Belgrano y las angustias de la libertad. Te cuento.- 09 - 08 - 2020.-

 18/06/2011

Belgrano y las angustias de la libertad.

El historiador Ignacio Martínez repasa la figura del prócer, con motivo de una nueva celebración de su creación: la insignia patria, en el 191º aniversario de su muerte.Por Ignacio Martínez*Belgrano es un prócer. Por eso ocurre tan a menudo que quienes hablan de su vida están hablando en realidad de otra cosa. Desde que Bartolomé Mitre publicó su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina la figura del abogado porteño fue continuamente utilizada para encarnar los valores de una entidad abstracta y conflictiva: podemos llamarla patria, nación o pueblo argentino. La elección, sin dudas, estuvo bien hecha.-

La vida de Manuel Belgrano hilvanó los acontecimientos y procesos más relevantes del nacimiento mítico de la nación. Se formó en Salamanca, donde entró en contacto con las ideas de la ilustración. Integró el Consulado de Comercio, es decir, la corporación económica más importante de Buenos Aires, y desde allí impulsó medidas de modernización que luego se volvieron parte del discurso legitimador del movimiento revolucionario. Participó como improvisado líder militar en las invasiones inglesas, consideradas por la historia tradicional como la primera oportunidad en que el sentimiento patriótico argentino tomó las armas para defender su autonomía.-

Fue miembro de la denominada primera junta, que se propuso reemplazar al virrey en el gobierno del virreinato del Río de la Plata. Se desempeñó en tres de los cuatro frentes de batalla de la guerra de independencia. Viajó a Europa para conseguir el reconocimiento de la rebelión sudamericana cuando la mayor parte de las potencias europeas se declaraban abiertamente hostiles a estas empresas tras la caída de Napoleón. Participó del congreso constituyente que sesionó entre 1816 y 1819 y que declaró la independencia y se proponía dar una constitución a las regiones que todavía obedecían a Buenos Aires.-I

ncluso el momento de su muerte parece haber estado signado por ese patriotismo sustancial: Belgrano dejó de existir en 1820, al mismo tiempo que caía el poder central en Buenos Aires, expresión institucional de la nación cuya historia se propusieron reconstruir Mitre y tantos otros junto con él, hasta el día de hoy.

¿Es eso la vida de Belgrano: la encarnación de los valores y la historia de la patria prístina, que en sus orígenes se mostraba en todo su esplendor, antes de ser traicionada o degradada? Puede ser eso, de hecho lo es para muchos. Pero también puede ser una experiencia, como otras tantas, atravesada por las incertidumbres de un período de cambios vertiginosos, sangrientos y, sobre todo, impredecibles.-

Belgrano pudo formarse en la Península porque su padre era un gran comerciante en Buenos Aires, que había amasado su fortuna gracias al monopolio comercial impuesto por la corona española. En España se embebió de las nuevas doctrinas económicas y jurídicas de la ilustración no a pesar de la corona, sino gracias a ella, en sus instituciones educativas. Por eso es que regresó a Buenos Aires como funcionario real convencido de que sólo con el apoyo de la monarquía podría sumarse su patria (su tierra de nacimiento) al tren del progreso inspirado por la razón.

Cuando Fernando VII fue forzado a abdicar y muchos pueblos españoles se rebelaron ante la invasión francesa, Belgrano, junto con Juan José Castelli, Hipólito Vieytes y otros, consideraron que la solución más conveniente era conservar la sucesión dinástica reconociendo la soberanía de la hermana de Fernando y esposa del príncipe regente de Portugal, Carlota Joaquina. La salida monárquica no desagradaba a Belgrano. Todavía en 1816, en el congreso de Tucumán, Belgrano volvió sobre la idea de constituir una monarquía en el Río de la Plata.-

Ninguno de estos datos es desconocido ni novedoso. Revisitar la historia no significa encontrar oscuros secretos escondidos de los hombres célebres, sino ensayar otras interpretaciones para el momento en el que vivieron. La vida de Belgrano, si la vemos desde otro ángulo, es un largo camino de ensayos y errores. Una búsqueda constante de construcción sobre un piso que, lejos de ser el sólido y definido territorio de una nación que emergía, se parecía más al marisma de una monarquía en descomposición. Frente a ese mundo que se derrumbaba, Belgrano se aferró a un puñado de valores y los puso al servicio de su voluntad creadora, que era la de muchos otros.

Quizás para su desgracia, esa voluntad no encontraba canales definidos que transitar. Al fin y al cabo, la historia de Belgrano y sus contemporáneos puede servirnos de ejemplo. Lejos de ser servidores de una causa trascendente, que sólo era necesario reconocer para entregar por ella la vida, se enfrentaron a la angustiante libertad de un futuro que se demostraba día a día absolutamente impredecible y no rehuyeron el desafío.

* Ignacio Martínez es Historiador, Docente de la Lic. en Historia de la Facultad de Humanidades y Artes e Investigador de CONICET.




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