Ucrania, genocidio y hambruna. -1932-1933-.José Stalin. Dictador. - 03 -12- 2023.-

La gran hambruna de Ucrania, ¿genocidio de Stalin? URSS Entre 1,5 y 4 millones de ucranianos murieron de hambre entre 1932 y 1933; la mayoría de historiadores cree que fue un plan deliberado del dictador aunque el debate sigue abierto El líder soviético Iósif Stalin, fotografiado junto a unos campesinos en los años 30 Hulton Deutsch / Getty La gran hambruna de Ucrania, ¿genocidio de Stalin? 24/04/2021 06:00 Actualizado a 28/O8/2O21.La Vanguardia. -BARCELONA-. Se calcula que entre los años 1932 y 1933, entre 1,5 y 4 millones de personas murieron de hambre y enfermedades derivadas en la antigua República Socialista Soviética de Ucrania. La cifra se eleva a 12 millones si se suman otras regiones de la URSS afectadas. Como siempre en estos casos, los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a las cifras, pero no es la única controversia que existe en torno al llamado Holodomor, un trágico episodio de gran hambruna colectiva -en ucraniano significa 'matar por hambre'- que ha permanecido oculto para el gran público. Vertical Un chico junto al cuerpo de su padre, ejecutado por acercarse al área prohibida de una granja colectivizada de Ucrania. Express/Getty La razón de esta poca difusión tiene que ver precisamente con el debate sobre los hechos históricos. Hoy en día casi nadie discute la magnitud de la tragedia ni que ésta fue el resultado de las políticas de Moscú, pero aún se duda de la intencionalidad del régimen soviético. ¿Hubo un plan deliberado de Stalin para reprimir el creciente nacionalismo ucraniano o bien el Holodomor fue la consecuencia no deseada de una mala política? ¿Debe considerarse un genocidio? Aunque no hay respuesta concluyente, la mayoría de expertos cree que sí: que el dictador georgiano quiso así dar una lección a la burguesa y rebelde Ucrania. Debate histórico ¿Hubo un plan deliberado de Stalin para 'domesticar' a los rebeldes campesinos ucranianos o fue el resultado no deseado de una mala política de colectivización? En todo caso, para responder a estas preguntas primero hay que acudir a los hechos y antecedentes. Ya asentado en el poder, Stalin inició a finales de 1929 una política económica que cambiaría la URSS para siempre. Fue el primero de los llamados planes quinquenales, cuyo objetivo era acelerar la industrialización del país, sobre todo a través de la industria pesada. Para ello, Moscú necesitaba centralizar todos los recursos a disposición y evitar las crisis de las cosechas padecidas los dos años anteriores, cuando el campesinado entregó al Estado mucho menos grano del previsto. Lee también Borracheras y muerte en las cenas de Stalin FÈLIX BADIA Horizontal Si bien el mundo rural alegó malas cosechas, Stalin utilizó las caídas en las entregas para declarar la guerra a los llamados kulaks, un término despectivo que designaba a los propietarios rurales. Así tendría lugar también la mayor colectivización agrícola de la historia. En poco tiempo, el Estado expropió tierras, cosechas, ganado y maquinaria a gran escala, y centralizó todos los planes para alimentar a la creciente población de las ciudades en vías de una veloz industrialización. Horizontal Campesinos, en la cola para registrarse en un koljós, una de las granjas colectivizadas en la URSS a principios de los años 30 (Photo by Slava Katamidze Collection/Getty Images) Slava Katamidze Collection / Getty Como no podía ser de otro modo, el proceso de colectivización forzosa fue traumático. El campo de la URSS se dividió en dos tipos de explotaciones: los koljoses, granjas colectivizadas de carácter cooperativo; y los sovjoses, granjas directamente gestionadas por el Estado. Así, el Gobierno de Stalin prohibió cualquier tipo de explotación privada y forzó a todos los campesinos, ya fueran antiguos propietarios o trabajadores, a integrarse en un koljós. Por supuesto, hubo amplios focos de resistencia, que fueron especialmente violentos en los territorios más ricos y castigados por la colectivización: el norte del Cáucaso, las extensas llanuras de Kazajstán y Ucrania. En este último caso, a eso se le sumó un creciente nacionalismo relativamente bien organizado, que tenía un amplio respaldo en el mundo rural del país, y que plantó cara a las autoridades soviéticas. La respuesta del régimen fue más represión: prisión, deportaciones a Siberia e incluso fusilamientos. El proceso de colectivización forzosa tuvo mucha oposición en el mundo rural ucraniano, zona rica en producción y de fuerte sentimiento nacionalista La tormenta perfecta estaba a punto de llegar. Para luchar contra la colectivización forzosa, los campesinos comenzaron a reducir las producciones o a no cumplir con las exigencias demandadas. Muchos decidieron abandonar el campo. Otros trataron de quedarse con parte de la cosecha y se produjeron numerosos robos entre campesinos. Como consecuencia, la tensión social fue en aumento y el caos se apoderó de la región. Stalin, convencido de que todo eso era producto del boicot nacionalista, optó por militarizar los campos para imponer el orden. Las primeras muertes por falta de alimentos tuvieron lugar ese 1931. Horizontal El cuerpo de una mujer joven, muerta a causa de la hambruna (Photo by Daily Express/Hulton Archive/Getty Images) Express / Getty Además, la implementación forzosa del sistema cooperativista tampoco funcionaba: el reparto de los productos era arbitrario y la introducción de la moderna maquinaria, desconocida en el mundo tradicional, retrasó aún más la recolección. Solo faltaba que el clima no acompañase, lo que ocurrió con la sequía de 1932. Algunos historiadores cuestionan que las cosechas sufrieran disminuciones significativas, lo que contribuye a reforzar más la tesis del genocidio, pero la mayoría entiende que ambas cosas pudieron tener lugar simultáneamente. Pero sin duda lo que aceleraría la hambruna que comenzó en la primavera de 1932, fueron decisiones políticas. El gobierno de Stalin temió una gran revuelta como la ocurrida en los primeros años de la revolución bolchevique y, lejos de calmar la situación, optó por endurecer las condiciones al campesinado ucraniano. Cerró las fronteras de la entonces república soviética y penalizó duramente el abandono de los campos. Además, aprobó en agosto la cruel Ley de las Cinco Espigas, que castigaba con dureza a los que robaran trigo -aunque fuera un puñado- de un koljós. Cuando los alimentos empezaron a escasear, Moscú no solo no intentó paliar la situación, sino que mantuvo las duras cuotas y confiscaciones al campo ucraniano Pese a que el hambre ya era un problema de salud pública, Moscú mantuvo las durísimas exigencias de producción y confiscación. El cereal ucraniano llenaba las despensas de países extranjeros mientras los ucranianos se morían literalmente de hambre. Y todo eso, a pesar de que las autoridades locales se negaban a aplicar estas políticas o que el mismo Partido Comunista de Ucrania pedía desesperadamente algo de aire. Las súplicas cayeron en oídos sordos: el Ejército seguía vigilando los campos, exigiendo las cuotas establecidas y las brigadas entraban en las casas para confiscar comida a los campesinos. Incluso los víveres que llegaban desde las comunidades ucranianas exiliadas nunca llegaron a la población. Todo este cúmulo de políticas es lo que ha llevado a muchos a pensar que la extensión del hambre en Ucrania fue una política deliberada diseñada desde el Kremlin. Vertical Propaganda soviética contra los kulaks, los propietarios rurales, a los que el régimen culpó de la situación de escasez alimentaria en Ucrania y otras zonas Heritage Images / Getty La situación pronto se volvió dantesca. La epidemia del tifus, así como otras enfermedades, comenzó a campar a sus anchas, pero las autoridades rusas ordenaron a sus médicos que no mencionaran la situación ni se llevaran a cabo investigaciones. Se han documentado casos de infanticidio y de canibalismo, e incluso la existencia de un mercado negro de carne humana. Los testigos de la situación describieron escenas terroríficas, con cadáveres amontonados por las calles que nadie, por falta de fuerzas, se atrevía a dar sepultura. También proliferó un sistema de corrupción generalizada, llamado Torjzina, por el que los campesinos hambrientos compraban pan y harina a cambio del oro de sus antiguas joyas. La situación fue dantesca: el tifus campó a sus anchas, las víctimas no podían ser sepultadas y se registraron casos de canibalismo Los esfuerzos de la URSS por ocultar la magnitud de la hambruna han dificultado enormemente que se puedan dar cifras concluyentes. Tampoco es fácil determinar cuantas muertes se pueden computar a las políticas de Stalin, y cuales deberían ser entendidas como muerte natural. En todo caso, si bien se han dado cifras que alcanzan los diez millones de víctimas, las últimas estimaciones más precisas fijan el número de muertes en una horquilla de entre 3,5 y 4 millones. Lee también Andréi Vlásov, el ruso que quiso derrocar a Stalin XAVIER VILALTELLA ORTIZ El general soviético Andréi Vlásov durante unas maniobras alrededor de 1943. Y no hay que olvidar las víctimas en otras regiones de la URSS: 1,5 millones de personas pudieron morir en Kazajistán y otros centenares de miles en el Cáucaso Norte y las regiones de los ríos Don y Volga. Son datos, en todo caso, escalofriantes. La controversia en torno a este episodio sigue vigente y, como es obvio, el actual conflicto en Ucrania la ha desenterrado. La interpretación negacionista se mantiene viva en Rusia y tiene su raíz en la propia postura oficial soviética. Numerosos estudios han demostrado que la estrategia del Kremlin fue siempre la de negar la hambruna y, en todo caso, culpar a los movimientos nacionalistas ucranianos y los kulaks de la crisis. También está bien documentada la falsificación de datos estadísticos y la ocultación de imágenes. Horizontal Homenaje a las víctimas de la gran hambruna ucraniana en el monumento instalado en Kiev GENYA SAVILOV / AFP La política soviética dio sus frutos: la opinión pública internacional no conoció los hechos hasta cincuenta años más tarde y los propios ucranianos no pudieron rememorarlos abiertamente hasta la caída del bloque comunista, en la última década del siglo XX. Hoy en día, los que no niegan la hambruna se dividen entre aquellos que avalan que fue un plan intencionado de limpieza étnica por parte de Stalin y los que más bien entienden que fue el fruto de una nefasta planificación. Estos últimos creen que, dado que también se produjeron graves hambrunas en toda la URSS, no puede interpretarse como un intento de domesticación del campesinado de Ucrania. Éste, por cierto, es el principal argumento de Moscú hoy en día. En todo caso, existen notables indicios que avalan la tesis intencional. Para empezar, los terribles relatos de los testimonios de los hechos. “Obviamente todos sabíamos que esta hambre era artificial, porque en 1932 había una cosecha muy buena. (...) Había montones de grano que no habían sido capaz de embarcar aún. Y durante el invierno de 1932-1933, si a alguien, hambriento, trataba ir para allí y tomar un poco de grano, le pegaban un tiro”, relata María Lysenko en la web holodomorsurvivors.ca. Los esfuerzos de la URSS para ocultar el Holodomor tuvieron éxito; hoy en día, el asunto sigue siendo polémico, especialmente tras estallar a la guerra del Dombás Además, la historiadora estadounidense Anne Applebaum, en su reciente libro Hambruna Roja: la guerra de Stalin contra Ucrania (Debate, 2019) aporta nuevos datos de archivos soviéticos como son pruebas de que el dictador conocía la situación y, como mínimo, no hizo nada para remediarla, así como instrucciones de carácter secreto que empeoraron la hambruna. El debate es encendido entre los académicos, pero no hay que olvidar que está muy contaminado por la política, lo que dificulta discernir la verdad histórica. Desde 2006, Ucrania considera que fue un genocidio y rinde anualmente homenaje a las víctimas. Países como Canadá, Australia, el Vaticano o Polonia, por citar algunos, apoyan esta tesis. También existe una resolución de la UE, de 2008 , que “reconoce el Holodomor como un crimen atroz contra el pueblo ucraniano y contra la humanidad”. .......................................................................................... Ucrania conmemora los 90 años del Holodomor, la hambruna que ordenó Stalin El Holodomor, matar de hambre en ucraniano, fue la estrategia ordenada por Stalin en 1932-1933 contra los campesinos de las regiones a lo largo del Volga, el Don y el Kuban. Por Euronews.- Publicado 25/11/2022 - Comentarios Esta tragedia es considerada por Kiev un acto de genocidio del régimen soviético, cuando Stalin obligó a los campesinos a ceder sus tierras y bienes personales. Para sofocar los disturbios, Stalin decidió en 1932 impedir que los ucranianos recibieran alimentos. Ucrania está a punto de conmemorar los 90 años del comienzo del Holodomor, la gran hambruna que mató a millones de personas entre 1932 y 1933. Esta tragedia es considerada por Kiev y una docena de países como un acto de genocidio del régimen soviético, cuando Stalin obligó a los campesinos a ceder sus tierras y bienes personales a las granjas colectivas. Cualquier campesino que se resistiera era deportado, una medida que desencadenó numerosas revueltas armadas. El invierno será "mortal" para millones de ucranianos, advierte la OMS Para sofocar los disturbios, el régimen soviético decidió en 1932 impedir que los ucranianos recibieran alimentos. Grupos organizados del partido comunista saquearon las casas y se llevaron todo lo que era comestible, así como el grano. Según diferentes estimaciones, entre cuatro y diez millones de ucranianos perdieron la vida. Eso quiere decir que, entre el 12 % y el 30 % de toda la población de Ucrania murió de hambre. En la actualidad, muchos en Ucrania y sus aliados establecen un paralelismo entre aquellos acontecimientos y la invasión rusa. Dicen que el objetivo es el mismo: negar a la nación ucraniana el derecho a existir. ..................................................................................... HAMBRE, MUERTE Y CANIBALISMO EN UCRANIA Holodomor, el estremecedor genocidio ordenado por Stalin El dictador Iósif Stalin ordenó la muerte por inanición de unos cinco millones de personas. Requisó cosechas y alimentos y luego cercó los pueblos. Una estremecedora historia. POR CARLOS MANUEL SÁNCHEZ Lunes, 13 de Septiembre de 2021, 1:00 | Actualizado 14:06h. Compartir Tiempo de lectura: 7 min Los niños morían de hambre. Y los padres, muy próximos también a la muerte por inanición, cocinaban los cadáveres de sus hijos y se los comían. La debilidad los sumía en un profundo embotamiento. Luego, cuando se daban cuenta de lo que habían hecho, enloquecían. Así describe una reclusa polaca, enviada a una isla-prisión, el horror que contaban los supervivientes del Holodomor, la inconcebible hambruna que entre 1932 y 1933 causó la muerte de 3,9 millones de personas en Ucrania y 1,1 millones más en otras regiones productoras de cereal: el norte del Cáucaso, el río Volga y Siberia occidental. Cruel ironía, los graneros de la Unión Soviética. ¿Fue un holocausto provocado alevosamente por el dictador Iósif Stalin? Es la pregunta que responde Anne Applebaum, autora de Hambruna roja. La guerra de Stalin contra Ucrania (Debate), y Premio Pulitzer por un libro sobre el gulag. alternative text Canibalismo. Varias mujeres posan ante la cámara con restos humanos sobre la mesa. Hubo cientos de casos de canibalismo. «Stalin fue el responsable. Tenía miedo de una contrarrevolución. Y se acordaba de que en la guerra civil hubo una revuelta de los campesinos ucranianos. Pero también hubo otros responsables: burócratas, líderes y militantes del Partido Comunista tanto dentro como fuera de Ucrania», sostiene Applebaum. Los cadáveres yacían a la intemperie en las calles. Nadie tenía fuerzas para enterrarlos Si la barbaridad fue intencionada o el asunto se le fue de las manos, es objeto de debate. Pero el objetivo de Stalin era doble. Por una parte, quería sujetar en corto a Ucrania: atemorizando de hambre a su población acababa con cualquier resistencia contrarrevolucionaria, pues Ucrania se había proclamado independiente durante la revolución de 1917. Stalin temía que los ucranianos sabotearan sus planes. alternative text Caballos muertos de hambre. El cerco que Stalin puso a los pueblos tras requisar cosechas y alimentos se llevó por delante a todos los animales que los ucranianos necesitaban para su subsistencia. Por otra parte, había una meta económica. Rusia carecía de una divisa fuerte, así que Stalin pensaba financiar la inversión en maquinaria industrial exportando cereal. El cereal de Ucrania. Todo empezó con la colectivización. Se puso en marcha el primer plan quinquenal como respuesta a la crisis de 1929. Se pretendía convertir a los campesinos en proletarios. Stalin también buscaba modernizar la industria. Las exportaciones de trigo pagarían la factura. «Pero el Estado no sabía cuánto grano tenían los campesinos. Sospechaba (correctamente) que escondían una parte. Estos debían renunciar a sus tierras y unirse a las granjas colectivas», relata Applebaum. Los campesinos, por su lado, veían el comunismo como una segunda esclavitud después de haber sido siervos del zar; y los más religiosos lo consideraban el Anticristo. Hubo enfrentamientos. Los líderes soviéticos lanzaron una campaña propagandística contra los kulaks, los campesinos más prósperos. Comenzaron las expropiaciones de sus tierras y las deportaciones en masa, acusándolos de sabotaje. Unos 125.000 fueron enviados al gulag siberiano a partir de 1930. «Con la demonización de los kulaks, los campesinos más pobres tenían a alguien a quien culpar del sufrimiento de sus familias. Stalin utilizó esa retórica en toda la Unión Soviética, también en las ciudades. Si la revolución comunista no estaba teniendo éxito, era por culpa de los kulaks», explica Applebaum. La cosecha de 1931 fue buena. La URSS obligó a Ucrania a entregar el 42 por ciento de su producción. La siguiente cosecha fue catastrófica. «A finales de 1932, las estaciones de tren de Ucrania estaban ya abarrotadas de gente raquítica y andrajosa que mendigaba», cuenta Anne Applebaum. alternative text Pruebas. La URSS ocultó la hambruna intencionada. Esta foto la tomó, ocultándose, el austriaco Alexander Wienerberger. La situación se tornó desesperada cuando se aprobó la ley de las tres espigas, que imponía penas de diez años de trabajos forzados para aquellos que robasen cualquier propiedad estatal. Y la comida pertenecía al Estado. Activistas del partido y unidades del Ejército se desplazaron a Ucrania para requisar los alimentos que los campesinos escondían para sobrevivir. «Se apropiaban de todo lo que fuera comestible», dice la autora de Hambruna roja. Acorralados Stalin creó un cordón en torno a Ucrania. Muchos pueblos fueron rodeados por la Policía para que nadie pudiera salir. Y se instalaron torres de vigilancia. Se desató el infierno. «La gente echaba a la olla ranas y sapos. Se comían los cinturones y zapatos de cuero, la hierba, la corteza de los robles, el musgo… Se comían los perros y los gatos. Las ardillas, las ratas, los cuervos, las hormigas. Los más afortunados eran los que vivían cerca de ríos y bosques, porque podían pescar o buscar champiñones. Pero la mayoría no tenía esa suerte», cuenta Applebaum. Poseer una vaca era un asunto de vida o muerte. Las familias las vigilaban con armas y horcas. Para alimentarlas, deshacían el techo de paja de sus casas. alternative text Robo oficial. Requisa de pan y otros alimentos en una aldea de la región de Járkov en 1932. Un testigo ruso recordaba a los niños ucranianos que vagaban por las calles lentamente, exhaustos, en un estado de alucinación: «Todos iguales; sus cabezas, hinchadas como sandías; sus cuellos, delgados como los de una cigüeña; la piel, pegada a los huesos como una gasa amarillenta. Y los rostros, avejentados». Otro testigo no podía olvidar a una madre con un bebé en brazos. «Estaba de pie a un lado del camino y su pequeño bebé esquelético, en vez de mamar del pecho seco, se chupaba los nudillos». Se comieron las suelas de los zapatos, el musgo, las hormigas, las cortezas de los robles, los cuervos… De los campos de trigo cercanos a las carreteras llegaba un hedor insoportable. La gente hambrienta se arrastraba hasta las cañas para cortar las espigas; se las comían y morían allí mismo, porque sus estómagos vacíos ya no podían digerir nada. Los cadáveres yacían a la intemperie donde caían. Y allí se quedaban hasta que los retiraban los militares, porque nadie tenía fuerzas para enterrarlos. Hubo cientos de casos de canibalismo. «Pero a los ucranianos les cuesta mucho hablar de ello. Les avergüenza imaginar que algo así pudiera suceder. Incluso en esa situación tan desesperada, el canibalismo no se consideraba algo normal. Era horrible. Los caníbales eran apresados. Algunos eran linchados», comenta Applebaum. A medida que la hambruna se extendía, se lanzó una campaña de represión contra intelectuales, catedráticos, escritores, artistas, sacerdotes, funcionarios… que fueron encarcelados, enviados a campos de trabajo, ejecutados. Cualquier persona relacionada con la efímera República Popular Ucraniana (que existió durante unos meses en 1917) o que hubiese fomentado el idioma o la historia de Ucrania. alternative text La mujer que intentó salvar a Ucrania. Nadezhda Alilúyeva, la esposa de Stalin, intentó interceder por Ucrania. En la foto posa con él en los años veinte. Acabó suicidándose. Stalin no quería que el mundo se enterase de que la colectivización, de la que alardeaba como su gran triunfo, estaba siendo un desastre. Algunos burócratas intentaron convencerlo de que los campesinos ya no escondían grano… porque no les quedaba nada. Pero Stalin no cedió. El suicidio de Nadezhda Una de las personas que le pidió que reconsiderase su política en Ucrania fue su propia esposa, Nadezhda Alilúyeva. Nadezhda se había negado a llevar una vida alejada de la realidad en la burbuja del Kremlin e ingresó en la Escuela Técnica. Descubrió que el nivel de vida de los trabajadores caía en picado, a pesar de las pamplinas que le contaba su marido. Y sus compañeros de trabajo le hablaban de detenciones y fusilamientos sin cuento… Cayó en una depresión, agravada por las infidelidades reiteradas de Stalin, que la obligaba a presenciar cómo se encamaba borracho con sus amantes. Una noche, en noviembre de 1932, al regresar de un banquete por el aniversario de la revolución, en el que se sirvieron ostras del mar Caspio, caviar y vinos franceses, se pegó un tiro en su dormitorio. La negación Finalmente, a partir de mayo de 1933 las autoridades soviéticas redujeron las cuotas que debía entregar Ucrania. No hubo más confiscaciones de alimentos. Y se frenaron las detenciones, en parte porque las cárceles estaban abarrotadas. Lo peor había pasado. «Las autoridades soviéticas ocultaron la hambruna. Los diplomáticos occidentales miraban para otro lado. Y, salvo excepciones, la prensa extranjera contribuyó a minimizar lo sucedido para no perder sus privilegios. Walter Duranty, corresponsal del New York Times, escribió: «Se puede objetar a la vivisección de animales su carácter triste y horrible, y es verdad que la suerte de los kulaks y otros opositores al experimento soviético no ha sido afortunada. Pero en ambos casos el sufrimiento ha sido infligido con un noble propósito». De todos modos, los censores solo permitían alusiones eufemísticas, como restricción de comida, déficit alimentario… Los soviéticos ocultaron la hambruna, pero la documentaron. Hay mucha información en sus archivos Se invitó a personalidades extranjeras que simpatizaban con el comunismo, como el literato George Bernard Shaw, a los que fue fácil convencer de que todo eran rumores de la propaganda antisoviética. Cuando el censo de 1937 dio cifras no deseables, se ejecutó a los autores y se alteraron las estadísticas oficiales. Solo a partir de los años ochenta empezó a aflorar la tragedia, gracias al historiador Robert Conquest y a las investigaciones del Instituto Ucraniano de Recuerdo Nacional. Pero fue con la apertura de los archivos, tras la caída de la URSS en 1991, cuando empezó a confirmarse la magnitud de la hambruna. «La Unión Soviética llevó registros muy minuciosos de sus crímenes. Sus dirigentes creían que nadie podría hurgar en esos archivos. Hay mucho material a disposición de los historiadores». Hoy en día sigue siendo un episodio en disputa. Los rusos lo relativizan. Mientras que los ucranianos lo consideran la tragedia fundacional de su país. ....................................

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