El Censo Provincial de 1869 daba a Rosario una población de 23.169 habitantes, donde el 25,3% eran extranjeros; el Censo Provincial de 1887, registraba una población de 50.914 habitantes, donde los extranjeros ya eran el 45,9 % de la población. En el período 1870-1880, el arribo de inmigrantes, osciló en los 3 mil anuales .Casi a medio camino entre ambos, ubicamos a la ciudad de este relato. Sin duda que el crecimiento era manifiesto y lo demuestra, por ejemplo este dato: El valor delas propiedades adquiridas en Rosario en 1875.
Argentinos, por la suma de 762.943,96 $F; los extranjeros por la suma de 980.854,80 $F, el 56% del total. Periódicos, escuelas, teatros daban el marco cultural.
En ese clima las costumbres, locales ya habían sucumbido ante las que los inmigrantes habían traído con ellos. Y a raíz de una de esas costumbres o hábitos, es que la sociedad reacciona e intenta ponerle freno. Entre ellos el consumo de alcohol y fundamentalmente dentro de la colectividad inglesa, congregada en torno a los ferrocarriles. Así se fundó la llamada “Sociedad de la Templanza”, cuya denominación obviamente refería a la virtud cardinal que se define como la que permite dominar el instinto, las ganas; en este caso la de beber.
El hecho que haya sido integrada solamente por cien miembros, nos da una idea del poco éxito de la sociedad. Si estimamos que Rosario contaba con una población del orden de los 30/35 mil habitantes. Calculando una población femenina aproximada del 50%, 100 sobre 15 mil, es bien poco; el 0,66% de la población. Tuvo su mérito: fue la primera en su tipo de Sudamérica, ya que luego le siguieran las de Montevideo, Buenos Aires y Valparaíso. Cuando en 1903 los funcionarios del ferrocarril Central Argentino se trasladan con sus oficinas a Buenos Aires, desapareció tan benemérita sociedad. El Rosario de ayer no deja de sorprendernos.
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