La adaptación. Un mecanismo de defensa. -15 - 08 - 2022.-

LA “ ADAPTACIÓN”. Envío de P.P.Kolomi. -15 - O8 - 2O22. Todo organismo tiene incorporada la “adaptación”, que es un verdadero mecanismo de defensa, orientado a la supervivencia del individuo y de la especie. Es una capacidad innata de incorporar lo que en su medio lo favorece, y de rechazar o neutralizar lo que lo perjudica. Sin esta adaptación, no podríamos sobrevivir en un ambiente que no provee lo que necesitamos para vivir, o bien nos ofrece lo perjucicial. En un clima adverso o no habitual, o un alimento distinto, tenemos posibilidad de sobrevivir si nos adaptamos. Esta adaptación es innata en todos los reinos biológicos: el botánico, el animal y el humano, y es parte de su sistema inmunológico. Un ejemplo típico lo tenemos en la “cucaracha”, cuya capacidad de adaptación es tan eficaz y rápida, que esta especie es de la época de los dinosaurios: selecciona su alimento, y neutraliza los químicos perjudiciales. Un ejemplo actual lo tenemos también en las plagas agrícolas, que neutralizan los químicos, que deben ser cada vez más fuertes. La mayoría de las especies desaparecidas, aunque provistas de esta capacidad, no tuvieron la “posibilidad” de adaptación, porque el ambiente ya no les proveía de lo necesario, o porque sobrevinieron situaciones de cambios bruscos, que no dieron tiempo a esta adaptación. No mencionamos aquí la acción depredadora del ser humano, que nunca como hoy va eliminando especies vivas de todo tipo, en aras de la ganancia económica, pero a costa del equilibrio ecológico global. La adaptación en el hombre, no es solo resultado de la naturaleza, como en los demás seres, sino que es indispensable la acción “educativa”, ya que no es suficiente la adaptación biológica, sino que necesita adaptarse también ante las situaciones morales y psicológicas que tiendan a perjudicarlo o destruirlo como ser humano. La acción educativa debe orientar y entrenar a los niños y adolescentes en su capacidad de discernimiento, para decidirse por lo que les hace bien, y rechazar lo que los perjudica (anticuerpos). Sin esta educación, sucumbirán ante los “virus” de un ambiente hostil, que lejos de educar, corrompe. Después de la educación, la otra raíz que alimenta la capacidad de adaptación en el ser humano, es la experiencia propia, que a su vez depende también de la educación, y va descubriendo la dirección correcta, y rechazando la equivocada. También se “aprende en cabeza ajena”, observando lo que sucede a otros, y sacando la propia conclusión. Toda adaptación supone entonces la incorporación de lo beneficioso, y el rechazo o neutralización de lo perjudicial. Esto siempre que uno ya esté encaminado en lo positivo, si no, tendrá que cambiar de rumbo. Si lo que anda mal es “el otro”, el “ambiente”, su incorporación arruinaría lo que anda bien en el sujeto, y no lograría su finalidad: “sobrevivir”. En ese caso la adaptación consiste en el “rechazo” o “neutralización” de lo perjudicial. La “neutralización” se logra con la convicción firme y clara del bien, y no dando ninguna importancia al “virus” de lo perjudicial. (se lo tira al tacho de basura) Uno se adapta y sobrevive en el ambiente, si acepta lo que favorece su crecimiento humano, y rechaza lo que lo envenena. El veneno no deja de ser tal porque le pongamos azúcar, o porque se lo presente en una cajita dorada, como lo hacen las propuestas nocivas en la publicidad y los MCS. El peor “Sida” o “virus” es el moral: la falta de capacidad de crear anticuerpos para defenderse (=adaptarse), de los virus sicológicos y espirituales, que con creciente vehemencia proliferan en nuestro ambiente. El que no sabe adaptarse rechazándolos, termina muerto. Y qué esperanza queda para un individuo o sociedad, no solo incapaces de crear anticuerpos para rechazar los virus, sino que se adaptan a la inversa: para incorporarlos ?. Es su final, sin esperanza de futuro. La naturaleza nos previene, y ya está programada para subsistir (=futuro)… “No se amolden a este mundo, sino transfórmense con la nueva mentalidad de Cristo…” (Rm.12,2) Dios nos advierte : “El mundo los odiará, pero no teman, yo he vencido al mundo.” (Jn 15, 15 ) Pablo Kolomi

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