESTEPARIO.(Envío de Ana María Olivé). - EL LOBO ESTEPARIO (fragmento). Hermann Hesse - "¡Cómo no voy a ser un Lobo Estepario!, un ermitaño desgreñado, si estoy hundido en este mundo cuyas metas no comparto, cuyas alegrías no me atraen. No soporto mucho tiempo en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un diario, pocas veces miro un libro moderno: no puedo entender cuál es la diversión y la felicidad que los hombres buscan en trenes y hoteles repletos, en cafés llenos de gente con música fuerte y sofocante, en los bares y varietés de las elegantes ciudades de lujo, en las exposiciones mundiales, en los corsos, en las conferencias para los sedientos de cultura, en los grandes campos de deporte. No puedo entender ni compartir esas alegrías que estarían al alcance de mis manos y por las que hay miles que se esfuerzan y se amontonan. Y aquello que, por el contrario, sucede durante mis escasas horas de felicidad, lo que para mí representa placer, aventura, éxtasis y enaltecimiento, es algo que el mundo a lo sumo conoce, busca y ama en la poesía, pero que en la vida le parece una locura. Y de hecho, si el mundo tiene razón, si la música en los cafés, si los entretenimientos de masas, si esas personas americanas con tan pocas pretensiones tienen razón, entonces yo estoy equivocado, estoy loco. - Entonces en serio soy el Lobo Estepario, tal como me describí varias veces: el animal perdido en un mundo ajeno e incomprensible que ya no EL LOBO ESTEPARIO (fragmento) Hermann Hesse -"¡Cómo no voy a ser un Lobo Estepario!, un ermitaño desgreñado, si estoy hundido en este mundo cuyas metas no comparto, cuyas alegrías no me atraen. No soporto mucho tiempo en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un diario, pocas veces miro un libro moderno: no puedo entender cuál es la diversión y la felicidad que los hombres buscan en trenes y hoteles repletos, en cafés llenos de gente con música fuerte y sofocante, en los bares y varietés de las elegantes ciudades de lujo, en las exposiciones mundiales, en los corsos, en las conferencias para los sedientos de cultura, en los grandes campos de deporte. No puedo entender ni compartir esas alegrías que estarían al alcance de mis manos y por las que hay miles que se esfuerzan y se amontonan. Y aquello que, por el contrario, sucede durante mis escasas horas de felicidad, lo que para mí representa placer, aventura, éxtasis y enaltecimiento, es algo que el mundo a lo sumo conoce, busca y ama en la poesía, pero que en la vida le parece una locura. Y de hecho, si el mundo tiene razón, si la música en los cafés, si los entretenimientos de masas, si esas personas americanas con tan pocas pretensiones tienen razón, entonces yo estoy equivocado, estoy loco. Entonces en serio soy el Lobo Estepario, tal como me describí varias veces: el animal perdido en un mundo ajeno e incomprensible que ya no es capaz de encontrar su hogar, su aire, su alimento." es capaz de encontrar su hogar, su aire, su alimento." ..................................................

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