¿Qué tiene el político en la cabeza? Libro Diego Sehinkman. - 03 -12 - 2023.-

¿QUE TIENE EL POLITICO EN LA CABEZA? Titulo del libro de Diego Sehinkman. Jurisprudencia: Validez de la notificación de carta documento devuelta por el correo con la leyenda “Cerrado con Aviso”. Al diván.... Candidatos políticos al Psicólogo. Que tienen en la cabeza? Abril 14, 2015 A todo ciudadano que aprecie la democracia como forma de vida le gustaría escuchar ideas, propuestas, planes, plataformas de gobierno de parte de quienes se perfilan como candidatos para las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, las figuras que ocupan el escenario político actual parecen más empeñadas en mostrar enojos y oposiciones que en proponer acciones con sello propio. Y algunas, casi todas y aún con asesores de imágen de por medio, dejan vislumbrar ciertos rasgos de su personalidad en sus apariciones públicas. Pero dejando las especulaciones de lado, la realidad es que poco se sabe de la personalidad, de la psiquis, que se esconde debajo o detrás de discursos elaborados e imágenes armadas especialmente para las cámaras. Para conocer más y desentrañar ese misterio, Veintitrés consultó a psicólogos y especialistas que, con la pericia que les conceden años de estudio y de experiencia, se animan no sólo a determinar qué constituye la psiquis de la mayoría de los políticos de la Argentina, sino también las particularidades que caracterizan la personalidad de cada uno. “Freud planteó en su libro Psicología de las masas y análisis del yo, algo que cuando se piensa parece una ingenuidad: que el político, a partir de encuestas, dice lo que la gente quiere escuchar –afirma el escritor y psicoanalista Germán García–. Es una especie de juego que entabla una comunidad con un personaje que debe tener algo propio. La cuestión es que acierte los rasgos que hagan verosímil lo que está diciendo. Dos políticos pueden apelar a la misma consigna y en uno suena creíble mientras que en otro no”. Para el especialista se trata de “dibujar un personaje que pueda decir algo interesante, algo así como elegir actores para una película o una publicidad. Se puede hacer un análisis de una imagen pública, pero no dejará de ser un dibujo. Gardel en su juventud era un gordito, hay una foto a caballo que da risa, pero lo agarraron unos tipos vivos, lo asesoraron y se convirtió en el personaje que fue, el arquetipo del porteño”. Una primera y verdadera advertencia de los riesgos de creer a pie juntillas en lo que se ve. Enrique de Rosa, médico, especialista en neurología, psiquiatría y medicina legal y forense, adscribe a la idea perfilada por García: “No sé si lo que dicen los candidatos o sus posiciones públicas son parte de su realidad o están guiados por un Durán Barba que les dice ‘hay que decir esto’”. Sin embargo, De Rosa se anima a afirmar que sí tienen estructuras que se corresponden “con el poder, aunque no necesariamente son patológicas. En general, los políticos hacen uso y abuso de un manejo psicopático del discurso, en la medida en que no tienen ningún inconveniente, acá y en todo el mundo, de decirse y desdecirse y no por eso entrar en una confusión neurótica frente a la contradicción, como nos sucede a casi todos los neuróticos”. Un rasgo que podría considerarse general, pero no el único. Para De Rosa, el narcisismo es otra característica común entre quienes caminan por la arena política. “Los políticos logran una estructura que en otras áreas tiene que ver con eliminar la culpa o el contacto con el otro –consideró–, son rasgos narcisistas de personalidad que les permiten estar convencidos de que son los mejores. En este caso el narcisismo no como algo patológico sino como una característica que les permite sobrevivir”. Para Harry Campos Cervera, psiquiatra y miembro titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), el narcisismo es un rasgo “del político, tiene que tener cierto grado de convencimiento en uno mismo. Es un interjuego, porque podríamos decir que todos los actores son narcisistas pero algunos se la creen y otros no. Un ejecutivo o un político deben tener una condición narcisista pero también la capacidad de salir o entrar de esa investidura. El que no tiene esa capacidad va a mostrar síntomas que con el tiempo se verán en el discurso. Una cuestión muy elemental es que admitan errores”. En esta línea enfatizó el psicólogo Andrés Rascovsky, ex presidente de APA: “Son muy pocos los políticos que van más allá del anhelo de poder individual, razón por la cual le ha costado tanto a la oposición unirse en un proyecto lógico común: todos luchan por su poder personal y beneficios lógico personales. Habitualmente, el reino de la política es el de la psicopatía. El psicópata considera poco al otro y tiene un discurso que no transmite verdades sino que intenta influenciar; siempre hay una segunda intención en el discurso político, que se aleja de la verdad y es a menudo imaginario, prometiendo cosas que la persona sabe no va a cumplir. Es un reino de engaños, de estrategias histéricas para plantearse como el mejor, con promesas incumplibles y con manejos discursivos para ejercer influencias y no transmitir verdades”. En los ’90, el psicólogo Miguel Rodríguez Arias presentó Las patas de la mentira, una recopilación de 36 mil horas de grabaciones de archivo, que mostraba el fallido en los discursos políticos. Comenzó a gestarse en 1983, cuando el entonces candidato a vicepresidente de la Nación por el Partido Justicialista, Deolindo Felipe Bittel, sostuvo: “La alternativa de la hora es liberación o dependencia y el justicialismo va a optar por la dependencia...”. Este trabajo apuntaba al desliz inconsciente. Mucho más cerca en el tiempo, en 2011, el periodista y psicólogo Diego Sehinkman publicó una divertida radiografía de la clase dirigente local bajo el título ¿Qué tienen los políticos en la cabeza? (Ediciones B Vergara). Y en su libro más reciente, Políticos al diván, publicado en abril de este año por Sudamericana, transcribió las extensas entrevistas que realizó para La Nación con figuras casi abonadas al escenario político: Eduardo y Chiche Duhalde, Hugo y Pablo Moyano, Patricia Bullrich, Aníbal Fernández, Daniel Scioli, Hermes Binner, Diana Conti, Jorge Brito, Carlos Kunkel y Rodolfo Terragno. Sehinkman afirmó en diversas entrevistas que el carácter de los políticos argentinos conlleva una “autoimagen que les indica que son capaces de producir transformaciones y de que tienen el don, el talento o la sabiduría de cómo hacerlo. A veces, como en un espejo fiel, es así. Otras, como en un espejo distorsionado, hay una suerte de dismorfia. Así como la anoréxica se ve gorda y es flaca, hay políticos que se ven ‘gordos’ o grandes intelectualmente y, en realidad, son un ‘palo’ y no tienen peso político. Hay muchos que tienen el toque justo de histrionismo, empatía y calidez, y un volumen intelectual que los distingue. Pero todos tienen una ambición mayor al promedio. Tienen menos pudor en decir que quiere llegar a la ‘pole position’”. Son un dibujo, manejan el discurso psicopáticamente, mienten a conciencia, buscan el poder personal, son ambiciosos y se aman a sí mismos como a nadie. Vaya perfil, y eso que recién empezamos. Mauricio Macri, del tener al ser. “Hay dos dimensiones. La del ser y la del tener. Macri ya tenía, de familia –dijo Sehinkman a Veintitrés–. Se propuso ser. Construir una identidad propia más allá de la enorme figura del padre. Esa identidad la construye primero con Boca y luego con la política. El vínculo complicado con el padre lo obliga a irse de los negocios familiares, a buscar su propio destino. ¿Alguien se acuerda de aquel eslogan del Pro que decía ‘Juntos venimos bien’? Un poco en serio, un poco en broma, uno podría pensar: ‘Juntos venimos bien’, si Macri hubiera podido decir eso cuando estaba en Socma con su papá, nunca se hubiera dedicado a la política. De todos modos, no es poco mérito haber buscado un camino propio y haberlo encontrado. Otros quedan atrapados y minimizados. En cuanto a su perfil, creo que hizo una buena curva de aprendizaje. Al principio aparentaba como alguien dudoso, que tomaba una medida y si era muy rechazada, retrocedía. Ahora logró pararse con más firmeza. No es poco mérito haber fundado un partido político nuevo en un país como la Argentina”. La psicóloga y escritora Beatriz Goldberg coincidió en que “Mauri” debía mostrarse distinto a su padre cuando comenzó a incursionar en la política: “Siempre era ‘el hijo de’. Después se fue corriendo y eso le hizo bien a su imagen. Mostraba en público que no era tanto del clan. Él era, no sé si el incapaz, pero sí hijo de una familia adinerada. Es aguerrido, marca mucho la falla del otro, es pasional y muestra que él puede con todo, que no necesita de un otro”. Scioli, el deportista. Para De Rosa, Daniel Scioli tiene algo que se denomina “psicorrigidez. No sé si es una construcción del discurso que elaboran sus asesores, pero es muy particular verlo repitiendo lo mismo, pase lo que pase. Pueden ocurrir las peores tragedias y él siempre va a ser positivo, optimista, logra no salirse de esa línea”. Para Campos Cervera, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires es el más “llamativo de todos los candidatos. De alguna manera siempre tiene en su discurso más o menos lo que uno quiere escuchar, nunca comete una disrupción o pronuncia algo que sea propio”. Sehinkman consideró que “tiene la mentalidad de un deportista de alto rendimiento. Poca locuacidad, no es un gran orador, y mucho control emocional. Uno le puede subir el fuego y la pava de Scioli no silba nunca. Frente a enormes presiones, e incluso descalificaciones, siempre se mantuvo en silencio. Nunca escala el conflicto verbal. ¿Pero cómo decodifica eso la gente? Seguramente, muchos lo verán como una muestra de equilibrio, y otros, como docilidad. Entonces la pregunta válida con Scioli es: ¿dónde termina el estoico y empieza el sumiso? Exhibe, creo que genuinamente, su accidente como muestra de resiliencia, esa capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas”. Sergio Massa y su sonrisa. “Massa se muestra con una sonrisa pegada, que tiene incorporada, muy clara y siempre la misma –describió Goldberg–. Es muy clásica esa sonrisa que parece decir ‘todo lo arreglo, todo lo puedo solucionar, yo puedo todo, hasta superar los contratiempos’. Es como una meseta”. Sehinkman cree que al actual diputado y ex intendente de Tigre se lo podría definir como “personalidad alfa, es decir, líder de la manada: ‘Acá mando yo’, me dijo en la entrevista para La Nación, cuando se le sugirió que algunos intendentes quizá no estuvieran de acuerdo con su proyecto de limitarles la reelección. Es muy estratégico en el manejo de la comunicación, en qué entrevistas quiere dar y cuáles no. Tiene bien claro qué quiere comunicar y qué prefiere obviar. Eso muestra un fuerte rasgo controlador. Debe ser uno de los candidatos con mayores habilidades sociales. Parece tener alguna dificultad para mantener el control emocional cuando se enfrenta a preguntas que no le son cómodas”. Goldberg se animó a agregar, reforzando las definiciones de Sehinkman, que “siempre hace la historia de sus aciertos, siempre trata de tener una buena argumentación. Responde sobre cuestiones en las que estuvo acertado, se nota mucho, y si se le pregunta algo más ríspido, lleva la conversación hacia otro lado”. Y todos los demás. En un paneo más rápido por otras figuras políticas que se perfilan, al menos por ahora, con menos peso como candidatos, los especialistas se adentraron en las mentes de Julio Cobos, Elisa Carrió, Florencio Randazzo y Hermes Binner. En sus libros, Sehinkman plantea, por ejemplo, que Cobos padece el “síndrome del Bluff” y que “es psicopateable. Con sólo repetirle una y otra vez que es un traidor y un golpista, el Gobierno consiguió inculcarle tanta culpa y volverlo tan sumiso, que aquella feroz máquina de impedir se transformó en la Epilady de Cristina”. Para Goldberg, en Cobos se evidencia una ambivalencia que se mostró claramente en aquella frase que le dio más fama: “Mi voto no es positivo”. “No se muestra con una gran fortaleza, ni con una fuerte personalidad. Debería mostrar un poco más de autoestima, porque puede jugarse y decir lo que siente, pero no se juega por su propia inseguridad y por querer quedar bien con todos”. Según De Rosa, la figura política más ligada “a lo pintoresco puede ser la de Carrió porque todo el mundo habla constantemente de la visión mesiánica de sus planteos. Alguien determinado, designado a entregar un mensaje y ese mensaje no lo expresa en términos racionales sino ligados a la fe: ‘Créanme, va a pasar esto’. Es un fenómeno de tipo religioso, dogmático más que racional”. Tal vez por eso Sehinkman plantea en sus textos que las frases ideales para desestabilizar a Carrió son: “Cerraron TN” o, a modo de alternativa, “Otra vez llamaron de la producción de Majul: (Al final) entrás en el último bloque pero dicen que la cámara tres no anda, que guiñes el ojo siempre para la uno”. Goldberg también caracterizó a Randazzo como un “tipo que aparece siempre sonriente. Se lo ve como un ganador, mostrando sus logros. Es el que trae las cosas nuevas, el que muestra poco conflicto”. Por último, Sehinkman le apuntó a Binner: “Tiene el repertorio gestual de un descendiente de suizos, que está a años luz del de un latino, fácilmente decodificable. Si uno entrevista a Binner, más allá de las palabras, hay que estar atento a la microgestualidad, porque dice mucho: levanta una ceja, le da un pequeño golpe a la mesa con sus nudillos, tuerce apenas la cabeza. Poco amigo del párrafo largo, valora la naturalidad. Carga, sin tener la culpa, con una idea instalada en el inconsciente colectivo: a partir de 2001 se creó un reflejo casi pavloviano en la gente: cuando escucha a un líder que no sube la voz ni golpea la mesa, lo asocia con De la Rúa, con un débil”. Características generales de quienes batallan en la política local, pero también rasgos particulares de aquellos que hoy se perfilan como candidatos para la próxima elección presidencial. Apenas una pincelada para intentar conocer un poco más a los que pueden llegar a dirigir el país. Por Leandro Filozof - Veintitres.com.ar .......................................................... Diego Sehinkman: “Tengo ideas políticas claras, pero no fomento innecesariamente la angustia” En una charla íntima con Infobae, el conductor y periodista opinó de la gestión del Gobierno y sobre su profesión Mariana Dahbar Por Mariana Dahbar.INFOBAE. Publicado: 21 Ago, 2021 02:52 a.m. Actualizado: 21 Ago, 2021 01:51 p.m. AR Compartir Diego Sehinkman:. Nunca imaginó llegar a trabajar en la televisión. En la actualidad, conduce Solo una vuelta más en TN Diego Sehinkman:. Nunca imaginó llegar a trabajar en la televisión. En la actualidad, conduce Solo una vuelta más en TN Diego Sehinkman es psicólogo y periodista. Hoy ensambla ambas profesiones sin complicaciones: la primera es producto de la herencia familiar y a la segunda, cuenta, llegó de casualidad. A pesar de que nunca imaginó trabajar en la televisión, conduce Solo una vuelta más, de domingo a jueves, en el prime time del canal de noticias TN. Fotografía de archivo del presidente de Argentina, Alberto Fernández. EFE/ Sofia Torres Te puede interesar: Alberto Fernández volvió a criticar a Cristina Kirchner y aseguró que Kicillof “no representa a todos” Atento a todos los detalles, el conductor nos recibió en la intimidad de su departamento, ubicado en el barrio de Palermo. La entrevista se realizó en un luminoso comedor, que tenía de fondo un inmenso ventanal y un sillón de dos cuerpos que invitaban más a una sesión de terapia que a una entrevista. En una charla distendida con Infobae, el periodista opinó de todo y analizó la actualidad política del país. Aseguró que Alberto Fernández está vaciado en su autoridad y señaló que, en su rol de comunicador, busca no ser destructivo ni fomentar innecesariamente la angustia. Play Diego Sehinkman- Vida personal —¿En qué momento de su vida se encuentra? Te puede interesar: Mayans se diferenció de CFK sobre quién debe ocupar la presidencia provisional del Senado y abrió un fuerte debate interno —En un momento bastante interesante, previo a cumplir los 50. Adelantando los balances para rendir ante la auto-AFIP, que es la que te exige esa instancia de control y chequeo. Estoy bastante bien, contento con cómo están yendo las cosas. No todo es óptimo, pero uno va aprendiendo a usar esta idea de que estén las cosas razonablemente bien. —Es psicólogo y periodista. ¿Cómo ensambla ambas profesiones? Te puede interesar: De Kicillof a Schiaretti, el peronismo se reacomoda en el tablero político a una semana de la asunción de Milei —En principio soy tan psicólogo como periodista, estudié ambas carreras. Trabajé muchísimos años como psicólogo atendiendo en instituciones de salud mental, en mi consultorio particular, haciendo posgrados. Hubo muchísimos años en donde te diría que era más psicólogo que periodista, por la cantidad de horas trabajadas. Estudié periodismo, di clases de periodismo y giré la ecuación hacia lo periodístico hará 10 años. Pero ambas carreras las desarrollé y hoy están articuladas. —¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser psicólogo? ¿y periodista? —Yo tuve severos problemas vocacionales. Mientras yo veía que a otra gente le maduraba, casi te diría como si fuera un órgano vital, la vocación, yo esperaba, me miraba al espejo y decía: “No me está creciendo la vocación”. Viste que hay una idea un poco idealizada acerca de que en algún momento aflorará, como los bigotes grises de la adolescencia, bueno, aflorará qué es lo que vos verdaderamente deseás. A mí no me ocurrió. Y, como en general y en realidad pasa, hay que fabricársela, hay que ir a inventársela. Hay cosas que se resuelven pensando y hay cosas que se resuelven haciendo. Yo creo que la vocación se resuelve viendo, proponiendo, haciendo. Y así fue como inicié una búsqueda. Por supuesto que iba a ser médico, mis padres son médicos, lo natural. Pero algo ahí en el medio sucedió, no sé bien qué. Me acuerdo que fui a orientación vocacional del Borda, y ahí se usaba la Guía del Estudiante. Había una terapeuta enfrente, vos traías la Guía del Estudiante e ibas repasando las opciones y en un momento apareció psicología. No tuve la suficiente potencia para decir que no me gustaba. Yo iba descartando enojado con el mundo y psicología no me terminó de enojar. Diego Sehinkman está por cumplir los 50 años Diego Sehinkman está por cumplir los 50 años Mientras que con el periodismo fue una cosa mucho más aleatoria e impensada. Nadie de mi familia, ni ningún conocido mío, hacía periodismo. Un día fui a llevar a la Avenida Warnes un auto que se había roto, me bajé y fui a tomarme el colectivo de vuelta. Pasando por la cancha de Atlanta me encontré con un pibe que conocía y le digo: “¿Qué hacés vos de tu vida?” y me responde que estaba terminando de estudiar en una escuela de periodismo X. “¿Y cómo es eso, qué hacen?”, le pregunté y me contó. Le pedí la dirección y fui como quien hubiera ido a un templo evangélico, en ese momento de nebulosa en la vida, a hacer otra carrera. Entré y me encantó. —¿Recuerda a dónde fueron sus primeros pasos en los medios? —Sí. Más allá de algunos programas de radio que hacía en Latinoamericana, en Radio La tribu. Hacíamos un programa con Daniel Malnatti a la salida de nuestra carrera de periodismo en TEA. Era muy divertido y nos gustaba. Me acuerdo que era en el menemismo, la Secretaría de Industria de ese momento había armado un programa que se llamaba: El mundo del consumo, y la Secretaría promocionaba, digamos, estimulaba, apoyaba, compañías, organizaciones, empresas que se adhirieran a tal programa. Entonces yo tenía que ir a entrevistar al señor o a la señora que era la o el representante de esa firma y preguntarle cómo era el plan. Igual se hizo famosa mi mano, no yo, porque ahí lo único que se veía era mi mano que sostenía el micrófono y una voz en off. Me ganaba unos manguitos en los 90 y venían bien. —¿Y el día que dejó de poner la mano y pasó a poner el cuerpo? —Pasaron muchos años, muchísimos. Yo no me imaginé lo de la tele, la verdad, y puedo confirmarte que esto es así. Yo me imaginaba más, si las cosas funcionaban bien, en radio. Ser columnista de alguien, de algún conductor que me gustara en alguna radio importante. Aportar desde mi mirada, mezcla de psicología y política, con un poco de humor y hasta ahí. Digamos, yo no tenía un sueño demasiado alto porque, en general, había probado muchas cosas y no habían funcionado. Entonces estaba mesurado. —¿Cómo ve al periodismo hoy? —Veo al periodismo, acá en Argentina en general y veo en otras partes del mundo, mutando. Veo a un periodismo, sobre todo el periodismo político, muy transformado en agente de cambio o de… Digamos, los veo muy enrolados en batallas culturales procedentes de espacios políticos. Me parece que hoy esa pretensión de objetividad o de distancia no es lo que las audiencias están festejando ni premiando. Eso trae un problema, la gente, muchas veces, quiere escuchar, quiere que vos le digas mejor, más armoniosamente y con algún agregado de alguna idea o de algún concepto o en la profundidad de lo que ellos piensan. Lo que hoy conocemos como la confirmación más que la información. —¿Cómo se maneja con el tema de “su opinión”? —Yo tengo una opinión clara, nítida. Lo que no soy es destructivo ni fomento innecesariamente la angustia. Mi pequeña frase es: “Yo no le voy a agregar calditos saborizantes a la angustia de la escena nacional”. Salvo que las tenga y que merecidamente haya que hacerlo. Entonces se hace, se ilumina determinada idea, se muestra con contundencia. Yo tengo mis ideas políticas muy claras. No estoy enrolado ni soy anti, soy, te diría, más un libre pensador, pero tengo bien claro qué voté, qué es lo que quiero y sobre todo la visión de país que me representa. Esto en otro momento del país era más raro para un periodista. Bueno, hoy lo raro sería la pretensión de neutralidad absoluta. —Menciona al país. ¿Cómo lo ve hoy y a dónde piensa que quiere llegar el Gobierno? —Un gobierno es lo que hereda más lo que hace con lo que heredó. Yo digo que Alberto Fernández tuvo una herencia como Macri tuvo una herencia y agregada la pandemia. Pero Alberto Fernández, pudiendo haber girado y pudiendo haber honrado su compromiso electoral, en donde en la sesión inaugural se mostró casi como un socialdemócrata, invocó a Raúl Alfonsín, empujó a Gabriela Michetti en su silla de ruedas. Veníamos de la foto de Cristina ninguneando, que quedó para la historia, en donde ni se mira con Macri. Veníamos de una escena en donde era imposible mirar al otro que habitaba en un espacio político diferente. Alberto Fernández se propuso de otro modo. Bueno, Alberto Fernández se traicionó. Alberto Fernández es el que tenía que no ser. Hoy Alberto Fernández está vaciado en su autoridad, su palabra está absolutamente devaluada. Está subsumido a su jefa política. Termina siendo el administrador de un espacio. Por supuesto todo esto último de Olivos y del cumpleaños es una lesión fatal y determinante para su autoridad. Diego Sehinkman: "Mientras se hacía el cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos, en ese momento, había que pedir permiso para sacar una hora por día a tu hijo" Diego Sehinkman: "Mientras se hacía el cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos, en ese momento, había que pedir permiso para sacar una hora por día a tu hijo" —Dijo que Alberto Fernández se traicionó. ¿Cuál fue, a su criterio, el primer hecho de traición? —El más claro, políticamente, por lo sorpresivo, fue el intento de nacionalización de Vicentín. Tan kirchnerista fue que los santafesinos, que tenían problemas con Vicentín y que estaban enojados con Vicentín se enteraron por televisión de que había un proyecto de una senadora mendocina que proponía que pase a manos del Estado. En ese momento empieza firmemente a circular un guión que no era el guión inicial de aquel Alberto que le hablaba a toda la población y a la ciudadanía, y mostraba sus números, que después supimos que eran erróneos o manipulados, de la administración de la pandemia. Cuando les preguntabas cuál era el motivo de Vicentín te decían que era la soberanía alimentaria. Entonces les preguntabas ¿qué alimento concreto para tu heladera fabrica Vicentín? No había respuesta para eso. Entonces había una invocación a los grandes y ampulosos significantes del peronismo y el kirchnerismo, que es soberanía. Soberanía monetaria, soberanía alimentaria, soberanía… Digamos, grandes invocaciones que al final terminaban mostrando que estaban muy lejos de la agenda que se necesitaba. Ese fue el primer hito. —Apelando más a su profesión de psicólogo, ¿siente que Alberto está sometido por Cristina? —No sabemos exactamente, simplemente podemos deducirlo por lo observable. Qué se habla en ese quincho caja negra. La caja negra la conocemos por lo observable. Lo que vemos ahora es una relación en donde Alberto es un administrador, un CEO de la empresa política de Cristina. Cristina es la dueña del espacio, la que tiene los votos y tiene el acervo ideológico. Alberto es el que tiene que ir a administrar, en este momento, ya sin guión propio, esta empresa política de la Vicepresidenta. Entonces el matiz, la diferencia, lo que se suponía que el país necesitaba para tener herramientas nuevas para salir de donde está, de la crisis, quedó subsumida para el viejo discurso kirchnerista. Con un agravante: un kirchnerismo con muchos menos recursos, con mucho menos dinero. Diego Sehinkman: "Alberto Fernández es el administrador, ya sin guion propio, de la empresa política de la Vicepresidenta" Diego Sehinkman: "Alberto Fernández es el administrador, ya sin guion propio, de la empresa política de la Vicepresidenta" —¿Tiene contacto con el Presidente? — Actualmente no tengo ningún contacto con el Presidente, como cientos de periodistas en la previa a su elección y antes de asumir sí tenían el WhatsApp. Medio país periodístico se escribía con Alberto y él tenía la gentileza de contestar y ser muy ameno. Después ya no. —Si tuviera la posibilidad de preguntarle algo, ¿qué le preguntaría? —¿Por qué cree que la batería de medidas que están aplicando van a servir para traccionar a una Argentina tan empobrecida siendo que esas mismas herramientas, medida más, medida menos, ya mostraron agotamiento en momentos mejores del kirchnerismo? ¿Por qué vamos a salir ahora si con eso mismo no salimos antes? —¿El Presidente tiene todavía una chance de volver a recuperar la credibilidad? —Viste esa frase que dice: “La confianza es como un cristal, pegada no queda igual si se rompe”. Siempre hay reparaciones parciales. Si Alberto Fernández tuviera la gentileza de armar un discurso, de meter a la conversación social y al discurso público palabras antiinflamatorias sería una gran cosa. Lo que estamos viendo en campaña, lo venimos viendo en Cristina. Ella dijo: “¿Por qué alguien es macrista o de Juntos por el Cambio?Porque nosotros, los peronistas, tenemos consignas, tenemos banderas, tenemos nuestras ideas. ¿Y ellos qué tienen? Sí, yo sé lo que tienen, tienen odio”. Entonces esta caracterización tan invalidante, en la época de la cancelación, cancelar a un espacio político es decirle “no son seres pensantes con los cuales difiero, son seres odiantes”. Eso es muy violento... genera una irritación feroz. Alberto Fernández fue contratado, entre comillas, fue elegido para otra cosa. Lo que está haciendo ahora es subirse a un discurso inflamatorio. ¿A dónde nos va a llevar esto? hasta las urnas. ¿Y después qué vas a hacer para gobernar y modificar la realidad argentina? —¿Cuál es su percepción sobre el día de las elecciones? —Seguramente va a haber, de una parte de la sociedad, un castigo fuerte a la administración de la pandemia, a la pérdida de poder adquisitivo. La gran pregunta es si este gobierno que viene, tan erosionado por la pandemia y también por errores autoinfligidos, por obcecación y traición, si el núcleo duro va a acompañar a Cristina, cuántos de los votantes que apostaron más de centro a Alberto Fernández, tal vez de Juntos por el Cambio que abandonaron a Macri, y fueron a hacer una prueba con Alberto Fernández, cuántos de esos van a repetir el voto por el Frente de Todos y cuántos van a irse del Frente de Todos. Yo realmente no lo sé. Que va a haber seguramente una pérdida de votos, eso no tengo dudas. Ahora, ¿va a perder los suficientes votos como para modificar un rumbo? Mi percepción es que no. Me parece que el gobierno vía Cristina va a pensar así: si ganamos es que la gente nos valida y nos pide del mismo remedio más dosis y si perdemos vamos a decir que no estábamos haciendo verdaderamente kirchnerismo, hicimos algo más light con Alberto, con lo cual, la gente quiere de este remedio más dosis. Es decir, si ganan más dosis, y si pierden más dosis. Diego Sehinkman durante la entrevista con Infobae Cristian Gastón Taylor Diego Sehinkman durante la entrevista con Infobae Cristian Gastón Taylor —¿Le dejó alguna enseñanza la pandemia? —Sí, aprendí qué rápido uno puede cambiar hábitos y conductas con información contundente y clara. Aprendí qué rápido se pueden armar procedimientos, protocolos. Qué rápido podemos naturalizar la distancia con las relaciones sociales. Cómo fuimos capaces de tolerar lo que en otro momento imaginábamos como un infierno. Nos mostró que somos capaces de hacer un montón de cosas que creíamos imposibles. Pero también mostró mezquindad. Hubo un repliegue sectorial, un repliegue, te diría de castas, en donde cada uno de los sectores, más que mostrar solidaridad lo único que quiso es replegarse sobre sí mismo y cuidarse. Hubo un montón de actividades que postergaron lo más posible la vuelta a la presencialidad ya estando vacunados con dos dosis. No quiero nombrar uno en particular ya que no quiero que se sientan desvalorizados, porque los trabajadores y las trabajadoras no son los mismos que sus representantes gremiales. Pero lo que vimos es que cuando tenían que atender determinada actividad dijeron “nosotros no queremos ser esenciales, protéjannos”. Generaron un caos. Pasó con la educación también. La verdad, lo vimos con los bancos, con los bancarios. Lo vimos con los docentes. Lo vimos con los laboratorios clínicos cuando en provincia de Buenos Aires empezó a circular la idea de que haya autotest y que la gente se pudiera medir rápidamente, hubo un lobby de análisis clínicos de los bioquímicos, supongo, para que nadie pudiera hacerse un test y solo los validados sean los laboratorios. Yo lo que vi es repliegue, no vi generosidad. —¿Qué opina de la campaña de vacunación del Gobierno? —Yo te contestaría con este ejemplo: Carla Vizzotti, ministra de Salud. En uno de sus hombros la vacuna comprada a Vladimir Putin. Y en otro de sus hombros la vacuna donada por Joe Biden. Es decir, en una la Sputnik paga y en otro hombro la Moderna donada. Esto es la síntesis del giro violento que tuvo que dar el gobierno que apostó todos sus caballos a la Sputnik y a la Sinopharm, con mucho prejuicio me parece, más allá de que sabemos que Pfizer puede ser dura negociando, yo no tengo dudas de que hubo ahí una cuestión ideológica. El gobierno fue obcecado, perdió muchísimo tiempo en modificar la Ley de Vacunas que permitía comprar las americanas. Con la presencialidad pasó lo mismo. Tarda mucho tiempo en reaccionar. Por orgullo, por una cuestión ideológica, por no mostrarse débil, por no ceder, tarda mucho y genera perjuicios concretos. Yo no sé cuántas vidas se pudieron haber salvado, pero seguramente muchas. —¿Cómo se maneja con las críticas en general? —Al principio era un albino, piel sensible, muy sensible. Después vas oscureciendo y haciendo la piel más gruesa. Lo que sí me impacta es la crítica sesuda, la que me modifica, la que me aporta un punto de vista o la que me señala genuinamente un error. Si alguien te insulta o no está de acuerdo, no estamos para gustarles a todos, esto es así. —Si alguien le regalara una caja con todas las cosas que perdiste de tu vida y la abrís, ¿qué sería lo primero que buscarías? — Bueno, supongo que, en la caja podrían venir mis abuelos. Podrían… No vas a llorar Sehinkman… —¿A qué persona viva admira? —Esa es una figurita que en este momento me falta en el álbum. No estaría admirando demasiado en un sentido idealizado del término. Admiro trayectorias, recorridos, firmeza. Pero no tengo, en este momento, un póster imaginario para decirte que hoy admiro a Fulano. Play Diego Sehinkman- PING PONG - #Entrevista —¿Sergio Massa o Máximo Kirchner? —Para qué, ¿para ir a una isla desierta a tomar tragos de colores? —En la política. —Máximo. —¿Por qué? —Porque creo que es genuino y coherente. Yo puedo no estar de acuerdo con él, pero quiero escucharlo de primera mano. Para incluso no coincidir o coincidir. Pero conozco que siempre pensó parecido o igual. —¿Facundo Manes o Diego Santilli? —Casillero en blanco. —¿Alberto Fernández o Cristina Kirchner? —Por lo mismo que te dije de Máximo y Massa. Cristina Kirchner. —¿Larreta o Macri? —Me gustaría conocer más en profundidad la actualidad de Horacio Rodríguez Larreta. Hoy no sé exactamente cuál es la visión. Sé parcialmente o puedo reconstruirla. Con Macri he tenido algún mano a mano y sé qué piensa y a dónde va. A Horacio Rodríguez Larreta me gustaría conocerlo. —¿Patricia Bullrich o María Eugenia Vidal? —Me parece que son complementarias para el espacio y demás. Hoy te diría Patricia. —¿Gustavo Sylvestre o Víctor Hugo Morales? —Rescate emotivo: Víctor Hugo Morales. Tengo un TDK de 90 guardado en algún ropero con el relato de él contra Alemania en el 86. Así que mi vínculo afectivo con aquel Víctor Hugo. —¿Jonatan Viale o Diego Leuco ? —Me caen súper los dos. —¿Luciana Geuna o Dominique Metzger? —Las dos. —¿Andy Kusnetzoff o Juana Viale? —Los dos. —¿Con cuánto dinero en efectivo sale a la calle? —2000 pesos, 2500 pesos y tarjeta. Trato de usar medios electrónicos de pago y QR. —¿Cuánto paga de luz? —Alrededor de 400 pesos. —¿Cuál fue el mejor presidente que tuvo? —Fue, probablemente, Alfonsín, mirado en retrospectiva; por el momento, por el contexto, por la dificultad. Y me recuerdo más chico, más crítico e impiadoso con él. Uno ahora ve contra qué combatió en ese momento y el clima de la época, y creo que las agallas de Alfonsín son memorables. —¿La Argentina es? —El país que amo, incluso, tantos días del año en que la odio. ...................................................................

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