Las intrigas Vaticanas. Opinión. La Nación. -29 - 12 - 2019.-

Las intrigas Vaticanas marcan el rumbo de la Iglesia Católica. (Opinión)
La Nación.por Elisabetta Piqué. - 29-12-2019.-
Fueron dos décadas intensas y cruciales para la Iglesia del siglo XXI, que comenzaron con la celebración del Jubileo del año 2000. San Juan Pablo II ya estaba visiblemente enfermo, pero determinado a seguir adelante, mostrando gran valentía. ¿Cómo no recordar la vigilia de oración que presidió ante dos millones de jóvenes en Tor Vergata, cuando, pese a los temblores del Parkinson, levantó los brazos intentando hacer la ola e imitarlos en su danza?
Siempre en el año 2000, al comenzar la Cuaresma el papa polaco hizo historia al pronunciar un inédito pedido de perdón por las culpas de los “hijos de la Iglesia”, sorteando resistencias de los sectores más conservadores y admitiendo por primera vez ante el mundo las violencias, discriminaciones e injusticias cometidas en nombre de la institución bimilenaria.
La muerte, el 2 de abril de 2005, de Juan Pablo II, el primer papa no italiano en 400 años, también marcó a la Iglesia. Cientos de miles de personas de luto invadieron –y colapsaron– entonces Roma para despedir, conmovidos, a ese papa gigante, viajero, que había derrumbado el comunismo.
En una señal de continuidad, lo sucedió el 16 de abril su brazo derecho y guardián de la ortodoxia católica, el cardenal alemán, Joseph Ratzinger, en un cónclave veloz, donde el segundo más votado resultó ser el desconocido cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Cuando Ratzinger, un reconocido teólogo, de 78 años, que eligió llamarse Benedicto XVI, apareció en el balcón central de la Basílica de San Pedro, pocos se imaginaron que, siete años y algunos meses más tarde, conmovería al mundo anunciando su renuncia.
El hoy papa emérito no tuvo un pontificado fácil. Comenzó con el pie izquierdo al pronunciar en Ratisbona un discurso magistral que ofendió al mundo musulmán. El levantamiento de la excomunión de unos obispos lefebvrianos ultraconservadores, entre ellos un negacionista, también produjo una crisis importante. Aunque lo peor fue el estallido del escándalo de abusos sexuales de menores por parte de sacerdotes en Alemania, un tema que en 2010 la revista Time definió “la pesadilla de Benedicto”. El escándalo Vatileaks por filtración de documentos reservados, el arresto de su mayordomo, las internas de una curia romana que algunos pensaban que lograría depurar, pero que lo abrumaron, lo llevaron finalmente a decidir renunciar al trono de Pedro, algo que no sucedía desde la Edad Media.
Después de esa renuncia que sacudió a la Iglesia, la sorpresa fue la elección de Jorge Bergoglio, un outsider que significó una revolución para el Vaticano. Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita, impuso un nuevo modo de ser papa desde que se presentó al mundo con un “buonasera” la noche del 13 de marzo de 2013.
“Habemus papam”, el histórico anuncio del cardenal Tauran sobre la elección de Bergoglio y el saludo de Francisco desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.
Marcó su pontificado con la cercanía y una atención especial al “grito de los pobres y el clamor de la Tierra”. A nivel geopolítico, logró un acercamiento impensable entre Cuba y Estados Unidos, tuvo un encuentro histórico con el Patriarca Ortodoxo de Moscú y logró la firma de un antes impensable acuerdo para la designación de obispos con China. En busca de la descentralización, comenzó una reforma de la curia aún no terminada y de limpieza de las finanzas poco transparentes. Como le sucedió a Ratzinger, enfrenta un desafío que adquiere diferentes formas todo el tiempo, el de los abusos sexuales. Sus críticas al sistema económico actual “que mata” y excluye a demasiada gente, al negocio de los armamentos y a la globalización de la indiferencia ante el drama de los migrantes, lo convirtieron en una autoridad moral mundial. Pero le hicieron cosechar muchos enemigos entre los sectores más conservadores, que también rechazan sus aperturas pastorales a divorciados vueltos a casar y homosexuales. Y que, amparados por grupos empresariales estadounidenses con mucho poder mediático, lo atacan para debilitarlo. Preparan su sucesión, pero Francisco ya ha elegido a más de la mitad de los cardenales que deberán elegir al próximo papa.

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