Autopsia de Manuel Belgrano. Dr. Sullivan. -13-02-2020.-

CULTURA.
 
HISTORIAS DE LA GACETA MERCANTIL
 
La Gaceta Mercantil.- 13 de Febrero 2020.-- Por Roberto L. Elissalde *

El irlandés Sullivan, ¿médico o envenenador?

La historia de este personaje, no exenta de peripecias, es relatada por el autor a raíz de la
 publicación de su fallecimiento en 1835.En su edición del 20 de octubre de 1835, 
La Gaceta Mercantil anunciaba el fallecimiento en su quinta del barrio del Retiro 
del doctor John Sullivan, a quien elogió en estos términos: “Estaba dotado de una extraordinaria retentiva y una imaginación igualmente fértil, su inteligencia
 era una singularidad en literatura”.
Hijo de John Sullivan y de Elizabeth Leighton, tenía 23 años cuando procedente de los Estados Unidos llegó a Buenos Aires en 1817 en el "Horatio", al mando del capitán Skinner, uno de los navíos fletados por José Miguel Carrera y Manuel Hermenegildo de Aguirre. Educado en el Trinity College de Dublín -su ciudad natal-, poseía un diploma de médico cirujano en Londres. Alguna fama debía traer porque el doctor Redhead le pidió que lo acompañara en la consulta al general Manuel Belgrano en ocasión de su última enfermedad, e inclusive fue quien hizo la autopsia.

Un emprendedor británico y las cocheras

Cuando se estableció la Academia de Medicina en 1822, Sullivan fue llamado a revalidar sus títulos. Larga fue la polémica entre examinadores y examinados, que dio motivo a numerosos panfletos en los que se ponía en duda la idoneidad profesional de algunos de los primeros. Los anónimos titulados "El furor de las pasiones” y “Posta al Amigo de la Academia” pudieron surgir de la pluma de Sullivan o de Donnelly u O´Donnell, otro de los médicos desplazados.
Vale la pena destacar que Sullivan tuvo en Buenos Aires un gran enemigo, del cual había sido íntimo: su colega y compatriota John Oughgam, a quien acusaba de ser el causante de todos sus males.

La expedición de Magallanes y el "pecado Nefando"

En 1824 Oughgam fue encerrado por insania. Según su colega O'Donnelly, sin pudor alguno Sullivan le había confesado que él había logrado “volverlo loco” por un veneno que le había echado en el Café de la Victoria. El alienado fue repatriado a Inglaterra pero en 1826 regresó a Buenos Aires y recobró su prestigio iniciando una feroz campaña contra su enemigo.
Lo cierto es que Sullivan también fue llevado a juicio por un intento de envenenar al relojero Bernardo Jonás. Pero así como tuvo tenaces enemigos, gozó de la defensa en todo momento de un reconocido amigo, Roberto Billinghurst, a cuyo hijo salvó de la muerte por tétanos en 1832.

De la marcha de San Lorenzo a "más vale tarde que nunca"

Pero en 1822 sirvió en la expedición llevada a cabo para pacificar los indios del sur por el gobernador de la provincia, Martín Rodríguez, quien delegó el mando en su ministro Bernardino Rivadavia autotitulándose, pomposamente, “Cirujano de los ejércitos de la Patria”.
Aficionado a la música, Sullivan era ejecutante de lira, arpa, violín y flauta, y participó activamente en los conciertos de amateurs que organizaron los aficionados británicos en nuestra ciudad a partir de 1829, según se puede leer en ejemplares de La Gaceta de ese año.
Había casado el 25 de agosto de 1828 con doña María Simeona Beascoechea en la iglesia de San Ignacio (entonces parroquia de Catedral al Sur). Hijo suyo fue Francisco, que se radicó en la localidad de Merlo, en la provincia de Buenos Aires. Allí había una buena cantidad de familias de origen irlandés y cuando monseñor Mariano Escalada no tenía un sacerdote a quien poner al frente de la parroquia recién creada, el padre Fahy sugirió y fue aceptado como párroco el capellán de la comunidad, el prebítero Patricio Dillon.
Don Francisco y su hijo Alejandro Sullivan estuvieron al frente de la comuna y una hija de éste, Elvira, fue una destacada educadora y poetisa local. La magnífica residencia de los Sullivan aún se conserva convertida en sede de Caritas de la diócesis Moreno-Melo, según me lo informó doña María Adela Lachín de Aón, y una avenida de lo localidad recuerda el apellido familiar.
* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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