Maestra Amanda Paccotti. Prof. Guillermina Tiramonti.-13 - 03 - 2021.-

Maestra sin fronteras El Concejo declaró a la profesora AMANDA PACCOTTI Ciudadana Distinguida de Rosario por su trayectoria docente. La Capital.- Sábado 13 de Marzo de 2021.- Por Matías Loja @matiasloja mloja@lacapital.com.ar - “Fui muy feliz en esta escuela, tan bien recibida, siempre con una sonrisa, con música”, dice Amanda, que recuerda sus vivencias en la escuela Carrasco.- - Había una vez una nena que era feliz en la Escuela Carrasco. Que jugaba en la mesa de arena que había en el aula, que disfrutaba del laboratorio, de la mesa hexagonal y de escuchar música antes de clases. Que subía a la biblioteca y sacaba de un lugar escondido un libro sobre Egipto que le fascinaba. Que era feliz en una escuela viva. - Amanda Paccotti tiene 79 años y toma entre sus manos una foto escolar de 1948. Estaba en la primaria y se reconoce entre las más altas de ese curso de nenas y nenes de guardapolvo blanco que posan junto a la señorita Rosita. La directora era Olga Cossettini. Por detrás del grupo se asoman los arcos que bordean las galerías de la Escuela Nº 69 Gabriel Carrasco, de barrio Alberdi, en la zona norte rosarina. “Acá empezó todo”, dice. En esas aulas hizo la primaria y ya como docente sus primeros reemplazos como maestra de grado. Fue profesora en otras escuelas y trabajó —y trabaja activamente— en otras instituciones vinculadas a la promoción de la lectura. Siempre sigue la huella y rescata el ideario y la obra de las hermanas Cossettini. - El Concejo Municipal de Rosario en la última sesión de Febrero, declaraba Ciudadana Distinguida a la docente Amanda Paccotti,“por su trayectoria docente y su trascendencia nacional e internacional en la materia”, además de “su trabajo incansable por difundir los principios de la Escuela Nueva de Leticia y Olga Cossettini y la puesta en valor de una visión latinoamericanista de la educación”. La distinción fue impuslada por la concejala Mónica Ferrero, del bloque Socialista, y aprobada por unanimidad Al cierre de esta edición, aún no se había fijado la fecha del acto de entrega de la distinción. - La nota con La Capital es en la Escuela Carrasco, cerquita de su casa de Alberdi. Esa barriada que cuando era chica era zona de quintas y trabajadores ferroviarios como su papá. Rumbo a la Carrasco pasa por Gallo, la calle de los juegos de su infancia. De rayuela, patín y bicicleta. - Los recuerdos de su niñez se agolpan en el trayecto desde su hogar hasta la escuela de la esquina de Agrelo y Larrechea. Apenas traspasa la puerta, maestras y porteras salen a su encuentro. “¡Felicitaciones Amanda, qué alegría!”. La emoción es colectiva y Amanda sonríe. Está contenta por el reconocimiento a su trayectoria, no hay dudas. “Pero también —dice— me alegra porque en este momento en el que los grandes olvidados son la infancia, la juventud, la educación y la cultura, que se reconozca a una maestra me pareció muy oportuno. En este tiempo de soledades, de inoperancia, donde se le ha soltado la mano al maestro. Y no se los escucha a los chicos, que son tan claros”. - Amanda nació en Rosario pero de chica se mudó con su familia a Córdoba. Su papá era ferroviario e iba de lado a lado por su trabajo. Estaba en Río Cuarto cuando ingresó a primero inferior de la primaria. De esa experiencia tiene el vago recuerdo de sentirse mal, no reconocida. Por eso un día a mitad de mañana se escapó de la escuela durante el recreo y se fue a su casa, que estaba cerca. “Mi papá y mi mamá decidieron que Amandita no vaya más a la escuela”, dice. Al año siguiente regresaron a Rosario, a la vieja casa de Alberdi. - Con la experiencia de Córdoba, su mamá indagó en el barrio: “¿A qué escuela la puedo anotar para que vaya contenta?”. Una vecina le contestó: “Anótela en la Carrasco. No sé si se aprende mucho, pero van muy contentos los chicos ahí”. Así fue como de chica conoció la innovadora experiencia pedagógica de la Escuela Serena. Empezó en primero inferior. “Parecía Blancanieves y los siete enanitos de lo alta que era”, cuenta. Tenía un año más que el resto. A los pocos días la llevaron a la sala de dirección, donde la esperaba Olga Cossettini. La hicieron leer y ahí decidieron pasarla a primero superior. - Amanda hace un alto en el recuerdo. Está sentada en un banco, en un salón del primer piso de la Carrasco. “Fui muy feliz en esta escuela, tan bien recibida, siempre con una sonrisa, con música”, dice. —¿Y por qué elegiste ser maestra? —Ah, porque quería ser como las Cossettini, escuchame. Muy sencillo. El proyecto pedagógico liderado por las hermanas Cossettini se desarrolló en esa escuela entre 1935 y 1950. En ese año Olga Cossettini fue desplazada del cargo. “A la escuela no la matan de un día para el otro, pero con el nuevo director el proyecto empieza a agonizar. Y yo pude seguir hasta el sexto grado con las maestras formadas por ellas, esas maestras de pelo blanco y hermosa presencia. Entonces como que desde siempre quise ser eso, nunca lo dudé”. - Se recibió de maestra en el Normal 1 y su primer trabajo como docente reemplazante fue en 1960 en la Carrasco, mientras estudiaba el profesorado de jardín de infantes. Amanda se asoma por una ventana y señala: “Ahí había un patio de tierra, con conejos, gallinas y una huerta”. Para Amanda, lo importante a resaltar ese perfil artístico —como el Coro de Pájaros— buscaba posibilitar distintos lenguajes en cada alumno. “La escuela —explica— recibía a los chicos con todo su bagaje y después salían a la vereda, al barrio o a charlar con marineros o estibadores del puerto. Eso les iba dando paso al mundo. Esta era una escuela viva”. - Entre 1962 y 1981 fue maestra de grado en el Instituto Integral de Fisherton, donde asumió como vicedirectora en 1982, y un año más tarde la dirección, cargo que ocupó hasta 1990. Para su ingreso a esta institución debió aprobar un concurso en cuyo jurado estaba nada menos que Olga Cossettini y Rosita Ziperovich. “Temblaba —dice— éramos muchísimas y teníamos que firmar con seudónimo. Cuando me llamaron me dicen: «Su trabajo es uno más, pero la convocamos por su seudónimo: Coquena». Era la época que estaba de moda Sandro, entonces muchas habían puesto Rosa o Sandro. Y yo no sé de dónde saqué lo de Coquena”. - Por el trabajo de su marido Juan Carlos en Ginebra (Suiza) vivió diez años en Ferney-Voltaire (Francia) y cinco años en Lima (Perú). Pero ni en uno ni en otro destino dejó de estar ligada a la educación y la cultura. - En su estadía europea trabajó como voluntaria en una biblioteca pública y dio clases de castellano. Un domingo gris fue al cine con una de sus hijas a ver un documental sobre el médico Janusz Korczak. Tenía aún fresca una conferencia de 1947 de Olga Cossettini llamada “Pedagogía de la perversidad” donde rescataba la historia de este educador polaco. También recordaba a Rubén Naranjo, a quien conoció cuando estudió en la Escuela de Artes Visuales y que era un estudioso de su obra. Así fue como Amanda se sumó a la Asociación Amigos de Janusz Korczak. En Lima se acercó al movimiento de educación popular Fe y Alegría, donde colaboró en la organización de una biblioteca volante y condujo talleres sobre pedagogía. Recuerda aquellas experiencias con cariño: “Una sigue siendo maestra siempre y en cualquier lado, sin estar en el aula”. - Se emociona cuando en medio del relato menciona a Rubén Naranjo. “Un tipo que se nos fue y que haría falta”, dice. Le pasa lo mismo cuando habla de Olga Cossettini. Cuando muere Olga el 23 de mayo de 1987 —“un día frío y húmedo de mayo”— estaba junto a un grupo de maestras despidiéndola en la casa, y Leticia les muestra los materiales que guardaba su hermana. Entre ellos, las cartas que Amanda les enviaba desde el exterior: “Ellas —por las Cossettini— siempre me pedían que les cuente lo que estaba viendo. Y Olga muy viejita me decía: «Hay que escribir esas cosas Amanda, porque la escritura es el compromiso del pensamiento»”. Esos textos, junto a otros materiales, fotos y cuadernos, forman parte del Archivo Cossettini del Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (Irice). - “Recibí tanto de esta escuela que entendí que si no hacíamos algo los que vivimos y aprendimos de ellas, el sistema no las iba a reconocer”, reflexiona. La educadora es desde hace años una activa impulsora de la pedagogía de la "Escuela Serena" a través de la Red Cossettini. Un espacio a través del cual se realizan jornadas para intercambiar experiencias que siguen la huella de esa escuela viva. Desde la Red pudieron armar durante la pandemia la jornada “Maestras y maestros latinoamericanos en casa”, rescatando a esas “Olgas” de Latinoamérica que no son conocidas. Además integra la comisión directiva de la Biblioteca Popular Alberdi y es miembro del Consejo Latinoamericano de Educación por el Arte (Clea). - Amanda sube las escaleras y llega hasta la biblioteca. Toca suavemente con sus manos unos pupitres de madera con la mesa inclinada que están desde hace décadas y que la maravillan desde entonces. Descubre entre los estantes de libros unos ejemplares de las obras completas de las Cossettini editadas por Amsafé. Dice que casi no se consiguen y se alegra de que estén en la escuela. Recorre las paredes y señala una foto de Olga, de perfil, rodeada de alumnos. Es la imagen como más la recuerda: “El pelo blanco y no sé por qué tengo la idea que llevaba algo celeste, el guardapolvo o un vestido”. - Lamenta no haber valorado tanto cuando cursaba la primaria todas las enseñanzas recibidas, pero dice que con los años se dio cuenta de que muchas de esas huellas las había incorporado en la práctica docente casi sin darse cuenta: “Ahí valoré a toda la gente que se desempeñaba en la escuela. Por eso entrar me emociona, porque veo cómo creció todo esto para conservar ese proyecto”. - Sigue caminando por los pasillos y se asoma a un salón, donde una maestra la saluda de lejos afectuosamente. Ella le dice: “Ojalá que esta movida sirva para apoyar lo que ustedes están haciendo”. A partir del reconocimiento del Concejo comenzó a recibir mensajes de maestras y maestros contándole qué están haciendo dentro del aula. “Eso —dice— me confirma algo que siempre sentí, que el maestro tiene la posibilidad de ser dueño del aula, porque quién te va a prohibir que en vez de poner los pupitres alineados hacia adelante hagamos un círculo. Inventando con los chicos y tejiendo redes, porque si estás solo perdiste, te chupa el sistema”. - Por eso para la educadora un buen docente es el que piensa y hace, “que no está atado a lo que le mandan, que tiene valor y ganas de trabajar”. - Amanda camina por la escuela y le llueven los recuerdos. El patio, las aulas, las galerías y hasta esas veredas que alguna vez pisaron las hermanas Cossettini son parte indeleble de su vida. Como un cuento que dice: "había una vez una maestra", de pelo blanco y alta, muy alta. Que no importa si está en un salón de clases o en una biblioteca. Igual sueña con una escuela abierta, que salga al barrio y donde los chicos y chicas vayan contentos. “Espero —dice— que la pandemia nos dé el golpe final para cambiar la escuela y que no existan más las fronteras”. - Otras palabras de Amanda Paccotti: "Los maestros y la Escuela actual están muy descuidados, desvalorizados,la familia también está desvalorizada,la sociedad está desvalorizada,un sector grande de la juventud no le encuentra sentido a la vida, porque no lo aprendieron en la familia, ni en la escuela, están desorientados se ofrecen como soldaditos para vender drogas, tal vez ellos no lo vean ahora;pero a nosotros nos impresiona porque vemos que la sociedad toca fondo; aprenden códigos de violencia, de muerte". - "Los alumnos en la escuela teníamos mesas hexagonales, otras eran como escritorios grandes y nos mirábamos todos a la cara como en una mesa familiar"-recordó-. - "Los antiguos alumnos cincuentones, nos ven y nos saludan;"adiós señorita maestra".adiós querida maestra", para nosotras es un orgullo". -"Me escribió un joven de Jujuy que estudia Magisterio y vive en un paraje "Embarcación" a 80 kms. de la frontera con Bolivia. Es del campo y alquila una pieza durante la semana,en Jujuy para recibirse de Maestro, que vio el video del rosarino Mario Piazza quien realizó un film "Madres sobre ruedas", la integración y la Resiliencia y en parte muestra la vida de la Escuela Carrasco de Rosario,"modelo de la Escuela serena"y que acompaña al alumno, con la Directora Olga Cossetini, que estaba con la puerta de la Dirección abierta para recibir a quien deseara entrar y decirle algo". - "Creo que a muchos funcionarios les falta vocación de maestros, de docentes sacrificados que escuchan a sus alumnos que buscan el bien de todos, ponen su dinero para comprarse el boleto, comparan las tizas,las fotocopias, y no le hacen pito catalán a los niños".Los maestros hacen de enfermeros con su botiquín, psicólogos, censistas cuando visitan a las familias del barrio, higienistas cuando controlan las libretas de las vacunas,que se limpien la nariz, que si tienen fiebre no vengan mañana,piden que se bañen cuando ven el cuello de las camisas, que se laven las manos cuando ven las uñas negras,piden prolijidad en los cuadernos, en el cuidado de los libros y útiles,insisten en el repeto entre pares, entre varones y mujeres, que pidan permiso, que incorporen el vocablo "gracias". Todos esos cuidados se completan en la familia". -Un docente que cumpla con estos requisitos que es parte de su vocación, debe recibir de parte de los padres y de la sociedad:AGRADECIMIENTO,ADMIRACIÓN, Y RESPETO. ------------------------------------------------ LA ESCUELA NO PUEDE COMPENSAR LA TRAMA MAFIOSA DE LA MARGINALIDAD. LA NACION, - 14 - 03 - 2018.- Prof. Guillermina Tiramonti. - El daño de varias generaciones en condición marginal requiere un Estado que ponga todos sus recursos para rescatar a quienes viven a la intemperie social - Estudiosos del campo social nos han hecho conocer a través de publicaciones científicas y artículos periodísticos la compleja trama de relaciones que articulan y sostienen el orden instituido en los márgenes de la sociedad. - En esos espacios adonde el Estado y el mercado, los dos grandes organizadores de la vida en sociedad, nunca llegaron, las mafias de todo tipo han generado una laberíntica red que sustenta la cotidiana supervivencia de los que allí viven. - Donde no hay Estado ni mercado formal las reglas son impuestas por quienes organizan las ferias informales que proporcionan la posibilidad de ganar un peso a los que no tienen otra entrada o solo cuentan con un plan social. En todos los casos, quienes participan se deben someter a la violenta disciplina que exige el "capo mafia". - En ese terreno insondable para el Estado se desenvuelven con soltura las mafias narcos que acogen a niños, jóvenes y adultos dándoles un espacio de pertenencia, un negocio del que vivir y un sentido de la vida que se construye a partir de la amenaza de morir mañana. - Allí también se desenvuelven las redes de los que trafican cuerpos en los mercados del trabajo esclavo y de la sexualidad que humilla a niños y adultos. En ese espacio solo se sobrevive si se reconoce quién es el más poronga, si se entiende cuál es el servicio a prestar y la humillación a soportar. - En ese mundo el certificado de primaria o secundaria completa no es reconocido ni valorado ni te sirve para nada. La educación no es una moneda de cambio. Allí se intercambian otras titulaciones que se obtienen con la práctica de la obsecuencia, las lealtades personales, el aguante al castigo y la humillación. - Cabe preguntarse si el certificado escolar sirve para zafar, para escapar de la muerte prematura, de la destrucción de la droga, de la changa, de la precariedad y de la permanente intemperie. Si alcanza para saltar la frontera y llegar a la protección del mundo de los integrados. Aquí también los cientistas sociales nos dicen que no. Cuando se hace el ejercicio de desagregar las tasas de empleo joven considerando su origen social y su titulación es posible identificar lo que esconden las cifras agregadas. - La desocupación para quienes tienen secundaria completa es del 7% y para los que alcanzaron a completar el nivel universitario solo del 2%. Si se lee así, ir a la universidad te protege del desempleo. Si en cambio distinguimos los quintiles de ingreso, resulta que entre quienes pertenecen al quintil más bajo y tienen secundaria completa la desocupación es del 16% y entre los que terminaron la universidad la tasa sube al 17,6%. En el otro extremo de la escala social, entre los del quintil más alto la tasa es del 2,5% con secundaria completa y del 0,6% con título universitario. - Estos datos del Indec de 2010 tiran por la borda todos los discursos simplistas que articulan futuros venturosos con titulaciones educativas. Cuando el mercado de empleo no se expande y diversifica, cuando hay una población arraigada en la condición marginal por más de una generación, la reinserción no se produce milagrosamente con un simple título, que en más de una ocasión se obtiene en un circuito degradado del sistema educativo. - En esta situación el mercado de empleo deja de considerar el nivel educativo alcanzado por los aspirantes como criterio para su selección y pasa a discriminar por el origen social de quien se postula. Aunque tengas un título universitario, si vivís en la villa, no conocés a nadie que te dé la mano para saltar la frontera y no podés borrarte la marca del orillo, tendrás que seguir trajinando a la intemperie. - El seguimiento de egresados de las escuelas de reingreso de la ciudad de Buenos Aires que atienden chicos de este sector social mostró que la titulación no modifica su condición de trabajador informal, que los pocos que consiguen completar el nivel siguen resolviendo su día a día con changas de corta duración. Uno de cada diez consigue un trabajo formal y lo hace a través del vínculo con algún profesor. Tiene el título, pero este solo adquiere valor si se consigue el contacto, la mano que te hace cruzar la frontera. - Hay una mistificación del poder de los certificados escolares. Mito que se sostiene a través del tiempo porque presta un invalorable servicio a los funcionarios, ya que goza de una enorme credibilidad en la población. Todo se puede arreglar si los chicos van a la escuela . El mismo Estado que evalúa los resultados educativos y comprueba la incapacidad de esta institución para enseñarles a leer y escribir a quienes provienen de los sectores marginales inexplicablemente le otorga a la escolarización la potencia de transformar el mundo del cual estos provienen. - Cada vez que se preguntan a un docente las razones del fracaso de la enseñanza, estos alegan que es difícil enseñarles a los chicos del margen, ya que viven en un ambiente social muy duro que no genera condiciones adecuadas para su escolarización. De este modo la escuela se excusa de no poder, no saber, no querer cumplir con su función básica. ¿Podrá con la tarea titánica de cambiar la experiencia social de sus alumnos? ¿Podrá borrar las huellas de la violencia? ¿Podrá transformarlos en hacedores de un mundo diferente solo por poseer un titulo? ¿Podrá la escuela que no enseña ser más poderosa que la oferta de los narcos? - Hace unos días se publicó en este diario una nota con este título: "Chicos de 6 y 7 años, 'soldados' de narcos en La Matanza". ¿La escuela es más fuerte que esto? - Los gobiernos parecen incapaces de comprender la compleja intervención que exige hacerse presente en un terreno copado por el orden mafioso. No son los títulos, no es la escuela la que va a rescatarlos, sino un Estado inteligente, atento a la voz de los que saben, capaz de concebir un modo de estar allí e inventar una vida vivible para aquellos a los que hemos ido empujando al descampado en los últimos 30 años. - Tal vez podríamos avanzar en ocupar estos espacios con una organización que teja otras redes de relaciones, reponga la pertenencia comunitaria y proporcione un modo de vida y de sustento a ese grupo social. Cuando el Estado sea capaz de arrebatarles a la mafias la población que les da base, cuando sepa y pueda proteger y atender a todos sus habitantes, cuando pueda disolver las fronteras entre los de adentro y los de afuera, entonces sí, la presencia de la escuela será importantísima como espacio de socialización con sus pares, de aprendizaje de aquello que hoy no se les esta enseñando, como centro desde el cual llegar a las familias y aportar a la conformación de una comunidad. - Si abandonamos el confort de las salidas de aceptación fácil, como que un título secundario permite superar el daño de varias generaciones de marginalidad, podremos pensar en políticas capaces de hacer frente a las mafias con algo más que las fuerzas de seguridad. (Profesora, investigadora; consejera presidencial del programa Argentina 2030).

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