Recuerdos de infancia en el campo. 09 - 12 - 2020.-

Recuerdo de infancia. 09-12-2020.- -Mi padre cuando era peón de campo compró una radio "Galena" que le vendió un amigo para escuchar solo. El contaba que era una miniatura y nunca la pudo usar, puesto que escuchaba algunos sonidos pero nunca una voz ni una música Cuando se casó con mi mamá pudo comprar una radio un poco más grande recubierta de madera de nogal lustrada que funcionaba con un acumulador de automóbil y se ponía en marcha a la nochecita par escuchar algunos temas musicales y noticias nacionales. Mi madre escuchaba: música nacional con la voz de Carlos Gardel, o de Antonio Tormo. La novela:"Los Pérez García" que se transmitió por LR1 Radio el Mundo de Argentina, por la nochecita entre 1942 y 1967. Se trataba de un radioteatro cuyo tema eran los problemas por los que atravesaba una familia de clase media.Recuerdo que cuando venían algunos fmiliares a visitarnos de la chacra vecina o los tíos una vez por mes comentaban esas escenas y se reían con la frase: "Tiene más problemas que los Pérez García". Nuestro padre cuando venía del campo cansado se bañaba, cenaba conversaba un rato y se iba a dormir."Mañana tengo ue madrugar", decía y "ustedes tienen que ir a la Escuela". Cuando podía le agradaba escuchar la voz de Agustín Magaldi, Carusso y los temas italianos. El lavado de pies y manos. Antes de sentarnos a la mesa a "lavarse las manos", recitaba nuestra madre, era un trámite. Todos los días al anochecer debíamos lavarnos las manos y los pies con jabón, para no ensuciar las sábanas. El Baño con jabón. Nuestra madre nos bañaba por turno a los tres, en un fuentón de chapa de zinc, de un metro de diámetro, colocado en el piso de tierra en una salita cerrada llamada el "lavadero", donde también lavaba la ropa a mano con la "tabla de lavar", previo remojo en agua caliente. En verono no había problema pero en invierno era un tema complicado pues tenía que calentar el agua en un fogón y luego con una jarra la volcaba en el fuentón.Primero José,segundo Luis y luego María. Para cada uno cambiaba el agua y tenía la ropa a mano para colocarnos luego de la toalla. La cocina a leña. En invierno la cocina esta todo el día con fuego, leña o marlos, era el lugar más cálido. Al lado de la cocina esta la leñera o la marlera siempre abastecida. allí estaba la mesa familiar para el desayuno, almuerzo y cena. Una lámpara a kerosén nos alumbraba a todos, casi vivíamos en penumbra, pero vivíamos. Los Mandados. - Nuestros padres nos habían habituado a realizar "los mandados", uno tría leña, otro un canasto de marlo y nuestra hermana acompañaba a la mamá para juntar la "verdura", lechuga, o radicheta o tomates o juntaban zapallitos. - La Huerta.-la llamábamos la quinta-la quintita- - En un rincón del "galponcito", guardábamos, la azada, el rastrillo, la pala de punta, la pala ancha, la regadera, la tijera de podar y otros enseres para el cultivo familiar y cuida el jardín. - Nuestros padres nos enseñaron a roturar la tierra, a sembrar, a regar y a cuidar los plantines. - El primer paso para crear un jardín es el cultivo de las plantas florales y ornamentales. - Nuestra madre era la especialista en el huerto.Para ello era indispensable la azada, para cavar y remover la tierra, así como para hacer surcos donde colocaríamos las semillas de zapallo, sandía, melones. El almácigo esra una extensión de tierra fina, sin cascotes, preparada donde se esparcían las semillas de radicheta, lechuga, perejil, cebollas, ajos. En los almácigos "cama", se colocaban pequños trozos de papas, de camote para que dieran plantines. - Las herramientas también sirvían para retirar las malas hierbas. Estos adminículos fabricados en acero,estaban adheridos a un mango de madera para manipularlos.Estos mangos se colocaban en un aro o cuello, como a la escoba o estropajo. La duración de estos elementos estaban asegurados por varios años,siempre había dos o tres para trabajar al mismo tiempo el padre,la madre y los hijos. - Para especies grandes como árboles y arbustos, nuestro padre preparaba los pozos alineados con un cordel, antes de comprar en el vivero el árbol ya crecidito, de 50 cms. a un metro. - Durante el día ayudábamos a darles a las gallinas una ración de maíz,luego a juntar los huevos en los nidales.Siempre encontrábamos algunos y los guardábamos en un cajón. El agua a los animales. El corral de las ovejas tenía una tina o pileta que le decíamos, de unos 50 litros y se llenaba todos los días, distaba unos 150 metros junto a unos árboles. Lo mismo ocirría con el chiquero, corral de los cerdos con más extensión y lejos, a 100 metros de la vivienda familiar. LAs gallins, los patos y los pavos, estaban sueltos y solo por la noche concurrian a un gallinero cubierto por un techo de paja de lino, que le hacía reparo por el rocío y las lluvias. En un recinto cerrado con tejido nuestra madre tenía a resguardo a las gllinas cluecas empollando hasta que salieran los pollitos,luego de 21 días; era como un hotel les dábamos de comer y agua en pequeños recipientes. Las frutas en verano. Nuestros padres cuando llegaron como mediaeros de campo, tras levantar la casa de ladrillos con techo de chapa de zinc y tirantes, colocaron árboles para sombra, paraísos eucaliptos, ligustros, sauces y un lotecito cercano medía media cuadra, plantaron árboles frutales: mandarinos, naranjos, quinotos, duraznos,ciruelas, manzanas, perales, caquis, granada, higueras, nogales, una planta de guindas y otra de almendras.Por detrás un cerco de ligustrins para cortar el viento. El Corral de los caballos. El Corral tenía una cuadra y media allí se reun+ian los caballos luego de pastar en el potrero, para que mi pap+á a la mañana los pudiera atar al arado. El Corral de las vacas. Era otro predio de tres hectáreas estaba destinado a las tres vacas con sus teneros junto a una laguna, donde permanecían día y noche y allí pastaban en el campo.. Solo teníamos una cerca de la casa familiar cuandoo el ternero ere chico para ordeñar a la mañana.Se le arrimaba pasto en un pesebre y agua en una tina. Allá nuestra madre nos bañaba en un cuarto "el lavadero",con el piso de ladrillo. En una habitación contigua donde se guardaban una cama vieja con colchón, había una cómoda que guardaba platos y vasos para los días de fiesta o cuando venían los parientes. Sobre ella reposaba una vitrola a cuerda que podíamos usar con permiso y a la vista de nuestros padres para no rayar los discos negros y redondos.Cuando la podíams escuchar era una fiesta, mejor que la radio. Nuestros padres no explicaban que ese sonido es de guitarra, este es un violín, este otro sonido es del acordeón.Llegó el día que fuimos invitados a un casmiento de campo, cuando vimos la orquesta, nos fuimos a ver los instrumentos y allí en vivo nos decían nuestros padres: "este es el acordeón, esta la guitarra, este el violín, esta la batería se sonido". En la escuela conocimos la vitrola que la usaban las maestras para enseñar música. Con ellas aprendimos la canción Aurora, el Himno Nacional, la Canción a la Bandera y la Marcha de San Lorenzo. ................................ La casa paterna en el campo. La casa paterna fue construida por nuestro padre, peón de campo desde su llegada a la Argentina el año 1925, que había cambiado ya dos estancias, se había casado, vivían en una pieza con mi madre en la casa de campo de un paisano italiano, Federico Lusardi y su esposa Teresa que tenían dos hijos varones pequeños, donde mi padre trabajaba la tierra y mi madre ayudaba en las tareas de la casa. Aceptaron nuestros padres ser medieros de campo,deseosos por independizarse y tener us casa propia, cuando se produjo el loteo de una estancia,1941, en la zona. El nuevo dueño era un profesional que vivía en Rosario. Los primeros días, viajaron en sulky, conocieron el lugar, cavaron un pozo para obtener agua,le colocaron el brocal, la roldana y plantaron algunos árboles para la futura sombra y que cortaran los vientos. Así fueron y vinieron cerca de seis meses hastal que adrillo a ladrillo, asentados sobre barro con la ayuda de un amigo inmigrante italiano "Berto" y la ayuda de mi madre que ya tenía un hijo José de dos años y en camino el que escribe Luis, concluyeron dos habitaciones, la cocina y le colocaron el techo de zinc. El terreno asignado para la casa, la huerta, las plantaciones y los corrales eran tres manzanas de extensión.El dueño le asignó en préstamos dos caballos y un arado mancera para empezar.Un primo sin trabajo, inmigrante y del mismo pueblo italiano-Tarsogno de Parma-se ofreció para ayudar en el trabajo rural. Construyeron una habitación más y era una compañía, el trato entre ellos era "ir a media", es decir "faciamo a mnetá", "hasta que podamos y yo consiga otro trabajo".Ambos inmigrantes italianos , llegaron con el mismo barco el año 1925 y ya hacía 16 años que eran "peones" Compraron un sulky, para llegar hasta el pueblo de Sargento Cabral 4.500 metros, para hacer las compras, anotarse en la Cooperativa, con un cerealista para que les recibiera el cereal y le adelantara, semillas, bolsas y le fiaran hasta la cosecha. Nuestra madre tuvo el segundo hijo Luis en septiembre de 1941 en la chacra de Federico Lusardi.Recién al año siguiente en septiembre la primavera de 1942,se traladaron a la nueva casa. Nuestra madre inició la cría de gallinas, de patos con la construcción de un gallinerito y dos docenas de huevos con dos gallinas cluecas para empollar que le prestaron los hermanos que vivían en una chacra vecina, cerca de Cañada Rica a 15 kilómetros. Mi padre hizo amistad con unos vecinos chacareros cercanos ya afincados quienes le prestaban el arado, la sembradora de maíz, de trigo con los caballos, cuando terminaban ellos sus laboreos. Para la cosecha estaban los juntadores provincianos. Ventanita de mi casa. Ventanita de mi casa pintura descascarada, solo veo hojas secas, un vidrio liso quebrado el cuarto desamueblado, piso de tierra agrietado y la casa abandonada. Los recuerdos me empujaban, pero inútil aguzar la vista. Ya no veo el limonero, ni oigo cantar los gallos ¿Cuántas veces ventanita hiciste volar mis sueños! Hoy el nido está vacío los pichones han volado, la cocina está sin leña, la gramilla sin rocío Los almácigos de la huerta convertidos en yuyales. Ni el verdor del perejil, ni la hoja de lechuga,, ni el tomate ni el romero, ni el perfume de la albahaca, todos juntos ya se fueron. El malvón de la maseta con las flores coloridas, de recuerdo solo muestra esqueleto y hojas secas. El patio de las escondidas convertido ya en guarida de sapos y lagartijas. Aquellos dias de infancia con la mesa del desayuno con las pastas del Domingo, el frasco de las bolitas, el cuaderno de los deberes, la caja del dedal y las agujas, con los los hilos de zurcir que mi madre los guardaba con la máquina de coser también emprendieron vuelo. El rocío de la noche oscura, las garuas de la ausencia ahuyentaron las presencias como el dolor de un suspiro. Ventanita de mi casa abandonada del vidrio liso y quebrado, guardame siempre cerrada con los reciuerdos e ilusiones, aunque me duela en el alma serás siempre visitada. Los braceros y recolectores. Los juntadores de maíz y de papas, eran para nosotros "personas necesarias". Durante los años de la infancia,en temporada de las cosechas,nos gustaba escuchar a los peones,que rodeaban el brasero para tomar mate por la nochecita, mientras nuestro padre les anotaba en un cuaderno la cantidad de bolsas llenas por cada uno y el día trabajado, para tener cuentas claras al momento de "la paga". Nosotros dos veces al año,mi hermano, mi hermana y yo en pleno campo, de los 7 años hasta los 10 años, bajo la vigilancia de nuestro padre, escuchábamos voces y tonadas distintas. Los braceros eran provincianos que venían por "cuadrillas" de cordobeses, santiagueños, tucumanos,correntinos, entrerrianos. De cinco peones tres eran silenciosos,pero siempre había uno o dos que nos contaban cuentos, leyendas,anécdotas,-cortitos-.Una temporada apareció un juntador de maíz con una guitarra que nos alegraba con sus canciones regionales,-chamamé- chamarritas- zambas cuando volvían del trabajo, a la caida del sol, tal vez para acallar las penas de la familia lejana; un año apareció con un un amigo que lo acompañaba cantando y lo llamaba "mi parejero". Ellos nos enseñaron "La Marcha de San Lorenzo" y nos pedían que cantáramos fuerte:"honor, honor al Gran Cabral", porque nuestro pueblo era:"Sargento Cabral". Contaban ocurrencias,adivinanzas, percances del día, que nos hacia reir. A la semana cuando finalizaban las tareas rurales y se iban a otras chacras, recordábamos a estos personajes que nos habían alegrado con sus vivencias.Para nuestra imaginación esa media hora, era como estar en un teatro o en un cine o en la escuela. la leyenda de "Anahí", del "girasol",refranes:"al que nace barrigón es al ñudo que los fajen", "al que madruga Dios lo ayuda", "más vale maña que fuerza", o dichos populares:"Tero tero sacate la gorra ponete el sombrero","pal perro flaco todas son pulgas"," el que es flaco y no por hambre es más fuerte que el alambre", a mirar el cielo y distinguir"las tres Marías", "la Majadita", qué significaba la "luna boca abajo, boca arriba, luna llena", que el sol era "el poncho de los pobres" de los pájaros aprendimos a distinguir"la tijereta" "El tordo negro", que "El hornero era pájaro nacional", que el sauce de ranas finas y largas era "el sauce llorón".De las costumbres regionales entendimos qué el "Sapucay" era grito correntino y cuando decían "chamigo"era amigo, y al mate bmbilla frío lo llamaban "tereré". Los entrerrianos al niño le llamaban:"gurí".Los tucumanos y santiagueños en lugar de: "sí,sí" decían: "ajá,ajá"; me acuerdo que de ellos aprendimos qué era la "luz mala", "el lobizón". ................................................. Envío de: Alicia Galante. Pueblos de Buenos Aires. La Tapera.- MI TAPERA Letra del Dr. Elías Regules. Entre los pastos tirada como una prenda perdida, en el silencio escondida como caricia robada, completamente rodeada por el cardo y la flechilla que como larga golilla van bajando a la ladera, está una triste tapera descansando en la cuchilla. Allí, en ese suelo fue, donde mi rancho se alzaba, donde contento jugaba, donde a vivir empecé, donde cantando ensillé mil veces el pingo mío, en esas horas de frío en que la mañana llora cuando se moja la aurora con el vapor del rocío. Donde mi vida pasaba entre goces verdaderos, donde en los años primeros satisfecho retozaba, donde el ombú conversaba con la calandria cantora, donde noche seductora cuidó el sueño de mi cuna con un beso de la luna sobre el techo de totora. Donde resurgen valientes, mezcladas con los terrones las rosadas ilusiones de mis horas inocentes; donde delirios sonrientes brotar a millares vi, donde palpitar sentí, llenas de afecto profundo, cosas chicas para el mundo pero grandes para mí. Donde el aire perfumado está de risas escrito y donde en cada pastito hay un recuerdo clavado; tapera que mi pasado, con colores de amapola entusiasmada enarbola y que siempre que la miro dejo sobre ella un suspiro para que no esté tan sola. ...................................... -EL TACHERO LUIS PARODI. VISITABA EN SULKY, UNA A UNA LAS CHACRAS. - Recuerdo que nuestra madre nos decía:"andá, avisale a papá que llegó el tachero". Llegaba "como un fulmine a ciel sereno", decía mi papá, era como una luz inesperada,saludaba y si le daban la bienvenida, descendía del sulky saludaba y comenzaba su "rito tachero", el cual consitía en desatar el animal, darle agua del bebedero, arrimar el sulky al galpón, descargar las herramientas e instalarse junto a un catre que ya conocía. - Aún hoy lo imagino en mi memoria,pero muy poco recuerdo quién era, cómo era su familia, que razones lo convirtieron en ese personaje extraño y amigo de una extensa comarca del sur santafesino que para nosotros era Sargento Cabral. Aún hoy,con 79 años, permanece en mi memoria. - El año 1952 cuando ingresamos pupilos en el Colegio Don Bosco de San Nicolás ya lo perdimos de vista; pero siempre recordamos al "tachero que llegaba en sulky pasa soldar con paciencia:tachos de ordeñe, baldes de agua, fuentones y herramientas rotas por unos días. - El en cada visita contaba que venía de San Nicolás, que había estudiado en el Colegio San Carlos de Buenos Aires, de Artes y Oficios,regenteado por los Padres Salesianos. Hablaba pausado, trabajaba con prolijidad, siempre atento al "soldador" y a la barrita de estaño.. - Su ropaje distintivo era un "mameluco gris", pantalón con pechera y tiradores,en su cuerpo delgado, pañuelo al cuello y un sombrero de trapo que le llegaba hasta los hombros, tal vez para curirse del sol y el viento.Recuerdo que usaba zapatones que nuestros padres llamaban tamangos, eran de color marrón algo gastados; al caminar a paso lento, escuchábamoos escuchar el taconear de la suela sobre el piso. -Su porte era tranquilo, nunca estaba apurado, buscaba con tranquilidad en su caja de herramientas con sus finas y callosas manos hasta que encontraba lo que buscaba. "Acá tengo de todo","Si no está aquí lo tengo en el baúl del sulky", repetía. -Los dos o tres días que permanecía en la chacra con su trabajo, nunca lo vimos compara algo,él tenía todo lo necesario para el arreglo. -Solo pedía un poco de agua o permiso para comer una mandarina o un durazno de la planta, cuando era la temporada.Al medio día almorzaba y a la noche cenaba en la mesa con nosotros y contaba algo de sus andanzas para ganarse la vida.Antes de levantarse de la mesa decía:"Gracias, acordate que les cobraré barato porque me dan la comida". Eso sí a la mañana y a la tarde, tomaba mate solo. .......................................................... En el patio, al aire libre, había una mesa y un banco rústico, tal vez fabricado por mi padre con troncos encontrados al azar; yo le avisaba a mi madre que “el loco” ya venía y ella, como ya era nuestro hábito, me daba un plato con lo mucho o poco que teníamos para comer, un buen trozo de pan casero que amasaba mi madre todas las semanas, un jarrito, una botella con agua fresca del pozo y me mandaba ponerlo en la mesita del patio. Él llegaba, se sentaba, comía con ganas lo que había en el plato; si le quedaba pan, se lo llevaba. Luego se levantaba y sin decir una palabra retomaba su camino. Este silencio suyo me intrigaba, no estoy segura si alguna vez pensé que era ingrato porque jamás daba las gracias, sabía que era bueno, que jamás se le oyó injuriar o enojarse. Hoy a la distancia lo comprendo, puedo descifrar su silencio, su mensaje gestual, pensar que quizás todo el halo de misterio con el que yo lo había cubierto tenía su motivo y solo a él pertenecía. Me quedaré para siempre con su mágica figura y volveré a ser niña cada vez que su recuerdo golpee a la puerta de mi mente y de mi corazón.

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