Fusilamiento de Liniers en Cruz Alta. -26 - 08 - 2020.-

CLAMOR CORDOBÉS: LOS FUSILAMIENTOS DE 1810.Santiago de Liniers y acompañantes. Envío del CPN. Esteban Domina. Escritor. El 26 de agosto de 1810 corrió en Córdoba la primera sangre de la Revolución de Mayo. Ese día fueron fusilados Santiago de Liniers y otros personajes notables que decidieron no acatar la Junta que reemplazó al virrey Cisneros. En Córdoba, el partido españolista era fuerte. El grupo que manejaba el poder estaba integrado por el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha, el exgobernador Victorino Rodríguez, el obispo Rodrigo Antonio de Orellana y el jefe militar Santiago de Allende, entre otros connotados vecinos. Por esos días, Santiago de Liniers, el héroe de la Reconquista, residía en la ex estancia jesuítica de Alta Gracia, junto a sus hijos. Cuando la noticia de la revolución porteña llegó a Córdoba, los nombrados se reunieron de apuro y decidieron desconocer al nuevo gobierno y mantenerse fieles a la Corona española. Solo el deán de la Catedral, Gregorio Funes, no estuvo de acuerdo. Sin demoras, la Junta despachó una expedición militar a las órdenes de Francisco Ortiz de Ocampo, quien debía sofocar la rebelión, apresar a sus cabecillas y fusilarlos. Hizo lo primero, pero no lo segundo. Cuando Mariano Moreno se enteró que los prisioneros estaban camino a Buenos Aires, envió a Juan José Castelli a interceptarlos y ejecutar la orden desobedecida allí donde los encontrase. La Junta temía que el ejemplo cordobés cundiese en otras jurisdicciones del extenso virreinato y la revolución se viniera abajo. El encuentro se produjo en Cabeza de Tigre, una posta del viejo Camino Real. En el Monte de los Papagayos, un paraje vecino, cinco prisioneros —salvo el obispo Orellana— fueron arcabuceados por un pelotón de fusileros. Domingo French disparó el tiro de gracia a Liniers. Más tarde, algunos pobladores de la zona enterraron los cuerpos en una fosa común. Cuenta la tradición que se colocó una cruz de madera sobre la que alguien talló la palabra CLAMOR, con la primera letra de: Concha, Liniers, Allende, Moreno, Orellana y Rodríguez. Con Córdoba puesta en caja, ese primer ejército de línea siguió al Alto Perú, donde en Potosí se replicaron los fusilamientos de altos dignatarios. Los cordobeses, entretanto, superada la conmoción inicial, abrazaron sin reparos la causa independentista, pero aquel Clamor marcó a fuego la primera hora patria en la provincia. Esteban Dómina.- Escritor

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