El centenario de la muerte de un argentino ejemplar, Osvaldo Magnasco.
La Gaceta Mercantil. 04 de Mayo 2020.-Roberto Elissalde-.
Legislador, profesor universitario y ministro de Justicia e Instrucción Pública del segundo
gobierno de Julio A. Roca, fue un visionario y un incomprendido en su época.
Hoy 4 de mayo se cumple un siglo de la muerte de Osvaldo Magnasco, legislador, profesor universitario y ministro de Justicia e Instrucción Pública del segundo gobierno de Julio A. Roca. En los primeros años de su extensa trayectoria, preocupado por la educación de la época, elaboró un proyecto para renovar el sistema ya que hasta ese momento solo existía el bachillerato. Pero no fue entendido y en un largo debate en la Cámara con Alejandro Carbó que duró varios días, fue derrotado. Pero quizás, como dijo un contemporáneo, el verdadero derrotado fue el país.
Visto el avance de la inmigración de aquellos años, su proyecto proponía la creación de escuelas técnicas y agropecuarias como una forma de integrar a los hijos de los recién llegados con una formación útil para el país. En aquellas lides no le fue mal sólo por la oposición sino también que los principales diarios colaboraron con la campaña de desprestigio.
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En la edición de mayo, el afamado semanario “Caras y Caretas” escribió esta semblanza que traduce el relativo silencio al tiempo de su partida: "Hay muertes que causan un dolor íntimo, silencioso, que no se traducen en manifestaciones bulliciosas porque se tiene la intuición que al muerto mismo le habrían mortificado. La muerte de Osvaldo Magnasco ha sido una de esas muertes. La triste noticia no corrió por la ciudad alarmando a las gentes; los amigos se lo transmitían, los unos a los otros en voz baja y trémula. Magnasco ha muerto!!!, seguía un silencio que era como una oración”.
Abandonó para siempre Magnasco la función pública, renunció al momento y de dedicó a la enseñanza y a los clásicos. Por eso la revista escribió, después de reseñar la trayectoria del ilustre entrerriano: “Es moda de hace tiempo abominar de la enseñanza clásica, condenar el estudio del latín, una y otra por inútiles, pero Magnasco fue un ejemplo singularmente edificante del bien que hacen al talento y al carácter esas viejas y siempre nuevas disciplinas intelectuales. Como los manantiales que son tan viejos como la tierra y siempre dan agua fresca, así son los clásicos, y especialmente los clásicos latinos, maestros y amigos de Osvaldo Magnasco, quien por cierto, no por estar fuera del fragor de las luchas del día, se desinteresó nunca del destino de su Patria. Por el contrario, desde su altura, seguía atentamente el desarrollo de los sucesos, y cuando el momento oportuno se precipitaba, se dejaba oír su voz, patriótica, serena, previsora; seguro que la política habría proporcionado a Osvaldo Magnasco magníficos triunfos; pero el destino no lo quiso, y le reservó otros, si no tan brillantes, por lo menos más propios, el darse a los demás. Su recuerdo deberá ser enseñanza y su tumba, un sitio de peregrinación para las generaciones venideras”.
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Sus restos y los de su mujer fueron trasladados a su ciudad natal, Gualeguaychú, donde el instituto que lleva su nombre es un modelo y ejemplo de la educación nacional, como también lo recuerda la ciudad de General Belgrano, en la provincia de Buenos Aires, en un establecimiento educativo. A un siglo de su ida no podía pasar en el olvido este argentino ejemplar.
* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación
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