El porteño chanta nos invade. Reflexiones.- 05 - 07 - 2021.-

EL PORTEÑO CHANTA NOS INVADE. -LA CAPITAL.Sábado 03 de Julio de 2021.-Por Jorge Levit.- jlevit@lacapital.com.ar - Los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y del sector selecto del Conurbano no representan al argentino del interior del país. - Los argentinos tenemos fama en el exterior de ser soberbios, de considerarnos los mejores del mundo y de que nada fuera del país es mejor o siquiera iguala a lo propio. Hasta el Papa Francisco bromea con esa cualidad: en una visita que le hizo al Vaticano el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, apenas asumió el Pontificado, Francisco le hizo un chiste: “Siendo argentino esperaban que me llamase Jesús II”, bromeó. También, en una entrevista con una periodista mexicana se confesó: “Los argentinos no somos humildes y sí muy engreídos”, dijo, para reafirmar el concepto con otra chanza: “¿Sabe cómo se suicida un argentino?, se sube arriba de su ego y de ahí se tira”. - Estas definiciones que provienen de Jorge Bergoglio, ex obispo de Buenos Aires, describen tal vez a los habitantes de esa ciudad capital pero no al resto del país. Es impensable que un jujeño, por elegir una provincia al azar, tenga una actitud semejante a la que describe el Papa. - Una rosarina, que sí tiene para alardear con su carrera profesional internacional, como la ex canciller Susana Malcorra, trató de darle hace un tiempo una interpretación psicoanalítica para compensar ese fenómeno tan porteño: “El problema de los argentinos es que tenemos un enorme complejo de inferioridad y en esto pueden citarme que lo firmo”, sostuvo sin hesitar. - La realidad es que cuando se sale al exterior y se juntan grupos latinoamericanos, los porteños (incluidos por extensión en ese grupo a los del Gran Buenos Aires, sobre todo a los de las zonas más selectas) sobresalen no tanto por remarcar las eses al hablar, sino porque son los más quejosos, desafiantes, problemáticos y de inmediato se destacan del resto. Es cierto que ninguna generalización es válida, y menos en los comportamientos humanos, pero se advierte una tendencia en ese sentido. - La Argentina parece estar representada por ese estereotipo porteño que, sin embargo, no refleja al habitante del resto del país ni tampoco a las millones de personas del Conurbano bonaerense que han migrado desde distintas provincias. - Sin embargo, Buenos Aires tiene con qué alardear: es una de las grandes capitales del mundo, ni qué hablar en Latinoamérica, su desarrollo cultural es impresionante y concentra la mayor riqueza del país con el más alto ingreso per cápita. Estas asimetrías con las provincias vienen desde la época de la conformación de la Nación, causaron luchas internas y mucha sangre derramada en las décadas de anarquía, pero nunca fueron saldadas. - Más allá de reflejar las inequidades en materia de distribución de la renta nacional, el porteño ha ido creando un prototipo de argentino que no se corresponde con la realidad pero que, lamentablemente, se instaló como una imagen indisoluble en el exterior y el interior del país. - En política sucede algo similar. Desde hace un tiempo se advierte con claridad la aparición de personajes típicos del chanta porteño que aparecen en el escenario y se proyectan por toda la geografía nacional. Eso no quiere decir que no existan fuera de Buenos Aires, pero las diferencias son abismales. - Un ejemplo de las últimas semanas, aunque se podría mencionar varios, es la nueva irrupción política del ex candidato presidencial José Luis Espert, un economista liberal que nunca tuvo la responsabilidad de gestión y que por eso puede formular propuestas absurdas e imposibles de implementar para cualquier gobierno. - Espert, nacido en Pergamino, pero residente en Martínez, zona norte del Gran Buenos Aires a escasos 22 kilómetros del Obelisco, obtuvo durante las últimas elecciones la magra cosecha del 1,47 por ciento de los votos, pero su sola postulación le permitió estar incluido en los debates presidenciales. En sus intervenciones denostó tanto a macristas como a kirchneristas por ser responsables de la decadencia nacional. A los primeros los llamó “kirchneristas con buenos modales” y a los segundos como “lo peor que le pasó a la Argentina”. - Pese a esas declaraciones, espetadas como si fueran verdades reveladas, siguió tejiendo en política para alcanzar su objetivo de obtener poder y algún cargo legislativo. Intentó acercarse a Juntos por el Cambio para integrar las listas en la provincia de Buenos Aires de la mano de la agrupación Avanza Libertad que reúne también a otros impresentables políticos como el economista Javier Milei, quien también se cansó durante años de descalificar a todos por igual desde un pedestal típico de otro soberbio porteño chanta que pretende narcotizar a la opinión pública con teorías académicas imposibles de desarrollar en la Argentina. - Espert y su grupo de economistas “libertarios” no lograron ser incluidos en Juntos por el Cambio por considerarlos, seguramente, “piantavotos”. Entonces, despechado, volvió a su furia habitual: “No quieren que participemos y así quedará claro que los verdaderos funcionales al kirchnerismo son los de Juntos por el Cambio”, escribió en su cuenta de Twitter. - No se trata aquí de cargar las tintas sobre ese personaje que, sin embargo y pese a su casi nula preponderancia política y electoral, es invitado a todos los programas de la TV porteña y a indigestos almuerzos. Patricia Bullrich es un caso similar: confluyó en diversos espacios políticos y gobiernos de sesgos ideológicos contrapuestos hasta que encontró su lugar en el ala derecha del PRO. Y cómo no recordar al médico Eduardo Lorenzo Borocotó que, electo diputado por el PRO, se pasó “sorpresivamente” al kirchnerismo, con lo que se pudo acuñar el neologismo “borocotización” en la política. - Estos casos, paradigmáticos, existen seguramente también en toda la geografía nacional, donde aún hay feudos gobernados por la misma persona durante años. Pero la impronta de superioridad, especie de oráculo con supuestas verdades únicas, con que se impregnan algunos políticos porteños es particularmente odiosa. Oprobio que debe soportar todo el país a través de un sistema de medios nacionales, con sede en la ciudad de Buenos Aires, que agobia e invade a las provincias. Les dan “aire” a personajes con discursos poco creíbles en un país donde ya nadie cree en nada, y menos en los políticos porteños. ............................................

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