Dáconos en México. - 31 - 08 - 2019 - -.

Ante falta de sacerdotes, hombres casados asumirán administración en parroquias de 
Hombres en matrimonio administrarán parroquias católicas en la ciudad; ya se preparan para ser diáconos
Ante el déficit de sacerdotes, hombres casados estarán asumiendo la administración de parroquias en la localidad al ser preparados como diáconos, anunció la Iglesia Católica.
Francisco Javier Rodríguez, comisionado de Diaconado Permanente, sostuvo que el criterio que se sigue en todas las diócesis del mundo, es que sean personas casadas con cierta madurez económica y alguna trayectoria apostólica y vocación de servicio.
Ads by scrollerads.com“Ellos puede presidir una comunidad. Por las escasez de sacerdotes, los diáconos están administrando parroquias”, dijo Rodríguez. Las funciones de un diácono dentro de la iglesia son casi las mismas que las que un sacerdote con excepción de confesar y celebrar misa. “Ellos pueden bautizar, casar, realizan primeras comuniones, atienden a los enfermos y puede presidir una comunidad cuando no hay sacerdotes suficientes”, sostuvo el comisionado para el Diaconado per
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Héroe vocablo que  proviene del latín heros, que a su vez deriva de un vocablo griego, la palabra héroe hace referencia a un hombre que es famoso, ilustre y reconocido por sus virtudes o hazañas
El héroe, en ese sentido,encarnar los rasgos más sobresalientes y valorados de su cultura de origen. Presenta,  las habilidades que le permiten concretar grandes hazañas, - actos heroicos-, que le dan fama y lo convierten en alguien admirado por el resto de la comunidad.
Es propio del héroe la actitud de generar conciencia en la población, para conseguir un cambio profundo en las personas y finalmente triunfar. El héroe describe de forma incuestionable la transformación que convierte a un ser aparentemente normal en un héroe
El héroe siente una llamada, asume una responsabilidad que le exige convertirse en alguien más poderoso, más sabio. Debe dejar su lugar de nacimiento para enfrentarse a peligros y desafíos que lo fortalecerán, tanto física como mental y emocionalmente. El camino es largo y agotador; el héroe duda, pero nunca se rinde. Cuando concluye su primera odisea, la vuelta a casa lo enfrenta con una realidad dura e imposible de modificar: su pasado está más lejos que nunca, y las personas que una vez fueron sus seres queridos, hoy son rocas aferradas a la tierra, a una tierra que deberá dejar atrás una vez más, y para siempre.

Manuel Belgrano

La salud de Manuel Belgrano y sus últimos días

Edición del Viernes 24 de junio de 2016

Edición completa del día

La salud y los últimos días de Manuel Belgrano - Opinión Opinión

DE NUESTRA HISTORIA
La salud y los últimos días de Manuel Belgrano
Diario el Litoral e Infobae. -Por Juan Pablo Bustos Thames
Manuel Belgrano nunca gozó de buena salud en su adultez. En cambio, el Gral. José de San Martín, pese a sufrir numerosas enfermedades y achaques, tenía un mayor vigor físico, y logró siempre sobreponerse a sus males, para fallecer recién en su ancianidad.
En forma previa a la batalla de Salta, eran tan fuertes los dolores que sufría Belgrano que pasó mucho tiempo postrado en su carruaje, con frecuentes vómitos de sangre. Como no podía montar; desde allí dio las indicaciones iniciales para la batalla. Hubo momentos que hasta llegó a perder la noción de lo que estaba ocurriendo. Dicen los especialistas que el origen de esos vómitos era indudablemente gástrico, pues por lo que sabemos, aparecían y terminaban súbitamente. La cuestión es que con el correr de las horas, y aliviados los dolores, consiguió incorporarse y pudo montar a caballo para dar las indicaciones finales en la batalla, coronando el mayor triunfo de su carrera militar.
Algunos creen que lo aquejaba una sífilis adquirida en sus años de juventud y estudios universitarios en España. Ya el 16 de noviembre de 1796, mientras servía como secretario perpetuo del Real Consulado de Buenos Aires, tres médicos (el doctor Miguel Gorman del Protomedicato, y los licenciados Miguel García de Rojas y José Ignacio de Arocha) expresaron que “padecía varias dolencias” y le diagnosticaron “un vicio sifilítico” y complicaciones originadas por el influjo del país, razones por las que aconsejan “la necesidad de mudarse de país a otro más adecuado, y análogo a su naturaleza, en cuya virtud nos consta que pasó al de Montevideo y Maldonado”. Ahora bien: ¿fue afectado Belgrano por sífilis? Es poco probable; habida cuenta de que a la descendencia de Belgrano no se le han detectado estos síntomas. Tampoco se registró esta enfermedad en las parejas que supo tener el general.
Fallas de diagnóstico
¿Qué pudo haber ocurrido entonces? En esa época no estaba muy bien diferenciado el diagnóstico de las distintas enfermedades de transmisión sexual; y era común que los médicos confundieran unas con otras, o bien que no evaluaran adecuadamente el mal que aquejaba al futuro general. Además de ello, los síntomas de la sífilis son comunes a los de otras enfermedades.
Durante el año anterior a esa revisión médica, ya había tenido varias recaídas en su salud. En 1795, debió guardar reposo y durante 7 meses solicitó licencia para trasladarse a Montevideo y recuperarse, cambiando el clima de la capital por otro más benigno. En varias oportunidades, debió solicitar licencia, para poder atender su salud, siendo reemplazado en su cargo por su primo Juan José Castelli, mientras duraba su convalecencia en la Banda Oriental o en la quinta de su hermana en San Isidro.
Ya en el Alto Perú, Belgrano fue afectado de paludismo, conforme lo relata al gobierno en nota de fecha 3 de mayo de 1813: “Estoy atacado de paludismo-fiebre terciana, que me arruinó a términos de serme penoso aun el hablar; felizmente lo he desterrado y hoy es el primer día, después de los doce que han corrido que me hallo capaz de algún trabajo”. El mayor Emilio Loza narrará en forma concordante: “La salud de Belgrano es un elemento que debe tenerse en cuenta, su espíritu estaba amargado por las continuas exigencias del gobierno y decaído por las rivalidades y ambiciones de los jefes de los cuerpos”.
Con posterioridad, en 1815, Belgrano es enviado a Londres en misión diplomática junto a su amigo Bernardino Rivadavia, ciudad a la que llegó enfermo. Sin embargo, pareciera que en su estadía londinense, el general se restableció de sus dolencias; en especial del paludismo; ya que hasta su regreso a Tucumán, en 1816, no se volvieron a registrar padecimientos de salud.
Belgrano también padecía de trastornos digestivos, dispepsia (digestión difícil), e inflamaciones en la zona abdominal, probablemente originados en factores nerviosos o psicosomáticos. Otros creen que la falta de jugos digestivos causaba este problema, o el déficit alimentario producto de su vida militar, plagada de carencias, como consta en diversos documentos.
Aparentemente, su salud empezó a agravarse entre 1818 y 1819. El 1º de febrero de 1819, Manuel, cumpliendo órdenes del gobierno, se puso al frente del Ejército del Norte, acantonado en Tucumán, y salió de campaña contra los caudillos federales del Litoral (José Gervasio Artigas, Estanislao López y Francisco Ramírez) que retaceaban apoyo a los ejércitos patrios y desafiaban a las autoridades nacionales, desconociendo al director Juan Martín de Pueyrredón y al Congreso que había declarado nuestra Independencia. A diferencia del Gral. San Martín, Manuel Belgrano obedeció esas órdenes y acudió a socorrer al Directorio y al Congreso de Tucumán (que en esa época ya funcionaba en Buenos Aires), ante el riesgo de desintegración del país.
Espíritu de sacrificio
Por esa época, su enfermedad estaba ya bastante avanzada. Sus amigos y su médico le aconsejaron que no fuera personalmente con la expedición; pues bien podía enviar a otro oficial a cargo. Pero Belgrano se negó. Intuía que, si él mismo no comandaba al ejército, éste corría el riesgo de desintegrarse.
En una travesía de Tucumán hacia Córdoba, el viajero inglés Samuel Haigh se cruzó con Belgrano y su ejército y dejó un claro testimonio del deplorable estado en el que encontró a ambos: “Apenas habíamos andado dos leguas por la mañana, cuando encontramos toda la fuerza del general Belgrano, compuesta de tres mil hombres, en camino al interior. Los soldados iban en estado lastimoso, muchos descalzos y vestidos con harapos; y como el aire matinal era penetrante, pasaban tiritando de frío, como espectros vivientes... Belgrano nació en Buenos Aires, y tenía reputación de ser muy instruido, pero no fue un general afortunado. Entonces, debido a su debilidad, no podía montar a caballo sin ayuda extraña, y no parecía capaz del esfuerzo requerido para guerrear en las pampas. Su persona era grande y pesada...”. Ya se evidenciaba en este testimonio -alrededor de un año antes del fallecimiento del prócer-, que su cuerpo se encontraba hinchado y deformado, a raíz de su enfermedad.
En el Museo Mitre, existe una carta escrita en la Posta de la Candelaria, el 7 de abril de 1819; dirigida a su sobrino político, el ex director Supremo, el coronel peruano Ignacio Álvarez Thomas; donde le cuenta que tiene afectados el pulmón; y el pecho. También el muslo y la pierna derechos; lo que obliga a sus soldados a ayudarlo a montar y bajar del caballo.
Su salud empeora
En mayo de 1819, con el Ejército del Norte, se moviliza hacia Cruz Alta, localidad distante a unos 200 km al sureste de la ciudad de Córdoba, justo en el límite con Santa Fe. En medio del duro otoño cordobés, Belgrano se instaló en un rancho miserable, y padeció frío, humedad y lluvia. No tenía comodidades y eso agravó más aún su salud.
29 de agosto de 1819: Belgrano le escribe al Director Supremo Rondeau, desde Pilar, Córdoba 
pidiendo licencia para atender su quebrantada salud: " ... se que estoy en peligro de muerte, pero
 la conservación del ejército pende de mi presencia. Aquí hay una capilla dónde entierran a los 
soldados; también puede enterrarse en ella al General ...".
A principios de junio, se trasladó a Capilla del Pilar, a 50 km al sur de Córdoba, sobre el río Segundo. Su salud empeora, ya no consigue conciliar el sueño. Su respiración se torna difícil. Por la hinchazón en sus pies y piernas se le complica caminar; cuando antaño tenía un andar ligero y sin dificultades; pues era de caminar casi corriendo. Su desazón ante el estado institucional de la Patria complica aún más su padecer físico.
Sus allegados convocan al Dr. Francisco de Paula Rivero; quien le diagnostica una hidropesía avanzada; que es la retención de líquido en los tejidos. No es una enfermedad autónoma, sino un síntoma por el cual se manifiestan, básicamente, enfermedades de los riñones, del corazón y del aparato digestivo.
Anoticiado del estado de salud de Belgrano, el gobernador de Córdoba, Dr. Manuel Antonio de Castro le ofreció trasladarse a la ciudad de Córdoba, para poder tratarse mejor, y descansar adecuadamente. Belgrano le respondió en estos términos: “La conservación del ejército pende de mi presencia; sé que estoy en peligro de muerte, pero aquí hay una capilla donde se entierran los soldados. También puede enterrarse en ella al General. Me es agradable pensar que aquí vendrán los paisanos a rezar por el descanso de mi alma”· 
10 de septiembre de 1819: última proclama de Belgrano a su ejército:
 " ... Me es sensible separarme de vuestra compañía, porque estoy persuadido de que la muerte me sería menos dolorosa, auxiliado de vosotros, recibiendo los últimos adioses de la amistad. Pero es preciso vencer a los males, y volver a vencer con vosotros a los enemigos de la patria que por
todas partes nos amenazan. Voy, pues, a reconocer el camino que habéis de llevar para que os sean menos penosas vuestras fatigas, en nuevas marchas que tenéis que hacer. Nada me queda que deciros, sino que sigáis conservando el justo renombre que merecéis por vuestras virtudes, cierto de que con ellas daréis glorias a la Nación, y correspondéis al amor que os profesa tiernamente vuestro general."
Desengaños y última travesía
A fines de agosto de 1819, y con la perspectiva del arribo de la primavera, Manuel se siente levemente mejor. Pero su ilusión será efímera. Apenas dos días después, los dolores, el cansancio y sus crónicos males recrudecen con fuerza. Entonces se dirige al Director Supremo y predecesor suyo en el mando del Ejército del Norte, Gral. José Rondeau, y le pide licencia para regresar a Tucumán; muy probablemente para conocer a su hija tucumana, Manuela Mónica, que había nacido el 4 de mayo; y estaba a punto de cumplir 4 meses. Tan mal se sentía que, sin esperar la respuesta oficial, el 11 de septiembre dispuso su propio relevo en el Ejército. En su despedida, visiblemente emocionado, arengó a sus hombres por última vez: “Me es sensible separarme de vuestra compañía, porque estoy persuadido de que la muerte me sería menos dolorosa, auxiliado de vosotros, recibiendo los últimos adioses de la amistad”.
El Gral. Belgrano había elegido pasar sus últimos días en Tucumán, en compañía de la mujer que amaba (Dolores Helguero), y a la cual, por sus obligaciones militares, había dejado por más de 7 meses atrás, así como a su hija recién nacida.
Luego de una dura travesía, Manuel llegó a Tucumán y se recluyó en su casa, que era sencilla y sin comodidades. Según nos cuenta su amigo tucumano José Celedonio Balbín, “era de techo de paja, sus muebles se reducían a doce sillas de paja, dos bancos de madera, una mesa ordinaria, un catre pequeño de campaña con delgado colchón que casi siempre estaba doblado”. A diferencia de lo que imaginaba, a poco de llegar se enteró que la madre de su hija, Dolores Helguero, se había casado con un señor catamarqueño, mayor que ella. Nuevo dolor. Y le esperaban otros: una asonada instigada por Bernabé Aráoz, viejo amigo ahora resentido por razones políticas, celoso de su ascendiente, irrumpió en su casa y los hombres pretendieron colocarle cadenas y grillos en sus pies. Belgrano estaba postrado en cama y la oportuna intervención de su médico, el norteamericano Joseph Redhead, evitó que lo concretaran. El general, humillado y defraudado, emprendió el regreso a Buenos Aires en 1820 sin un peso en el bolsillo. Fue su última travesía, para morir en su ciudad natal.

Biografía.

Antes de morir, Manuel Belgrano escribió su autobiografía -según confesó- no sólo para que fuera útil a sus paisanos, sino también para ponerse “a cubierto de la maledicencia”. Y es que a lo largo de las luchas independentistas se había ganado no pocos enemigos.

EDUCACIÓN:

Hemos dicho que uno de los objetos de la política es formar las buenas costumbres en el Estado; y en efecto, son esencialísimas para la felicidad moral y física de una nación. En vano las buscaremos, si aquellas no existen, y a más de existir, si no son generales y uniformes desde el primer representante de la Soberanía hasta el último ciudadano.
Pero ¿cómo formar las buenas costumbres y generalizarlas con uniformidad? ¡Qué pronto hallaríamos la contestación si la enseñanza de ambos sexos estuviera en el pie debido! Mas por desgracia, el sexo que principalmente debe estar dedicado a sembrar las primeras semillas lo tenemos condenado al imperio de las bagatelas y de la ignorancia: el otro adormecido deja correr el torrente de la edad y abandona a las circunstancias un cargo tan importante.
Todos estamos convencidos de estas verdades. Ellas nos son sumamente dolorosas a pesar de lo mucho que suple a esta terrible falta el talento privilegiado que distingue a nuestro bello sexo y que tanto más es acreedora a la admiración cuanto más privado se halla de medios de ilustrarse.
La naturaleza nos anuncia una mujer; muy pronto va a ser madre y a presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, ¿y qué ha de enseñarles, si a ella nada le han enseñado? ¿Cómo ha de desenrollar las virtudes morales y sociales, las cuales son las costumbres que están situadas en el fondo de los corazones de sus hijos?
¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas calidades son tan necesarias al hombre como la razón de que proceden? Ruboricémonos, pero digámoslo: nadie; y es tiempo ya de que se arbitren los medios de desviar un tan grave daño si se quiere que las buenas costumbres sean generales y uniformes.
Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que les hablemos tanto de escuelas; pero que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar los fundamentos de su prosperidad perpetua, y que aquellos para ser sólidos y permanentes es preciso que se compongan de las virtudes morales y sociales, que sólo pueden imprimirse bien, presentando a la juventud buenos ejemplos, iluminados con la antorcha sagrada de nuestra Santa Religión.
El bello sexo no tiene más escuela pública en esta capital que la que se llama de S. Miguel, y corresponde al Colegio de huérfanas, de que es maestra una de ellas: todas las demás que hay, subsisten a merced de lo que pagan las niñas  a las maestras que se dedican a enseñar, sin que nadie averigüe quiénes son, y qué es lo que saben.
Si por desgracia una sola de esas hay que sea de males costumbres, ¿es dable hacer el cálculo de los males que pueden resultar a la sociedad? Porque desengañémonos, el ejemplo… Sí, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres.
Nada valen las teorías; en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe,  y todas las virtudes, si en la práctica las desmienten, esta arrollará todo lo bueno, y será la conductora en los días ulteriores de la depravación: desgraciada sociedad, desgraciada nación, desgraciado Gobierno!
Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrados, y todos los ciudadanos y ciudadanas para los establecimientos de enseñanza de niñas, que para fundar una universidad en esta capital, porque tanto se ha trabajado, y tanto se ha instado ante nuestro gobierno en muchas y diferentes épocas.
Con la universidad habría aprendido algo de verdad nuestra juventud en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de doctores, ¿pero equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? ¿Las buenas costumbres podrían de aquel modo generalizarse y uniformarse? Es indudable que no, y para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay universidades, y no hay quien enseñe al bello sexo.
La amiga de la suscriptora incógnita, cuya carta dimos en el nº 9 propone medios, que ejecutados, no tiene dudas que se haría mucho para propagar la enseñanza y desterrar la ociosidad, y ojalá que hubiera quien moviese a las hermandades, a que se refiere, para que se ampararan de aquellas ideas y las hicieran suyas. Se concluirá.

Pero tenemos ya fondos destinados a esta empresa, pues se nos asegura que hay mandas de algunos ciudadanos beneméritos para establecer escuelas de niñas, y que después de haber fallecido aquellos, tiempos ha, aún no se han puesto en ejecución.
No dudamos que los encargados habrán tenido sus inconvenientes para darles existencia, porque de otro modo ¿cómo es creíble que haya hombres tan insensibles a los males que padece a la patria por esta falta? No, no es posible que exista entre nosotros quien pueda pensar con tanta malignidad ni que aquellos a quienes corresponde velar sobre esto lo miren con indiferencia.
Sin embargo, este asunto llama la atención pública y sería muy conveniente satisfacer los deseos del pueblo dándole una noticia del estado de una disposición que tanto le interesa, y que puede, sin duda, llevada a efecto bajo la alta protección del gobierno, ser el vivero de las buenas madres, buenas hijas de familia, buenas maestras para las escuelas propuestas por la señora ya citada.
En consecuencia, se habría dado paso sólido para abrir el camino a las buenas costumbres y generalizarlas de un modo uniforme tal vez incitando a otros muchos ciudadanos honrados que aman la patria, con la presencia de este objeto, a recordarlo en aquellos momentos que la alma se dedica a pensar en el bien de los prójimos, y en que muchas veces toma sendas extraviadas para la felicidad general por carecer de ejemplares que la llamen, si es posible decirlo así, físicamente.
Ciudadanos, por nacimiento o elección, de toda la España Americana, fijad vuestra vista y considerad la terrible falta en que estamos de buenas costumbres; muy pronto os arrebatará vuestro espíritu generoso a remediarlas. Discurrid, proponed arbitrios a nuestro gobierno que, como sean asequibles, los adoptará inmediatamente, pues que estas ideas son suyas y no se separan un instante solo de su atención, como del interés universal.........................................................................................
"Las personas más sabias no son las que dan consejos; sino las que dan el ejemplo" El axioma latino dice: "verba movent, exempla  traunt", las palabras mueven, los ejemplos arrastran
.EDUCACIÓN:
Hemos dicho que uno de los objetos de la política es formar las buenas costumbres en el Estado; y en efecto, son esencialísimas para la felicidad moral y física de una nación. En vano las buscaremos, si aquellas no existen, y a más de existir, si no son generales y uniformes desde el primer representante de la Soberanía hasta el último ciudadano.
Pero ¿cómo formar las buenas costumbres y generalizarlas con uniformidad? ¡Qué pronto hallaríamos la contestación si la enseñanza de ambos sexos estuviera en el pie debido! Mas por desgracia, el sexo que principalmente debe estar dedicado a sembrar las primeras semillas lo tenemos condenado al imperio de las bagatelas y de la ignorancia: el otro adormecido deja correr el torrente de la edad y abandona a las circunstancias un cargo tan importante.
Todos estamos convencidos de estas verdades. Ellas nos son sumamente dolorosas a pesar de lo mucho que suple a esta terrible falta el talento privilegiado que distingue a nuestro bello sexo y que tanto más es acreedora a la admiración cuanto más privado se halla de medios de ilustrarse.
La naturaleza nos anuncia una mujer; muy pronto va a ser madre y a presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, ¿y qué ha de enseñarles, si a ella nada le han enseñado? ¿Cómo ha de desenrollar las virtudes morales y sociales, las cuales son las costumbres que están situadas en el fondo de los corazones de sus hijos?
¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas calidades son tan necesarias al hombre como la razón de que proceden? Ruboricémonos,nadie; y es tiempo ya de que se arbitren los medios de desviar un tan grave daño si se quiere que las buenas costumbres sean generales y uniformes.
Quueremos un país nuevo que necesita echar los fundamentos de su prosperidad perpetua, sólidos y permanentes es preciso que se compongan de las virtudes morales y sociales, que sólo pueden imprimirse bien, presentando a la juventud buenos ejemplos, iluminados con la antorcha sagrada de nuestra Santa Religión.
"El bello sexo no tiene más escuela pública en esta capital que la que se llama de S. Miguel, y corresponde al Colegio de huérfanas, de que es maestra una de ellas: todas las demás que hay, subsisten a merced de lo que pagan las niñas  a las maestras que se dedican a enseñar, sin que nadie averigüe quiénes son, y qué es lo que saben".
Si por desgracia una sola de esas tiene malas costumbres, ¿es dable hacer el cálculo de los males que pueden resultar a la sociedad? Porque desengañémonos, el ejemplo… Sí, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres.
Nada valen las teorías; en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe,  y todas las virtudes, si en la práctica las desmienten, esta arrollará todo lo bueno, y será la conductora en los días ulteriores de la depravación: desgraciada sociedad, desgraciada nación, desgraciado Gobierno!
Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrados, y todos los ciudadanos y ciudadanas para los establecimientos de enseñanza de niñas, que para fundar una universidad en esta capital, porque tanto se ha trabajado, y tanto se ha instado ante nuestro gobierno en muchas y diferentes épocas.
Con la universidad habría aprendido algo de verdad nuestra juventud en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de doctores, ¿pero equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? ¿Las buenas costumbres podrían de aquel modo generalizarse y uniformarse? Es indudable que no, y para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay universidades, y no hay quien enseñe al bello sexo.
La amiga de la suscriptora incógnita, cuya carta dimos en el nº 9 propone medios, que ejecutados, no tiene dudas que se haría mucho para propagar la enseñanza y desterrar la ociosidad, y ojalá que hubiera quien moviese a las hermandades, a que se refiere, para que se ampararan de aquellas ideas y las hicieran suyas. Se concluirá.

Pero tenemos ya fondos destinados a esta empresa, pues se nos asegura que hay mandas de algunos ciudadanos beneméritos para establecer escuelas de niñas, y que después de haber fallecido aquellos, tiempos ha, aún no se han puesto en ejecución.
No dudamos que los encargados habrán tenido sus inconvenientes para darles existencia, porque de otro modo ¿cómo es creíble que haya hombres tan insensibles a los males que padece a la patria por esta falta? No, no es posible que exista entre nosotros quien pueda pensar con tanta malignidad ni que aquellos a quienes corresponde velar sobre esto lo miren con indiferencia.
Sin embargo, este asunto llama la atención pública y sería muy conveniente satisfacer los deseos del pueblo dándole una noticia del estado de una disposición que tanto le interesa, y que puede, sin duda, llevada a efecto bajo la alta protección del gobierno, ser el vivero de las buenas madres, buenas hijas de familia, buenas maestras para las escuelas propuestas por la señora ya citada.
En consecuencia, se habría dado paso sólido para abrir el camino a las buenas costumbres y generalizarlas de un modo uniforme tal vez incitando a otros muchos ciudadanos honrados que aman la patria, con la presencia de este objeto, a recordarlo en aquellos momentos que la alma se dedica a pensar en el bien de los prójimos, y en que muchas veces toma sendas extraviadas para la felicidad general por carecer de ejemplares que la llamen, si es posible decirlo así, físicamente.
Ciudadanos, por nacimiento o elección, de toda la España Americana, fijad vuestra vista y considerad la terrible falta en que estamos de buenas costumbres; muy pronto os arrebatará vuestro espíritu generoso a remediarlas. Discurrid, proponed arbitrios a nuestro gobierno que, como sean asequibles, los adoptará inmediatamente, pues que estas ideas son suyas y no se separan un instante solo de su atención, como del interés universal.Si por desgracia una sola de esas hay que sea de males costumbres, ¿es dable hacer el cálculo de los males que pueden resultar a la sociedad? Porque desengañémonos, el ejemplo… Sí, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres.
Nada valen las teorías; en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe,  y todas las virtudes, si en la práctica las desmienten, esta arrollará todo lo bueno, y será la conductora en los días ulteriores de la depravación: desgraciada sociedad, desgraciada nación, desgraciado Gobierno!
Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrados, y todos los ciudadanos y ciudadanas para los establecimientos de enseñanza de niñas, que para fundar una universidad en esta capital, porque tanto se ha trabajado, y tanto se ha instado ante nuestro gobierno en muchas y diferentes épocas.
Con la universidad habría aprendido algo de verdad nuestra juventud en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de doctores, ¿pero equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? ¿Las buenas costumbres podrían de aquel modo generalizarse y uniformarse? Es indudable que no, y para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay universidades, y no hay quien enseñe al bello sexo.
La amiga de la suscriptora incógnita, cuya carta dimos en el nº 9 propone medios, que ejecutados, no tiene dudas que se haría mucho para propagar la enseñanza y desterrar la ociosidad, y ojalá que hubiera quien moviese a las hermandades, a que se refiere, para que se ampararan de aquellas ideas y las hicieran suyas. Se concluirá.

Pero tenemos ya fondos destinados a esta empresa, pues se nos asegura que hay mandas de algunos ciudadanos beneméritos para establecer escuelas de niñas, y que después de haber fallecido aquellos, tiempos ha, aún no se han puesto en ejecución.
No dudamos que los encargados habrán tenido sus inconvenientes para darles existencia, porque de otro modo ¿cómo es creíble que haya hombres tan insensibles a los males que padece a la patria por esta falta? No, no es posible que exista entre nosotros quien pueda pensar con tanta malignidad ni que aquellos a quienes corresponde velar sobre esto lo miren con indiferencia.
Sin embargo, este asunto llama la atención pública y sería muy conveniente satisfacer los deseos del pueblo dándole una noticia del estado de una disposición que tanto le interesa, y que puede, sin duda, llevada a efecto bajo la alta protección del gobierno, ser el vivero de las buenas madres, buenas hijas de familia, buenas maestras para las escuelas propuestas por la señora ya citada.
En consecuencia, se habría dado paso sólido para abrir el camino a las buenas costumbres y generalizarlas de un modo uniforme tal vez incitando a otros muchos ciudadanos honrados que aman la patria, con la presencia de este objeto, a recordarlo en aquellos momentos que la alma se dedica a pensar en el bien de los prójimos, y en que muchas veces toma sendas extraviadas para la felicidad general por carecer de ejemplares que la llamen, si es posible decirlo así, físicamente.
Ciudadanos, por nacimiento o elección, de toda la España Americana, fijad vuestra vista y considerad la terrible falta en que estamos de buenas costumbres; muy pronto os arrebatará vuestro espíritu generoso a remediarlas. Discurrid, proponed arbitrios a nuestro gobierno que, como sean asequibles, los adoptará inmediatamente, pues que estas ideas son suyas y no se separan un instante solo de su atención, como del interés universal.

PENSAMIENTO EDUCATIVO DE BELGRANO EDUCACION DE LA MUJERES IDEAS.

Madre correntina adolescente.
-Ahora que sabés lo que implica, ¿hubieras esperado más para tener a tu hija?
-No, porque me enseñó muchas cosas. Un hijo no es una traba para tu futuro. Si antes tenía en claro lo que quería, ahora lo tengo mucho más. Cuando tenés un hijo, ya no se puede boludear.
La que responde con voz entrecortada es Jennifer Araujo, una chica de 21 años que nació en el seno de una familia muy humilde, en el Barrio Purayuí, en la capital de Corrientes. Sentada en la cama de la casita de material que se está construyendo poco a poco, le cuesta hablar de todas las discriminaciones que tuvo que atravesar desde que tuvo a Valentina, hace dos años y medio. En el barrio, en la escuela, e incluso en su propia familia.
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"A mí siempre me decían que un hijo te arruina la vida pero para mí si vos querés y tenés ayuda, podés. Es simple. Yo quedé embarazada, terminé la escuela, conseguí un trabajo, quiero estudiar. Levanté sola mi casa y no tengo un plan social que me ayude", dice Jennifer, con lágrimas de satisfacción en los ojos.
Con mucho esfuerzo, terminó la escuela siendo escolta, tiene un trabajo en blanco y se desvive por darle un presente digno a su hija. Ella es una de las tantas madres adolescentes de contextos vulnerables que rompen con el prejuicio que tiene el 46% de los argentinos que es creer que los pobres suelen tener más hijos para cobrar los planes, según un relevamiento nacional de la consultora Voices! de este año.














Valentina nació prematura en abril y tuvo que estar un mes internada en el hospital

Las cifras oficiales del Anses sobre cuál es el perfil de las beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo (AUH) también desmienten esta creencia. El promedio de hijos es de 1,7 (mas de la mitad tiene solo un hjjo) y el 47,4% de las mujeres trabaja.
Gracias al apoyo de su familia, de algunos docentes y de la Fundación Cruzada Argentina, pudo ir consiguiendo cada uno de los objetivos que se había propuesto. Su historia de lucha integra la cuarta entrega de Redes Invisibles, un proyecto de LA NACION que apunta a demostrar cómo los prejuicios limitan las posibilidades de futuro de los jóvenes de contextos más vulnerables y profundizan su situación de exclusión. Y que también cuando aparecen personas y organizaciones les dan las oportunidades que se merecen y los acompañan, estos chicos logran romper con el círculo de la pobreza.
A Jennifer su maternidad precoz la catapultó a la madurez sin escalas. Desde que nació Valentina, empezó a guardar todas las monedas que conseguía en un botellón de cinco litros de agua mineral. "Trato de ahorrar la mayor cantidad posible porque siempre las monedas se pierden o se tiran. Y yo se que esto después se transforma en billetes. Lo uso para cualquier emergencia", cuenta Jennifer sobre sus estrategias de supervivencia, temblando de frío porque es invierno y ella no tiene campera. "Con el próximo sueldo me voy a comprar una. Lo importante es que Valen tiene la suya", dice.
Ya no está más sola. Ahora tiene una vida en sus manos. Y eso implica sacrificios. "Lo que veo es que las madres adolescentes se vuelven más responsables, porque saben que si no se reciben y tienen un título, ¿quién se va a hacer cargo de esa criatura? Y priorizan el terminar la secundaria para poder salir adelante", dice Martín Temporeti, uno de los docentes que más la acompañó durante su embarazo

De ser madre adolescente a terminar siendo escolta y tener un trabajo en blanco

05:28
Valentina tiene dos años y medio y es un torbellino de energía. Con su pullover fuxsia y dos colitas de pompones blancos en el pelo, reclama atención permanente. Jennifer no pierde la paciencia y por momentos interrumpe la grabación para jugar un rato con ella, prepararle la mamadera o cambiarle los pañales.
Jennifer nació en un contexto muy pobre. De chiquita se tuvo que enfrentar al estigma de ser parte de una familia de "carreros" (su papá y sus hermanos trabajan repartiendo materiales de construcción con un carro tirado por un caballo) y de que su papá entrara y saliera de la cárcel por diferentes causas. Por este motivo, se perdió el nacimiento de su nieta. Desde el 29 de marzo de este año está preso porque tuvo una pelea con los vecinos.
"Nosotros somos carreros y siempre nos acusan de las cosas que pasan acá", dice Jennifer angustiada. Es la mayor de cuatro hermanos a los que sus padres siempre les enseñaron el valor por el estudio y el trabajo. Su papá no terminó la escuela primaria y a duras penas sabe leer y escribir, pero era el que todas las tardes cuando volvían de la escuela, los sentaba a hacer la tarea. "Él sabe lo básico pero hacía que nos controlaba a ver si la habíamos hecho bien", recuerda emocionada Jennifer, mientras su hija que está a upa juega con sus anteojos. La sienta en una sillita rosa de plástico y se ponen a preparar juntas un picnic de fantasía.














Su papá y sus hermanos trabajan repartiendo materiales de construcción con un carro tirado por un caballo

Raquel Bruzzo, su mamá, es la que siempre machacó a sus hijos sobre la importancia de estudiar. Ella pudo terminar el secundario e hizo el intento de estudiar para ser contadora en Chaco. Pero no pudo continuar por falta de recursos y se dedicó a ser empeada doméstica para poder alimentar a sus hijos. "Cuando me dijo que estaba embarazada fue un baldazo de agua fría pero de a poco lo fuimos aceptando. Tenía miedo de que dejara la escuela y se juntara con su pareja. O se fuera a trabajar de empleada doméstica. Pero se manejó bastante bien y siempre la siguió peleando", dice Raquel. Para Jennifer, su mamá es el pilar más solido en su vida. "Siempre fue un apoyo incondicional. Mi mamá es todo", Jennifer.
Su realidad es la de muchas chicas que quedan embarazadas durante la adolescencia y tienen que enfrentarse a ese desafío. Jennifer era buena alumna, jugaba al fútbol y siempre fue líder en sus grupos de amigos. "Hace tres años estaba en un partido de fútbol frente al arco y vomité todo. Ahí me di cuenta de que estaba embarazada. ¿Cómo no le iba a pegar a la pelota?", cuenta Jennifer, entre risas.
Estaba de novia hacía unos meses y habían decidido no cuidarse. "Que sea lo que Dios quiera", dijeron con su pareja. Igual el embarazo la tomó por sorpresa. Su vida dio un vuelco. Al principio todo fue miedo e incertidumbre. "Costó mucho ser madre joven porque había muchos obstáculos y discriminación. Tenía un temor fatal de no saber qué hacer, cómo cuidarla. Es mucha responsabilidad y hay que tener muchas ganas. Lo más difícil es tratar de que no le falte nada", resume Jennifer.














Jennifer nació en un contexto muy pobre. De chiquita se tuvo que enfrentar al estigma de ser parte de una familia de "carreros"

Por eso destaca el acompañamiento de su mejor amiga, compañera de fútbol y madrina de Valentina, Yamila Fut. "Ella es una persona muy desafiante, le gustan las mujeres y sufrió mucha discriminación por eso. Yo estuve durante todo su proceso de cambio y ella estuvo en el mío. No fue como con otras compañeras que decían que eran mis amigas y después me dejaron de lado", señala Jennifer.
Arrancó el último año del colegio a punto de parir. Valentina nació prematura en abril y tuvo que estar un mes internada en el hospital. Jennifer estuvo todo ese tiempo sin ir a la escuela, pero los profesores María Eugenia Fleitas y Martín Temporeti la ayudaron para conseguir los apuntes y las tareas para que no se atrasara. "Ella tenía miedo sobre el momento en que tuviera a la bebé, si iba a poder seguir en el colegio. Mientras no pudo venir, retiraba el material en la escuela y lo hacía en la casa", señala Fleitas.














Valentina tiene dos años y medio y es un torbellino de energía

En el colegio - más allá de un altercado con una de las preceptoras - todos sus compañeros y docentes la ayudaban cuidando o hamacando a Valentina mientras no dormía. "Costaba un poco estudiar pero no era tan difícil porque ella era muy tranquila. Como en casa ella era más inquieta, venía temprano a la escuela para poder avanzar con la tarea", recuerda Jennifer.
Un día que ella faltó a la escuela, integrantes de la Fundación Cruzada Argentina - que implementan la metodología de la Fundación Forge en Corrientes y Chaco - fueron a contarle a los alumnos del último año sobre su programa de capacitación dirigido a que jóvenes como ellos pudieran ingresar al mercado formal de trabajo.
Jennifer se enteró que algunos compañeros habían arrancado el curso y no quiso perderse esa oportunidad. Al otro día se presentó con su hija de dos meses y su hermana a la fundación para pedir que le dieran un cupo. "Dijo que quería ser parte del programa y que había venido con la hermana para que le cuidara a la criatura así ya podía arrancar ese mismo día. Casi no faltó ni con la lluvia, ni con el calor, el paro de colectivo y mucho menos por la escuela", recuerda Marcelo Velázquez, director ejecutivo de la Fundación Cruzada Argentina, sobre su enorme fuerza de voluntad.
Su tutora y la persona que le hizo el seguimiento cuerpo a cuerpo hasta que consiguió el trabajo en Mostaza hace ocho meses fue Erika Fogar. Hoy Jennifer trabaja de lunes a viernes desde las 18 hasta el cierre del local, mientras Valentina queda al cuidado de su abuela. Su sueldo es de alrededor de $7000 por mes pero está aprovechando para hacer la mayor cantidad de horas extras para poder terminar su casa. Tiene obra social y cobra $2500 de asignación familiar.
"Acá siempre se repite que nadie quiere trabajar y yo te aseguro que si vos bajás un poco los prejuicios vas a encontrar un montón de jóvenes con ganas de trabajar, responsables, que necesitan el trabajo y con los que podés formar un equipo formidable. Tienen objetivos, sueños que alcanzar y se van a comprometer con cualquier lugar que les permita alcanzar esos sueños", señala Erika convencida.














Jennifer es la mayor de cuatro hermanos a los que sus padres siempre les enseñaron el valor por el estudio y el trabajo

En este momento Jennifer está separada de Franco, el papá de Valentina, y vive en la casa de sus padres. Todas las mañanas las dedica a limpiar y seguir equipando su propia casa que queda a cinco cuadras. Por ahora solo tiene la habitación, los muebles y un horno eléctrico. El próximo sueño es poder terminar el baño.
"El sueldo me alcanza apenas para mantener a la nena. El papá no llega a ayudarme porque no tiene trabajo. Yo saqué un préstamo en la ANSES para poder comprarme los ladrillos y el piso. Lo urgente es tener el baño, después seguirá la cocina y el comedor", cuenta Jennifer entusiasmada.














Erika Fogar fue la tutora y la persona que le hizo el seguimiento cuerpo a cuerpo hasta que consiguió el trabajo en Mostaza hace ocho meses
Erika Fogar fue la tutora y la persona que le hizo el seguimiento cuerpo a cuerpo hasta que consiguió el trabajo en Mostaza hace ocho meses

Cuando su hija esté más grande, le gustaría intentar estudiar derecho para defender a las personas que tienen menos acceso a la justicia. "Es un recurso muy caro. Ahora, por ejemplo, nosotros no tenemos plata para pagar un buen abogado para sacar a mi papá de la cárcel", dice.
Jennifer sabe que sin la red de personas que la ayudaron, no habría llegado tan lejos. "A veces uno dice "no puedo sola". Si no tenes apoyo es como que te cuesta más. Pero necesitás que alguien te ayude y te de un empujoncito. Que te diga: "Probalo", dice emocionada.


Todo lo que hace es para educar con el ejemplo a su hija y poder darle todo lo que necesita. "Ella va a ser muy fuerte. Y yo le quiero dejar la enseñanza de que aunque uno tenga mucha gente en contra, se puede salir adelante. Y que si uno estudia, puede ser alguien", concluye Jennifer.













AUH. ¿interés económico o un proyecto de familia?















18 de agosto de 2019  
La familia siempre fue uno de los proyectos más deseados y esperados para la mayoría de las personas. Aunque hoy en día, ya hay muchos jóvenes en distintos lugares del mundo, que no ven al proyecto familiar como algo esencial para sus vidas. Yo vengo de una familia numerosa, somos seis hermanos y siempre quise tener siete u ocho hijos. Hoy tengo solo dos. Después del primero - Lautaro - con mi mujer decidimos no tener más y después de unos años volvimos a tomar la decisión de sumar a nuestra hija Catalina a la familia.
En la Argentina, uno de los prejuicios más fuertes que existen es creer que las mujeres de bajos recursos económicos no pueden desear o decidir tener hijos por amor sino que lo hacen para cobrar un plan.
Es terrible pensar así. Si bien el embarazo precoz es uno de los temas más complejos en los barrios de bajos recursos económicos, no es real que las mujeres queden embarazadas para percibir algún fondo del Estado. Hoy el monto que se destina es de $ 2.300 por cada hijo. Con esta plata, ¿qué gastos se pueden cubrir? Con suerte cuatro bolsas de pañales, algunas cajas de leche, algo de comida y ropa. Pero, ¿cómo enfrenta una madre o una familia el resto de los gastos de la casa?
La asignación universal por hijo (AUH) busca que todos los niños puedan tener acceso a derechos básicos, dado que el fondo exige en contraprestación que cada madre cumpla con los requisitos de vacunación y educación obligatoria al día
¿Podrá ser entonces que tener un hijo en los barrios de más bajos recursos económicos en Argentina esté más vinculado a formar una familia, a poder cumplir con un sueño, al amor por esa cultura que a tener financiadas las vidas a través de un plan?
A estos prejuicios sobre el embarazo en sectores populares se suma la poca información que hoy todavía existe sobre los cuidados y la formación en temas de educación sexual para todos los sectores sociales. Los tabúes en este tema están presentes en todas las familias, las escuelas, en todos los barrios del país. La poca y casi nula información de los métodos anticonceptivos que existen hoy en el siglo XXI es realmente alarmante.
Tengo un pequeño test de estadística casera que compartir con ustedes. Mis amigos - pertenecientes a distintas clases sociales - no tuvieron su primer encuentro sexual a la misma edad. En los barrios de bajos recursos económicos, la experiencia de un encuentro sexual es mucho más temprana que la de los jóvenes en una clase social más alta. La pregunta es: ¿por qué?
Una de las explicaciones es que la mayoría de los jóvenes que vivimos en los barrios de bajos recursos económicos no tenemos muchas actividades sociales, no vamos a ningún club, no tenemos clases particulares, no vamos a esquiar y demás atractivos. Entonces gran parte de nuestro ocio pasa por poder investigar nuestro cuerpos y fantasías sexuales.
En estos contextos los chicos nos criamos con pocas oportunidades de futuro. Todo es más precario: la vivienda, el entorno, la educación, la salud, el trabajo. Ante esta realidad, formar una familia es muchas veces uno de los únicos proyectos que tenemos mirando hacia nuestro futuro.
Y además es una forma de encarnar nuestra manera de vivir como parte de nuestra cultura, de profundizar el valor por la familia numerosa, de compartir el domingo en familia con los distintos primos, sobrinos, hijos y hermanos que uno tiene, ese sabor a festejo y "quilombo" en las distintas fiestas u oportunidades que tenemos de celebrar algo.
El prejuicio que existe sobre las mujeres que reciben la AUH es generado por la ignorancia sobre quienes son las beneficiarias porque los datos estadísticos están, y en el segundo lugar, es generado por la indiferencia de una sociedad a la que no le interesa conocer est realidad.
La estigmatización hacia estas madres jóvenes - a las que todo les cuesta más por su situación económica - es realmente preocupante porque solo potencia la discriminación y la violencia ya existentes, y sigue alimentando la construcción de una sociedad cada vez más polarizada y menos empática.












La inquietante soledad del Director

6JUL

Pocos pondrán en duda la importancia que tiene la buena dirección de las instituciones escolares para conseguir los objetivos que se proponen en su proyecto educativo. Los fines compartidos y las actitudes cooperativas serán adecuadamente impulsadas desde una forma rica de entender la función directiva.
No me gustan mucho los siguientes verbos de la dirección: mandar, controlar, exigir, castigar, imponer, ordenar someter, silenciar, advertir… Me gustan más estos verbos: coordinar, dialogar, escuchar, aprender, estimular, pensar, aceptar, innovar, sugerir, investigar, proponer, crear, motivar, amar, hacer crecer…
No voy a plantear ahora cuestiones que considero importantes: por qué motivos quieren acceder algunas personas a la dirección, cómo se forman, qué tipo de tareas realizan, qué estilo de dirección asumen, qué sentimientos viven, qué conflictos tienen que afrontar, que signo (positivo o negativo) tiene su evolución… Voy a centrarme en una cuestión muy concreta y enseguida diré el motivo que me ha llevado a plantearla.
Mi entrañable amigo argentino Horacio Muros me ha sugerido varias veces la idea de hacer algunas reflexiones sobre la soledad que viven quienes dirigen las escuelas. Estoy seguro de que uno de los motivos por los que me ha hecho esa invitación es la vivencia de ese sentimiento en los más de veinte años que viene desempeñando el cargo.
La soledad tiene muchas caras, muchas dimensiones. Decía María Zambrano que “solo en soledad se siente la sed de verdad”. También es cierto lo que decía Ralph J. Bunche: “Me encuentro solitario cuando busco una mano y solo encuentro puños”. Cara y cruz. Haz y envés de la soledad. Habrá que reflexionar sobre el contenido psicológico y moral de esa singular vivencia-
Hay, a mi juicio, varios tipos de soledad en el ejercicio de la profesión directiva. El primero es la soledad física. El Director (siempre que hable de Director me estaré refiriendo a Directores y Directoras, a sabiendas de que el género es una cuestión fundamental en la consideración del poder en educación) está más solo físicamente que los profesores y las profesoras. Tiene un despacho en el que suele estar aislado (qué hermosa palabra). En la sala de profesorado están o pueden estar todos los docentes.
En mi libro “Las feromonas de la manzana. El valor educativo de la dirección” hay un capítulo titulado “La imagen en el espejo. El equipo directivo visto por el alumnado”. En él recojo varios testimonios de alumnos y alumnas:
– “Durante mi paso por el Colegio no recuerdo la figura del Director y después en el Instituto recuerdo al Director del centro, pero nunca he llegado a hablar con él. Lo recuerdo como una persona distante, siempre sentado en su despacho. Mi relación con los dos Directores durante mi experiencia ha sido casi inexistente, llegando al punto de que en bachillerato me enteré de quién era el Director cuando se jubiló y fue entonces cuando me enteré de quién era el viejo y el nuevo”
– “Al pedirme que relate mi historia acerca del Director y la relación que haya tenido conmigo me quedo en blanco, ya que en mi vida académica ninguno de los Directores o Directoras que he tenido en los centros donde yo estaba matriculada han tenido ninguna relación conmigo. Se puede decir que para mí la figura del Director tal y como me han hecho conocerla es aquella persona que sabías que existía por lo mucho que hablaban de ella, pero que permanecía en el despacho a puerta cerrada”.
– “Lo significativo de la figura del Director en el Colegio es que ni siquiera sabía quién era. Solo era una persona a la que teníamos miedo, pero sin rostro y te la imaginabas como un monstruo”.
Hay otro tipo de soledad que es la soledad emocional. El Director puede sentirse aislado. Unos se alejan de él por temor y otros por no ser tildados de sumisos, aduladores o interesados. Hay quien practica la crítica más cruel de manera virulenta. Se ensaña con todo tipo de discursos y comportamientos. Sea quien sea el Director. Hago lo que haga. Qué decir cuando en el seno de la comunidad hay una persona que aspiraba al cargo y fue relegado por quien hizo la elección o perdió en un concurso de méritos. Qué decir también de los grupos que ejercen una oposición sistemática.
Hay un tercer tipo de soledad a la que llamaré soledad decisoria. Me refiero a la necesidad de tomar decisiones en solitario. En España tenemos equipos directivos, de modo que muchas decisiones tienen carácter colegiado. Pero hay ocasiones en las que, por la urgencia o por las condiciones, el Director, como órgano unipersonal de gobierno, tiene que decidir sin poder realizar consultas ni llegar a una decisión compartida. Toda la responsabilidad descansa entonces sobre las espaldas del Director. Nadie le puede ayudar. Se encuentra solo ante deber de elegir, ante la necesidad de decidir. Con todos los riesgos y la angustia que eso conlleva.
Existe también, a mi juicio, a mi juicio, una soledad orgánica. El Director pertenece a la comunidad, pero es una parte distinta y visible. El Director tiene poder pero se trata de un poder institucional delegado. Está situado, en solitario, entre el poder y la comunidad. Puede decantarse hacia un lado o hacia otro. Puede sentirse más del poder o más de la comunidad. Puede querer agradar, sobre todo, al poder o a la comunidad. Pero está solo en el medio de ambas instancias.
Finalmente podríamos hablar de una soledad ontológica. Es decir una soledad que tiene que ver con la naturaleza misma de la función directiva. El Director está solo, es uno, es un cargo orgánico unipersonal. Puede tener equipo, puede evacuar consultas, pertenece a una comunidad pero, en última instancia, hay un Director que representa, se responsabiliza y ejerce su función en estricta soledad. Decía Schopenhauer que nadie puede salir de su individualidad. Joseph Conrad afirmaba: “Vivimos como soñamos: solos”.
Estas realidades producen estados de soledad, pero ninguno es igual que otro. Nunca se está solo de la misma manera. Es preciso recordar, por otra parte, que no es igual estar solo que sentirse solo.
Parte de la diferencia entre vivir soledad como un sentimiento destructivo o constructivo reside en la voluntariedad. Una cosa es estar solo por elección, como fruto de una decisión elaborada y otra estar condenado a una soledad que no se desea ni se ama.
Otra parte de la diferencia reside en el uso que se hace de la soledad. Un cuchillo puede utilizarse para herir o matar, pero también para liberarse de ataduras inmovilizadoras. Importa mucho la finalidad a la que conduce, lo que a la postre se hace con ella.
Finalmente, es decisiva la vivencia de la soledad. El hecho de que en ella nos sintamos felices o desgraciados. Lo que importa es cómo vivimos la soledad. El mismo hecho de estar solos o de sentirse solos a unos les reconforta y a otros les destruye.
La soledad puede estar teñida de muchos sentimientos: tristeza, angustia, temor, dolor, pesadumbre. Pero también de paz, seguridad, fortaleza, serenidad… Es muy importante reconocerla, sentirla, compartirla y trabajarla para ponerla al servicio del crecimiento personal y de la mejora de la comunidad. Decía Bodelaire: “Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo entre una multitud atareada”.