Inmigrantes. Te cuento las Cuarenta.- 20 -04 -2020.-

Roberto César Frenquelli.- médico, rosarino.
20-04-2020.-· 
Y aquí están.
“Santiago Palma, nacido en Canale, Provincia de Cúneo, Piamonte”. Así se presentaba mi abuelo materno, Yaco para sus amigos. Alto, frisón, rubicundo, alegre y algo despreocupado. Ojos claros, sonrisa fácil, amante de la ópera. Vendedor de vinos, hotelero, básicamente cocinero. Nunca pudo pronunciar la “c”, de modo que siempre guardo su dinero en la “kaka”, para peor de de “fiero”.
A fines del siglo XIX vio partir a los cadáveres de toda su familia, uno a uno, tirados sobre un carro, víctimas del cólera. Quedó solo en su mundo. En 1911 se casó con Giuseppina Cinelli, mi abuela. Vinieron a la Argentina. Y aquí están.
Roberto José Frenquelli es mi
padre. Nació en 1914. Era hijo de dos enfermeros italianos, Lino trabajaba en el Hospital Italiano, Marina enfrente de éste, en el Hospital Rosario. Trabajador, capaz, muy responsable. Morocho lindo, mas bien taciturno, nunca dejó de ser el mayor de sus hermanos. Tenía una mano firme, pero a la vez tibia y suave. Si la memoria no me falla, en 1921 viajó a Italia con sus padres en lo que resultó un fallido un intento de regreso. Contrajo fiebre tifoidea en el barco. Estuvo en cuarentena en Génova, en un convento de monjas que lo asistían. Se quedó solo. Marina, embarazada de Eduardo, su segundo hermano, viajó junto a su esposo a Monte Giberto, Le Marche, donde se alojaron. Lino lo iba a visitar todos los domingos, viajando en tren, Ida y vuelta hasta el alta. En su parsimonioso decir recordaba que espiaba las tetas de las hermanitas mientras se desvestían frente a él. En el verano de 1942 se casó con María Magdalena Palma, mi mamá. Y aquí están.
Mejor dicho, aquí estamos. Todos juntos, los muertos vivos, los vivos por morir. En medio de otra peste, como no podría ser de otra manera. Fusionados, fundidos a sangre en estas novelas, tan gloriosas como simples y casi anónimas. De estas vidas como las de cualquiera.
Resp.
Roberto: tus relatos, descripciones, actividades de Fausto, etc..... se han vuelto un acompañador aporte en ésta cuarentena compartida, donde supongo, muchos encontramos algunas identificaciones, como me pasa a mi, además de un entretenimiento agradable. GRACIAS!!!
Oigo” tus relatos y me acompañan. Gracias. Mi abuelo Pasqual, constructor , era de Atessa, Chieti , zona de Abruzzo. A mi me falta su historia
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