Historia de la trilla del trigo. -21 - 09 - 2021.-

Sábado 18 de Septiembre de 2O21.- Por Edgardo Urraco. - En el suplemento “Agro Clave”, publicado por La Capital el sábado 28 de agosto, se hace referencia a dos situaciones distintas. Por un lado la reactivación del sorgo y por otro la preocupación por la próxima cosecha del trigo que, tras una buena evolución inicial, peligra por la amenaza de una sequía que podría disminuir los quintales recogidos. El poeta sanjuanino Eusebio Dojorti, más conocido por Buenaventura Luna, escribió: “el sol que es de Tata Dios y siempre alumbra a los trilladores; que nos alumbre a los dos, chinita de mis amores”. El sol sigue alumbrando a los enamorados, pero no puede ayudar a los trigales sin el milagro mágico, molecular y cristalino (H2O) de la lluvia; que se muestra esquiva desde hace tiempo. Esos versos fueron inspirados por la trilla (separación del grano de la paja en las espigas), que antes de 1870 se realizaba sin la ayuda de las máquinas trilladoras que poco después revolucionaron el trabajo en los campos donde el trigo maduro pintaba una inconfundible postal dorada. La vieja “trilla artesanal” era un himno al trabajo, al esfuerzo y a la alegría de los campesinos. Una vez cosechado el trigo con la clásica y filosa hoz, se lo ataba en paquetes denominados “gavillas”, que se llevaban a un corral circular llamado “era” con el piso bien apisonado, en cuyo centro se levantaba la parva. Una vez que el sol secaba las gavillas humedecidas por el rocío, los “horquilleros” se encargaban de ir poniendo las plantas de trigo en el suelo y una tropilla de yeguas al galope lo iban pisoteando. Los animales circulaban unos 15 minutos en un sentido y luego de un descanso, los hacían galopar en sentido contrario para que no se marearan y hasta solía haber un recambio de yeguas. Luego, si el tiempo era propicio, el grano era “aventado”, es decir expuesto al viento para limpiarlo de residuos y después de un zarandeado adicional se lo embolsaba, tras lo cual comenzaba su camino hacia el noble destino de pan. Y como digno final de tan extenuante tarea, no faltaba el asado, el vino, las empanadas, el locro y el baile. El sorgo renació como un “fénix gramíneo” a favor de la mejor calidad en semillas, la buena adaptación a las campañas con escasas lluvias, la demanda ganadera y los requerimientos chinos. El trigo en cambio está a merced de la sequía, la “Niña” y el cambio climático. Los productores y el país esperan lluvias salvadoras que mejoren la situación. A propósito, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), “las lluvias de los primeros días de septiembre fueron providenciales para la campaña triguera, porque una semana más sin agua hubiese traído una situación mala e irreversible para el rinde del cereal. Además, el cultivo este año está muy bien fertilizado, por lo que se espera una buena reacción del mismo a partir de las tormentas”. En fin, el trigo y la trilla seguirán hermanados eternamente. Ahora bien; la antigua trilla comparada con la manera en que hoy se realiza con modernas y poderosas máquinas segadoras-trilladoras y embolsadoras, aparece como un recuerdo campestre guardado en viejas páginas agrarias. Edgardo Urraco ............................... La siega y la trilla, en España. - Durante el mes de julio, los segadores, a golpe de hoz, recolectaban el trigo y la cebada de los campos que, en gavillas y en carros y mulos, se transportaban hasta la era donde se extendían formando la parva. De ahí que aún se diga, cuando algo es abundante, que se tiene o se entrega a “parvás”. El emparvado, era el momento en el que se apreciaba el verdadero resultado de aquellos esforzados trabajadores admirables. - Me dice mi pupilo, que venían familias enteras de allende “Las Manchas” y Andalucía, para recolectar el grano. Eran gente experta en un trabajo que desarrollaban desde el amanecer hasta el atardecer, con el rato de descanso de la siesta, tras la comida, cuando el calor más fuerte y les era y resultaba imposible permanecer en el sembrado. -Era su dieta alimenticia desde el desayuno a la cena, migas de harina de trigo, con lo que cercano tuviesen para acompañar: pepinos, uva, tomates… - Tenían una dieta escasa en proteínas así que, los zagales, les cazábamos pájaros y ranas, para que pudieran hacer una ingesta más rica. A cambio, si era posible, nos daban una perra chica (5 céntimos de peseta). - A muchos los acompañaba su familia, que se alojaban en las casas de los labriegos, aunque los varones y algunos niños y niñas, las más de las veces, dormían en la era, sobre la paja. Incluso –me incide mi pupilo- algunos de los que residíamos en la cortijada, ciertas noches podíamos dormir con ellos, en lo que nos parecía una aventura fantástica. Dice que con un segador manchego venía su hija Pilarica. Una morena con largas trenzas y ojos negros grandísimos, de su aproximada edad, de la que se enamoró irremediablemente. Su sonrisa le encantaba. Cuando podían subirse a los trillos, procuraba hacerlo con ella, para que se agarrase a él al sujetarse. - Porque, después del emparvado, se trillaba. A la caída de la tarde y los domingos, se aparejaban los machos y se les enganchaba el trillo. Uno de los labriegos se subía a él, tomaba las riendas y comenzaba a dar vueltas en la era, de dentro a fuera, en círculos concéntricos, para que, con la fricción de sus cuchillas, se separase el grano de la paja. Sobre el trillo se subían los críos, tras del trillador, para hacer peso y, de paso, divertirles. Era entonces cuando su mano buscaba la de Pilarica y ella se agarraba a su cintura, sintiéndose más segura. Y él –me cuenta mi pupilo- se sentía el más feliz del Mundo. - Tras la trilla, se aventaba para separar el grano de la paja que se almacenaban en sacos de aspillera y en pacas, respectivamente. - Durante todo aquel año, dice mi pupilo que estuvo esperando a que fuese de nuevo verano para ver a Pilarica. Recordaba todos los días sus trenzas, sus grandes ojos, sus carcajadas… Estaba decidido a confesarle su amor. Pero cuando llegó la época de la siega, los segadores no llegaron. Lo que apareció fue un horrible gigante de color caca de bebé, y que hacía un ruido enorme. Se trataba de una nueva maquinaria que segaba los trigales, con más rapidez que con las labores tradicionales. La profesión de segador entró en extinción y jamás volvió a ver a Pilarica, de la que sólo conocía su nombre y que era de por esas «Las Manchas» de España. La Dulcinea de mi pupilo, se desvaneció con los adelantos mecánicos de la modernidad del progreso, agotándose su amor infantil antes de nacer al público. - Cuando se levantó para irnos a dormir, vi que mi pupilo tenía los ojos húmedos por los emotivos recuerdos que me había contado. Decidí, entonces, que esa noche dormiría junto a él, al lado de su cama, para confortarle. ....................................... La trilla en Italia Abruzzo. En este artículo vamos a tratar los equipos empleados para la recolección de cultivos aprovechados por sus granos (semillas o frutos de pequeño tamaño y consistencia dura) como son los cereales (trigo, cebada, avena, centeno, maíz, sorgo, arroz...), otros tipos de granos oleaginosos como girasol, colza, soja, cártamo, asi como las leguminosas para grano (lentejas, yeros, judías, guisantes, gabanzos, etc.). En la práctica, la maquinarla empleada para la recolección de todos estos cultivos es básicamente la misma que la usada para cereales (foto 1), con algunas modificaciones, regulaciones especiales y accesorios. A lo largo del artículo explicaremos tres aspectos de las cosechadoras: la evolución histórica de la recolección de cereales, los elementos básicos que forman parte de estas máquinas y, finalmente, su modo de funcionamiento, regulación y pérdidas. Además de exponer los elementos y componentes más haF. 2, Segado ra-tri I lado ra-atadora en Alemania en 1937 (Claas) F. 1. La maquinarla empleada para la recolección de [New bituales de las cosechadoras, hemos querido incluir especialmente las novedades y avances técnicos que se empiezan a implantar en las cosechadoras, como pueden ser los sistemas ce trilla forzada, la separación rotativa, los sensores electrónicos de rendimiento, etc El artículo se completa con una descripción de las características técnicas de las cosechadoras del mercado actual. I SlNlritws H.nlii Hitidlrv ilc En nuestra memoria, y en la de nuestros padres y abuelos, quedan aún las imágenes de cómo se hacía la recolección manual de cereales, mediante cuadrillas de segadores que iban cortando la mies a golpe de hoz. El cereal segado se agrupaba en manojos atados (gavillas o haces) que se acarreaban hasta la era. Las eras, parcelas allanadas tapizadas de piedras planas o en otras regiones grandes piedras lisas en las laderas del monte, se usaban para realizar la trilla. Sobre cereales puede emplearse para otros múltiples cultivos Holland), ellas se extendía la mies y se pasaba por encima con caballerías que arrastraban los trillos de pedernal (tablas de madera con piedras incrustadas) para desprender e grano de la espiga. La mezcla de grano y paja se agrupaba y anzaba al aire aprovechando días ventosos ("aventado"), para conseguir que el aire arrastrase lejos la paja, de menor peso que el grano. El cereal así limpio había de ser barrido del suelo y cargado en carros para su transporte. Afortunadamente, la maquinaria agrícola hizo su aparición y aligeró considerablemente estas duras tareas de recolección. En 1834, en EE.UU., Me Cormlck obtuvo la patente de su segadora tiraoa por caballos. En 1850 se construyeron las primeras segadoras-agavilladoras y en 1890 apareció la segadora-aladora (foto 2), que se complementaba con otras máquinas como los trillos rotativos, aventadoras, etc. Los primeros Intentos de construir una trilladora se realizaron en Escocia en el siglo XVIII y en 1840 había ya fábrica de trilladoras de cierta importancia en Estados Unidos. Hoy en día, estas máquinas sólo se emplean en el mundo en regiones con agricultura de minifundio o en áreas en vías de desarrollo sin acceso ala maquinaría agraria avanzada. De hecho, la maquinaria de recolección de granos es la que ha sufrido un mayor proceso de transforma

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